Blog de Víctor José López /Periodista

sábado, 2 de agosto de 2014

Eddie A. Ramírez S. Petróleo: los próximos cien años

                                                                                
“…la actividad petrolera nace estrechamente relacionada con la corrupción.”
 Estos  primeros cien años de actividad petrolera en Venezuela pueden dividirse arbitrariamente  en cuatro  etapas. La primera va desde la perforación del pozo Zumaque I en 1914 hasta la Ley de Hidrocarburos de 1943. En esta etapa se enriquecieron algunos compatriotas amigos del general  Juan Vicente Gómez al recibir graciosamente miles de hectáreas en concesión que inmediatamente vendieron a empresas extranjeras. Así,  la actividad petrolera nace estrechamente relacionada con la corrupción.
 La segunda etapa va desde la Ley de Hidrocarburos  en tiempos del general Medina hasta la estatización decretada por Carlos Andrés Pérez. Esta Ley permitió que, a través del impuesto sobre la renta, Venezuela compartiera  las ganancias de las empresas extranjeras.  Durante la misma la producción petrolera se incrementó  notablemente y se establecieron refinerías.  La política de concesiones de tierras  continuó durante Medina y fue suspendida  en 1945 por decisión de Rómulo Betancourt. Se aumentó  el impuesto a las compañías.
La tercera etapa abarca    desde la estatización en 1976 hasta el arribo de Chávez al poder. Se crea la empresa estatal Petróleos de Venezuela S. A. (Pdvsa) que operó con criterio gerencial sin interferencia  del partido político  de turno en el gobierno, aunque este establecía la política petrolera. Se llevó a cabo la internacionalización mediante la adquisición de refinerías en Europa y en los Estados Unidos con el objeto de adquirir mercados  y se promovió  la apertura para que empresas privadas participaran en el negocio a través de asociaciones estratégicas   y de convenios operativos.
La cuarta etapa se inicia en el 2002 con la politización de la empresa al designar   directores y presidentes de Pdvsa con criterio político, el despido de casi 23.000 trabajadores a raíz del conflicto iniciado en febrero de ese año y que culminó en diciembre del mismo. Los resultados, según los mismos informes anuales de la empresa son deplorables y distinguidos expertos corroboran el mal estado operacional y financiero de Pdvsa. Lo decisión reciente más lamentable  es el intento   de vender nuestras refinerías en los Estados Unidos, después que vendieron las de Alemania.
Postulamos que a partir de ahora se inicia una quinta  etapa con la quiebra técnica de Pdvsa y el cambio de gobierno que inevitablemente ocurrirá en un plazo no mayor de cinco años y ojalá antes. En esta etapa habrá que tomar en cuenta que aun cuando tengamos enormes reservas de petróleo pesado, esta fuente de energía perderá gradual,  pero inexorablemente, su importancia. Aunque políticos y petroleros se niegan a aceptar este escenario, no hay duda de que las energías alternas terminarán por desplazar al petróleo. El gas, las fuentes solares, eólicas, el hidrógeno y otras relegarán el petróleo a un segundo plano.
Para aprovechar al máximo las quizá tres décadas que nos quedan como país petrolero, se requiere un drástico cambio en las políticas de ese sector. Lo recomendable es incrementar aceleradamente la producción, aun a costa de un posible descenso de los precios. Si aceptamos esta premisa,  habrá que evaluar si el Estado dispondrá de los cuantiosos recursos financieros requeridos, sacrificando las erogaciones para la educación, salud e infraestructura necesarias para nuestro desarrollo. También si dispondremos de los recursos humanos necesarios para esta inmensa tarea. Con toda seguridad la respuesta será negativa, por lo que será necesario realizar una nueva apertura que descarte empresas que no dispongan de  capacidad técnica, financiera y de recursos humanos calificados,  así como permitir que empresas privadas participen  en las actividad de exploración,   explotación y de refinación sin necesidad de asociarse con Pdvsa.  A lo sumo esta quedaría reducida   a las actividades que realiza actualmente en forma directa. Ello implica un cambio en la mentalidad estatista de nuestros políticos que a estas alturas continúan hablando de áreas estratégicas que hay que reservar al Estado. Para bien o para mal, la destrucción de Pdvsa por sus actuales autoridades acelerará la  privatización de la actividad petrolera. Caso contrario nuestra producción seguirá declinando, los ingresos mermando y terminaremos con enormes reservas que nunca verán la luz del sol ni beneficiarán a los venezolanos. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados! Analítica.com 1/8/14

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