Exordio del homicidio normal (o el ‘Dios los proteja a todos’ de Rodríguez Torres); por Willy McKey
Si obviamos que el tópico que abordaron fue un asesinato y que la atmósfera que intentó crear fue la normalización de la muerte, las declaraciones del Ministro de Interior, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, a propósito del asesinato de Eliécer Otaiza, serían una oportunidad como pocas para ver las enormes fallas políticas que pueden tener en el lenguaje los síntomas que las revelan.
Todo discurso hecho dentro de una retórica tiene tres partes estructuradas. Desde los estudios clásicos, el armazón del lenguaje lo componen unos elementos llamados inventio, dispositio yelocutio. La fase de inventio es la que establece de qué se va a hablar: es eso que ha encontrado quien habla para hacer de esta ocasión una oportunidad para decirnos algo (en este caso, que han develado otro plan de conspiración nacional e internacional contra Venezuela) que se conecta con nuestro interés; la etapa de dispotitio consiste en la preparación de los lugares comunes y argumentos que se utilizarán para estructurar la inventio; la fase de la elocutio es la manera de verbalizar todo esto: convertirlo en discurso.
En resumen: se consigue un tema, se ordena y se dice. Y justo en la parte central de este proceso, en la dispotitio, aparece un elemento fundamental llamado exordio, que es la entrada al discurso, el llamado de atención, el elemento que debe captar a quienes escuchan. Por ejemplo:
En estas declaraciones el ministro Rodríguez Torres intenta captar la atención de sus oyentes señalando que el caso del asesinato de Otaiza no se corresponde con un homicidio normal. Cuando en el discurso oficial se maneja la noción de homicidios normales estamos ante un caso de normalización de referentes. Esto suele utilizarse como estrategia discursiva para apoderarse de la verdad durante una conversación. Por ejemplo: un ciudadano de India le dice a un venezolano en un mercado de Mumbai que las vacas no se comen porque son sagradas. Aunque en los referentes del venezolano esto no sea verdad, en la dinámica discursiva que se ha abierto un elemento extraordinario es normalizado por el otro y afecta la noción de universo de su interlocutor. Así, discursivamente, se pueden construir ideas como las de animales sagrados, kamikazes sensatos, homicidios normales…
Pero el exordio es sólo una de las partes de la estructura discursiva tripartita, complementada por la narratio y la argumentatio. La segunda parte sirve, precisamente, para narrar el asunto, exponerlo, conectarlo con sus tesis y servir de marco a lo que se espera de todo discurso: la argumentación, que a veces es rematada con la peroratio (una especie de compilación de las tres partes que sirve para convencer todavía más a un auditorio cautivo).
¿Cómo decide hacer la narratio Rodríguez Torres? Con una de las estructuras más primitivas: la lista de preguntas. Una estrategia que hace que los oyentes, además, crean que encontrarán en laargumentatio —es decir: en la etapa que sigue— algunas de las respuestas (algo muy útil cuando se está construyendo una normalización de referentes).
La primera pregunta que se hace Rodríguez Torres para decir que no estamos ante un homicidio normal consiste en: La presencia de Otaiza en un sitio donde no conoce a nadie, donde nadie lo conoce, donde no tenía nada que hacer a esa hora. ¿Cómo llega Otaiza a ese sitio? La idea de esto es que en la mente de los oyentes se armen una respuesta extraordinaria que se corresponda con la normalización del referente que se desea levantar. Algo como “Claro, nadie debe estar en un sitio donde no conoce a nadie en horas de la noche/madrugada. Si está allí corre peligro y nadie quiere correr peligro”. Si esto se logra, de inmediato se logra normalizar un segundo referente: nadie en Venezuela puede pretender estar seguro en lugares que no conoce ni a deshoras.
La segunda interrogante no termina de articularse en pregunta: Otaiza llega y en el sitio en que él se para está una banda. Preguntas que nos hacemos. En la mente del oyente cautivo, las respuestas a esta jugada retórica (que no debemos olvidar viene de la boca del encargado de la seguridad de todo un país) son imposibles o absurdas. Sobre todo porque, para empezar, dan por sentado la anulación de la pregunta anterior. Algo como: “Otaiza sí llegó al sitio que no conocía y a deshoras, pero justo al lugar donde estaba una banda”. Estamos hablando de un funcionario vinculado con la inteligencia policial, así que la negación del primer cuestionamiento es verosímil.
La tercera interrogante es, de manera flagrante, un ejercicio de normalización. Se planeta Rodríguez Torres: Hay elementos de la autopsia que señalan que [Otaiza] fue severamente maltratado y torturado antes de matarlo. Normalmente, si a ti te roban, y Dios los proteja a todos, y los matan durante el robo no te torturan. Cuando tú torturas a alguien, ¿para qué lo torturarías? Si quieres saber algo. Siempre la tortura, cuando se aplicó, se aplicó para saber algo.
Si usamos un símil matemático, en su discurso una idea desmonta la idea anterior, dejando el saldo referencial en cero. La conjetura, a estas alturas del ejercicio retórico, sería algo como: “Sí llegó al sitio, pero porque lo llevaron personas que lo torturaban. Personas vinculadas con una banda que opera en ese mismo sitio e intentaron sacarle una información valiosa. No fue un robo, como se declaró en algún momento, sino parte de una conspiración”. El insert que Venezolana de televisión mantuvo en pantalla y repitió en varios momentos de la rueda de prensa ayuda con la construcción de la normalización.
Ya la noticia no es que en Venezuela matan incluso a funcionarios policiales de alto nivel para robarlos, como llegó a manejarse, ni sicarios como se llegó a decir cuando incluso Nicolás Maduro dijo conocer los motivos del asesinato. Ahora la noticia es, nuevamente, la conspiración.
En el remate del fragmento mostrado en el video, el ministro incluso empieza una peroratia de la que se sirve como vaticinante: dice, textualmente, que sabía lo que venía: “En rueda de prensa, hace un mes atrás… hace mes y pico atrás yo les dije, ¿no les señalé a ustedes?, próximos pasos que vienen: muertes selectivas, asesinatos selectivos”. Su argumentatio es mucho más breve que la narratio interrogante: es un te-lo-dije convertido en comunicado ministerial que, como todos los te-lo-dije, esconden una soberbia que consigue réditos en el pasado y pone la culpa del lado de quien escucha.
Lo grave es que en esta ocasión lo dice el Ministro de Interior, Justicia y Paz. Es una confesión de que sabían que algo así venía. Y, con eso, de que no hicieron nada. O al menos muy poco.
Para terminar, la ejecución oral de toda estructura de exordio-narratio-argumentatio se basa en dos herramientas: memoria y actio. Haciendo un juego de palabras, la primera tiene que ver con que sepas lo que vas a decir, mientras que la segunda se trata de decir las cosas como sabes. Y la mayor grieta, el riesgo más alto de un discurso, está en que plantees mucho más de lo que puedes responder con lo que dices y con lo que sabes.
Ninguna de las preguntas soltadas al aire consiguieron respuesta en su argumentación, pero hubo dos cosas que deben haber quedado claras para los presentes: la primera, que hay homicidios normales de los cuales no viene bien sorprenderse ni sospechar; la segunda, que Rodríguez Torres no va a protegernos si nos roban, nos secuestran o nos intentan asesinar de maneranormal, pero al menos discursivamente ha dejado el asunto en manos de Dios.
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