†
PENSAR OTRO PAÍS
Y, POR FIN, EL
DIAGNÓSTICO
Santiago José Guevara
García
sjguevaragarcia@gmail.com / @SJGuevaraG1
¡Jajaja! No
es que el diagnóstico se haga después del plan, como ya lo vi una vez en algún
rincón del país en viejos afanes profesionales, sino que quisimos que solo
después de expuesta la ruta para el plan, vislumbremos la que toca al diagnóstico,
pues tenemos que abordarlo con premura.
En sana
ortodoxia, en mi libro del 2010, lo primero es el modelo para el análisis de la
situación venezolana. Postulamos, en el 2002, que la Venezuela actual solo es
comprensible como un caso de conflicto. El tiempo nos dio la razón (y se la
quitó a la MUD y otros). En nuestro caso nacional, entonces, el conflicto es
una buena metáfora orientadora. En algún momento propusimos, como síntesis
simplificadora un poco más elaborada, una apreciación de “la situación en que
nos movemos: un conflicto político nacional inédito, de alta complejidad,
extrema dificultad, fase avanzada y destino incierto”.
Para el
diagnóstico propiamente dicho se dispone de muy buenos trabajos, a afinar en un
instrumento único, que considere las cuatro dimensiones en las cuales se
expresa la problemática: lo global (variables macroeconómicas, por ejemplo),
sectorial (situación de la industria, o de la cultura ciudadana, solo como dos
rebuscados ejemplos), territorial (situación y potencial de Guayana y Oriente,
por ejemplo, entendidas como una gran zona económica) e institucional (las
definiciones constitucionales y legales que impactan lo económico, por citar
algo).
Un buen
diagnóstico específico debe ser, entonces, inmediatamente abordado. Tal como
dijimos, “No complaciente. Todo lo contrario: certero y pisando callos. (Pues)
Lo hemos hecho mal”. Y eso, “desde hace más de cuarenta años”.
Como ven,
hay trabajo técnico por realizar ya. No
cualquiera. Sino uno orientado a la toma de decisiones del momento y del
proceso virtuoso de decisiones que debería arrancar con el cambio democrático
profundo que aspiramos. Profundo y exigente, que conste. Después no digan que
no se los dije.
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