En esta secuencia de
artículos dedicados a los problemas nacionales quiero ahora abordar el problema
del modelo político centralista que asumió Venezuela desde el inicio de su
andadura como nación independiente
Es más, el modelo
centralista hunde sus raíces en la tradición colonial y está presente en los
debates políticos que acompañaron a la declaración de la Independencia en 1811.
Bolívar, en la Carta
de Jamaica y en el Manifiesto de Cartagena, al examinar las causas de la caída
de la Primera República, atribuye la principal responsabilidad al carácter
federal que prevaleció en nuestro diseño constitucional originario. El
Ejecutivo plural y la organización federal son, según el pensamiento de
Bolívar, la causa del fracaso de la Primera República.
De allí seguramente
se originan dos de nuestros más graves problemas: el presidencialismo y el
centralismo.
La guerra federal en
el siglo XIX se supone que se libró entre los partidarios de un modelo federal
y los partidarios de un modelo centralista. Nada más alejado de la realidad. Es
recordada la cínica frase de Antonio Leocadio Guzmán según la cual: “Nosotros
dijimos federalismo porque ellos habían dicho centralismo”. Lo cierto es que la
Guerra Federal se libró por causas muy diferentes a la lucha por el modelo de
organización política.
Venezuela siempre se
ha proclamado como un Estado federal y siempre ha sido un estado centralista.
“Venezuela es un Estado federal en los términos consagrados por esta
Constitución”, decía la Constitución de 1961, y al leer los demás artículos uno
advertía que la organización federal brillaba por su ausencia y lo que
prevalecía era un centralismo absoluto, reforzado por el rentismo petrolero.
En otro artículo
decía la Constitución del 61 que los gobernadores serían elegidos por los
ciudadanos en cada estado, pero agregaba: “Mientras se dicta la ley que
reglamente esta disposición, los gobernadores serán designados por el
Presidente de la República”. Y agregaba más todavía: “Para aprobar esta ley se
requerirá una mayoría calificada”
Esa mayoría solo pudo
asegurarse en 1989 cuando, sumados los votos de AD, Copei y otros partidos, por
fin se dio ese primer paso en la dirección de descentralizar la vida política
del país.
Seguiremos
conversando.
Eduardo
Fernández
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