Blog de Víctor José López /Periodista

miércoles, 30 de abril de 2014

Y, POR FIN, EL DIAGNÓSTICO Santiago José Guevara García

PENSAR OTRO PAÍS
Y, POR FIN, EL DIAGNÓSTICO


Santiago José Guevara García
sjguevaragarcia@gmail.com / @SJGuevaraG1

¡Jajaja! No es que el diagnóstico se haga después del plan, como ya lo vi una vez en algún rincón del país en viejos afanes profesionales, sino que quisimos que solo después de expuesta la ruta para el plan, vislumbremos la que toca al diagnóstico, pues tenemos que abordarlo con premura.



En sana ortodoxia, en mi libro del 2010, lo primero es el modelo para el análisis de la situación venezolana. Postulamos, en el 2002, que la Venezuela actual solo es comprensible como un caso de conflicto. El tiempo nos dio la razón (y se la quitó a la MUD y otros). En nuestro caso nacional, entonces, el conflicto es una buena metáfora orientadora. En algún momento propusimos, como síntesis simplificadora un poco más elaborada, una apreciación de “la situación en que nos movemos: un conflicto político nacional inédito, de alta complejidad, extrema dificultad, fase avanzada y destino incierto”.

Para el diagnóstico propiamente dicho se dispone de muy buenos trabajos, a afinar en un instrumento único, que considere las cuatro dimensiones en las cuales se expresa la problemática: lo global (variables macroeconómicas, por ejemplo), sectorial (situación de la industria, o de la cultura ciudadana, solo como dos rebuscados ejemplos), territorial (situación y potencial de Guayana y Oriente, por ejemplo, entendidas como una gran zona económica) e institucional (las definiciones constitucionales y legales que impactan lo económico, por citar algo).

Un buen diagnóstico específico debe ser, entonces, inmediatamente abordado. Tal como dijimos, “No complaciente. Todo lo contrario: certero y pisando callos. (Pues) Lo hemos hecho mal”. Y eso, “desde hace más de cuarenta años”.

Como ven, hay  trabajo técnico por realizar ya. No cualquiera. Sino uno orientado a la toma de decisiones del momento y del proceso virtuoso de decisiones que debería arrancar con el cambio democrático profundo que aspiramos. Profundo y exigente, que conste. Después no digan que no se los dije.




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