LA
UTILIDAD COMO MEDIDA
Oswaldo
Álvarez Paz
EXPRESO, Lima
He tenido la suerte de vivir intensamente jornadas políticas de enorme
trascendencia. Ocupando la presidencia de la Cámara de Diputados del
desaparecido Congreso de la República, pude estar presente y seguir de cerca el
proceso de la muerte de Francisco Franco en España y ser testigo de excepción
de la transición que se iniciaba de inmediato. Fue posible gracias a la amistad
que me unía a D. Fernando Álvarez de Miranda, presidente del Congreso de los
Diputados de ese país y a las relaciones establecidas con algunos de los
protagonistas de ese apasionante tiempo. Adolfo Suárez, Felipe González, Manuel
Fraga, Santiago Carrillo y otros de igual calibre, cada uno dentro de
circunstancias distintas, dejaron marcadas lecciones inolvidables de
consecuencia democrática.
Recuerdo un profundo debate parlamentario originado por la muerte de
unos estudiantes protestatarios en alguna provincia cercana a Madrid, como
consecuencia de la represión de la Guardia Civil. Aún no tenían Reglamento de
Debates y me correspondió hacer sugerencias y presentar un esquema para
canalizar aquel duro enfrentamiento entre las fuerzas que se entendían para
darle estabilidad al nuevo régimen. El asunto no pasó a mayores. La Junta de
Portavoces (Comisión de Mesa en Venezuela) me invitó a una cena para agradecer
la utilidad de mis recomendaciones. Fue un encuentro muy grato, inolvidable,
entre anécdotas y preocupaciones. Santiago Carrillo, líder histórico de los
comunistas españoles y para ellos héroe en la guerra civil, estaba sentado muy
cerca y con buen humor le dije que de las cosas que más me llamaban la atención
era verlo convertido en un “monárquico”, después de una vida de luchas en la
dirección contraria. Se pudo serio, me miró fijamente y me respondió: “No
Oswaldo, no es que yo ahora sea un monárquico. Lo que pasa es que la monarquía
en España se legitima por su utilidad”. En aquel momento todos la veían como
solución a muchos dramas históricos acumulados. Entre otros, lo relativo a las
autonomías y el renacimiento creciente de tendencias separatistas, dicho sea de
paso, aún existentes. La Corona se convertía en símbolo de la unidad de España
por encima de factores que todos se empeñaban en superar, incluido el
militarismo.
Pudiera continuar relatando anécdotas, pero creo que es innecesario. La
utilidad de la monarquía está a la vista. Sin la extraordinaria labor de Juan
Carlos I hubiera sido imposible. A su preparación, tacto, olfato, coraje y
decisión para asumir protagonismos peligrosos en situaciones muy difíciles, se
debe la consolidación de la unidad democrática de España. Una Monarquía
parlamentaria respetuosa de los derechos humanos y consecuente con los valores
y tradiciones que unifica a la nación española. Tenemos la seguridad de que
Felipe VI estará a la altura del legado recibido y será eje de la renovación de
un sistema con cuarenta años de ejercicio. La utilidad es esencial para la
legitimación de cualquier régimen. Los gobiernos no deben de olvidarlo.
oalvarezpaz@gmail.com Sábado,
21 de junio de 2014
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