LA VERDAD Y EL PUEBLO
Víctor José López
No hay un solo político que que se atreva
decirle al pueblo lo que en realidad piensa del pueblo. Ni uno sólo. El único,
que un día montado en una tarima durante un discurso en Bogotá se atrevió fue Gaitán. Disgustado
le gritó a la masa no le prestaba atención: “¡Silencio, pueblo estúpido!”. Ese
día se ganó el respeto de la turba, la admiración de la masa y la idolatría de
generaciones de colombianos hasta el día de hoy.
Fue Jorge Eliécer Gaitán hombre carismático, frontal y violento. Un populista cuya trágica muerte desató el huracán de la tragedia que todavía arrasa a Colombia propagada por América Latina. Tragedia que reclama el cobro de cuentas sociales por pagar.
Fue Jorge Eliécer Gaitán hombre carismático, frontal y violento. Un populista cuya trágica muerte desató el huracán de la tragedia que todavía arrasa a Colombia propagada por América Latina. Tragedia que reclama el cobro de cuentas sociales por pagar.
Los políticos edulcoran a los pueblos,
llamándolos “heroicos”, “bravos”, “sacrificados”, endilgándole haber realizado misiones
históricas cuando la realidad ha sido distinta.
Los pueblos han sido cambiantes de acuerdo
a las circunstancias, miméticos por intereses bastardos o por temor. Los
pueblos han sido capaces de gritar “Con hambre y sin dinero, por Chávez yo
muero” a cambio los denarios de la traición a la patria.
Si surgiera uno sólo que le dijera al
lumpen, la gleba , a los excluidos las
verdades de la realidad que vivimos. Esa verdad de la que todos somos culpables.
Las que han traicionado el futuro e impedido los cambios sociales en Venezuela
podrían estar más cónsonos con la realidad.
Aquí no hay quien le diga al pueblo
trabajador que cada día su sueldo tiene menos poder adquisitivo, a causa de la
inflación. Que existe inflación porque Hugo Chávez, primero, y ahora Nicolás
Maduro, acabó con los puestos de trabajo en los centros de producción. Que sin
Justicia, no hay dios que invierta en Venezuela, y que con esas migajas que les
llega gracias a la corrupción no serán capaces de educarse, prepararse y poder
aspirar a un futuro digno como ciudadanos.
Ni uno de nuestros arengadores de masas se
atreve decirle al pueblo que le escucha las verdades de siglos que le tienen
viviendo con colcha y cobija.
Hoy, en defensa de una supuesta revolución,
que en realidad no es más que una anárquica oclocracia. Gobierno de la
muchedumbre, anárquica, conducida por
sicópatas como hasta la saciedad señalan eminentes siquiatras.
Hoy amaneció Venezuela sembrada de terror,
el terror cocido en una olla repleta de mentiras podridas, donde como si se
tratara de ñame, ocumo o mapuey el general Ministro del Interior, Justicia y la
Paz, echó los nombres de dignos ciudadanos, intachables instituciones y de
naciones hermanas para amenazarnos con invasiones al estilo de las que Fidel
Castro ha venido profetizando ocurrirán en Cuba, cuando Cuba ha sido en
realidad el único ejército invasor.
¿Habrá alguien que algún día sea capaz de
decirle las verdades a los pueblos en vez de enamorarlos con intención de tener soporte político y electoral?
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