La situación es tan grave que tenemos tres años sin contralor general de la República y,aparentemente, nadie se ha dado cuenta
Uno de los más graves problemas de la Venezuela
contemporánea es la corrupción. Siempre ha habido corrupción. Nunca la
corrupción había sido tan grande como ahora porque nunca había habido tanto
dinero en manos del Gobierno, y nunca había habido tan poco control, por no
decir ningún control, sobre el gasto público. Mucho dinero más poco control
igual más corrupción. La situación es tan grave que tenemos tres años sin
contralor general de la República y, aparentemente, nadie se ha dado
cuenta.
La madre de la corrupción está en el control de
cambio. Lo demás son detalles comparados con el desfalco que se ha perpetrado
contra los dineros públicos a través del control de cambio. Miles de millones
de dólares que han ido a enriquecer a unos pocos en perjuicio de todos los
venezolanos.
Después del control de cambio vienen los controles
artificiales de precios como fuente de corrupción. Si usted regala la gasolina
en Venezuela y al cruzar la frontera la gasolina se vende al precio de mercado,
es inevitable que exista contrabando de extracción que no es otra cosa que una
gigantesca fuente de corrupción con perjuicio evidente para los intereses
nacionales.
Lo que digo de la gasolina, podría decirlo de toda
la lista de productos que aquí en Venezuela se venden a precios artificialmente
deprimidos y que más allá de las fronteras se venden a precios de mercado. Por
supuesto que es un gran negocio comprar barato y vender caro. Y eso se aplica a
los dólares, a la gasolina, a la harina Pan y a cualquier producto que se pueda
comprar barato aquí y vender caro allá.
Un dato que agrava la situación es la quiebra moral
del país. El clima de corrupción va impregnando todos los ámbitos de la vida
social. Se corrompen los civiles y también los militares y termina
prevaleciendo la cultura de la corrupción.
La corrupción roba algo más que plata, le está
robando el futuro a toda una generación. Para combatirla hay que acabar con dos
cosas: los estímulos y la impunidad. Hay que acabar con los controles
artificiales de la economía que estimulan y crean alcabalas burocráticas que
facilitan la corrupción y hay que impulsar una profunda reforma al Poder
Judicial que acabe con la impunidad.
Y lo más importante: para el rescate moral de la
sociedad es imprescindible un liderazgo que dé ejemplo de honestidad y respeto
en el ejercicio del poder.
Seguiremos conversando.
@efernandezve
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