JOSÉ MANUEL PALLÍ Abogado cubanoamericano.
Mis amigos liberales y libertarios (son la misma cosa, según dicen ellos mismos, por eso los llamo mis amigos del prefijo “liber”) han tenido un mal comienzo de otoño.
Siguen aferrándose a la politización (interna, de los EEUU, o al menos de Miami) del tema Cuba, dándole palos a Obama por borrar del diccionario (que siguen viendo como propio) la palabra “libertad”, al Papa por sus errores en su prédica milenaria, y a Dios y a María Santísima (en quienes mis amigos no creen). Pero quienes lucen cada vez más aporreados son ellos mismos.
Mis amigos se dicen agnósticos, pero tienen su propio credo, su propio Dios al que llaman el “libre mercado”. Su credo comienza diciendo: “Creo en un mercado todopoderoso, creador del desarrollo y la riqueza...” Su credo omite, sabia y discretamente, la palabra libre, ya que el Dios de mis amigos se nos muere a cada rato (justamente porque eso de que es “libre” es el dogma más controversial de la fe que mis amigos profesan) y, aunque a veces resucita, con ayuditas que desvirtúan al credo mismo, no siempre.
Sus 12 apóstoles son los 25 países de los que hablan siempre mis amigos, aunque rara vez los enumeran, pues si bien había cierto grado de homogeneidad entre los 12 apóstoles (incluido el traidor) de Cristo, es fácil encontrar entre los 25 a varios países que, o son traidores de su Dios, o no tienen nada que ver con los otros en la lista...
Mis amigos del prefijo “liber” manejan y definen conceptos como la “libertad” como si fueran ellos los dueños del diccionario, los encargados de definir y valorar esos conceptos, digan lo que digan, piensen lo que piensen los demás mortales.
He aquí un pequeño ejemplo de la “libertad” que desean mis amigos del prefijo “liber” para los cubanos en la isla: hace poquitos días, un sujeto de apellido Skreli, un imberbe que funge como CEO de Turing Pharmaceuticals –empresa que pertenece a lo que llaman el “Big Pharma” en nuestra economía– decidió, de la noche a la mañana, aumentar en un 5,500 % (cinco mil quinientos por ciento) el precio de uno de sus productos, la medicina Daraprim, que utilizan pacientes de cáncer y de sida para combatir la toxoplasmosis. El Daraprim pasó de “valer” o tener un precio de $13.50 por unidad (solo en el credo de estos amigos necios se confunde el valor de algo con su precio), a costar $750 por unidad.
Según el credo y el disparatado sistema que tan arduamente defienden mis amigos, el bien común es un camelo, y este joven farmaceuta, en lugar de ser visto como un energúmeno es celebrado, por algunos, como un virtuoso.
Mis amigos del prefijo “liber” se van a llevar un disgusto enorme cuando la vasta mayoría de los cubanos en la isla le den la espalda a esa “libertad” mal entendida que mis amigos reclaman para ellos. Los cubanos saben perfectamente bien que no deben renunciar a su libertad (de pensar, de opinar, de peticionar) y entienden con mucha mayor facilidad el mensaje del Papa Francisco (tan propenso a los “errores”, según mis amigos del prefijo “liber”) que el de mis amigos "libertarios" y/o “liberales” (¿?). Y, por lo visto en NYC, en el DC y en Filadelfia, muchos norteamericanos también.
Claro, si Pancho hubiera pasado por Miami le hubieran hecho un acto de repudio “los cinco” del Versalles... Con mis buenos amigos del prefijo “liber” azuzándolos.
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