LA DEMOCRACIA EN CHINA
El
pueblo chino no ha conocido jamás una verdadera democracia. Mucho menos cuanto
significan la libertad de trabajo, de asociación, la pluralidad partidista o la
existencia de medios de comunicación disidentes del gobierno. De un tiempo a
esta parte la apertura económica y la mayor posibilidad de acceder a la riqueza
y al conocimiento del mundo ha ido despertando anhelos de independencia mayores
con relación al poder central. El gobierno lo sabe y lo administra restrictivamente.
Sabe que a más apertura, mayores serán las exigencias políticas de quienes van
alcanzando niveles superiores de vida en lo económico y en la nueva sociedad
que el progreso va consolidando. Por eso administra de manera conservadora lo
vinculado a los valores esenciales de una verdadera democracia. Evitan el
desbordamiento y mantienen el control. A cambio ofrecen la apertura económica.
Este
comentario tiene una notable excepción. Se trata de Hong Kong, hasta 1977
colonia británica. Sus instituciones y la naturaleza de la vida en la
provincia, desarrolló parámetros distintos a los del resto de China. Sus
habitantes conocieron de la democracia y la libertad durante décadas, dentro de
los parámetros ancestrales de la cultura china. Por esta circunstancia el poder
central ha tolerado libertades democráticas relativamente amplias en este
territorio, hoy nuevamente bajo su tutela y control. Pero no pareciera ser
suficiente. Hong Kong aspira una plena autonomía, es decir, autogobierno producto
de elecciones libres sin interferencias indebidas de Pekín. El poder central se
comprometió a ello cuando la Gran Bretaña, en ejecución de acuerdos
preestablecidos, traspasó la autoridad suprema a la capital China.
Sin
embargo, Pekín no pareciera dispuesto a cumplir ese compromiso. El esquema
electoral presentado para las elecciones de 2017 es restrictivo y orientado a
favorecer el control abierto o encubierto de quienes ejerzan la presidencia y
las demás ramas del poder público. La reacción no se hizo esperar. Occupy
Central, movimiento de activistas alimentado básicamente por jóvenes, tomaron
las calles y protagonizan la enorme protesta que ocupa la atención del mundo
entero. Han fracasado hasta ahora los intentos de diálogo para poner fin al
conflicto y la represión, debemos reconocerlo, ha sido moderada. No sabemos
cual será el desenlace de esta interesante coyuntura, trascendente para todos.
La “Revolución de los paraguas” avanza. La población se suma progresivamente a
los manifestantes originales. Las redes sociales han sido fundamentales para
coordinar las movilizaciones, las solidaridades y la lucha por los objetivos
señalados.
El
pueblo de Hong Kong tiene cultura y tradiciones británicas. ¿Podrán el gobierno
y la Asamblea Popular China, con sede en Pekín, revertir esta situación
violentando tanto los compromisos contraídos con Gran Bretaña como las
aspiraciones de los habitantes? Ya veremos.
oalvarezpaz@gmail.com Domingo, 12 de octubre de 2017
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