Con
la muerte del doctor Ramón Jota Velásquez, Venezuela cierra un ciclo de nació
en Queipa, el día que murió Joaquín Crespo.
RAMÓN JOTA, UN VENEZOLANO INTEGRAL |
Fue
la muerte del caudillo llanero la chispa provocada por la yesca andina, esa que incendiaria cruzaría montes y cañadas para ocupar la Casa Amarilla y el Palacio de
Miraflores en Caracas.
En los palacios caraqueños se alojarían los nuevos amos del poder en Venezuela, provocando las más
notables transformaciones políticas de la nación.
Ramón
Jota, en la amplitud de su espectro intelectual, fue notable historiador que como avezado periodista se atrevió buscar los hechos y las verdades verdaderas de las revoluciones, que
explicaría como un muy grato ensayista con su brillantez de escritor.
Tachirense hueso colorado, como era necesario manifestarse para acentuar su
venezolanidad, estuvo siempre muy cerca del acontecimiento nacional sin
comprometer su dignidad y mucho menos su honestidad.
En
lo personal no sería una exageración confesar que le debo mi vida, no es que
esta tenga gran valor sustantivo ante el tema que ahora tratamos, pero es la única que tengo y a un gesto suyo se la
debo.
Me
llenó de orgullo saberme su amigo. Sentí su respeto, a pesar de mis errores.
Fue su admiración por los acontecimientos que nos acercaron los que me permitieron
conocer un gran hombre de esta Venezuela hoy hundida.
Hasta
su familia, en especial su hijo Gustavo, mi mensaje de pésame por la partida del
doctor Velásquez, mi amigo, amigo de mi padre y de mis hermanos, amigo de mi
familia.
VÍCTOR
JOSÉ LÓPEZ
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