Lo sucedido el pasado 12 de febrero en Caracas y el asesinato de 3
venezolanos en lucha por la democracia forma ya parte de la historia
venezolana, siendo febrero un mes de anécdotas que han signado profundos
cambios para bien o para mal el destino nacional; en tal
sentido Mariano Picón Salas manifestó tras las jornadas
de febrero de 1936 que éstas marcaban el inicio del siglo XX venezolano, tras
el efecto profundo de las movilizaciones civiles, obreras y estudiantiles que
sacudieron al país en ese convulsivo año.
El 14
de febrero de 1936 recuenta Luis Cortes, hubo seis muertos y resultaron heridos
unos 150 ciudadanos. Los manifestantes gritaban “no somos comunistas”,
“queremos prensa libre”, “queremos garantías”. Sin embargo la manifestación no
se disolvió. Algunos manifestantes llegaron a tomar sangre de los fallecidos y
escribir con ella en las paredes de la odiada sede de la Gobernación, antiguo
símbolo del gomecismo.
Por la tarde de ese mismo día salió a la calle otra manifestación,
tan multitudinaria como la de la mañana, apoyada esta vez por
la Junta Patriótica, compuesta por Jorge Luciani, Miguel Acosta Saignes,
Rolando Anzola, el poeta Manuel Felipe Rugeles, Ernesto Silva T., Hernani
Portocarrero y Raúl Osuna, seguida por organizaciones obreras
y estudiantes de la Universidad Central de Venezuela, encabezada por
el eminente médico Dr. Francisco Antonio Rísquez, su Rector, y el estudiante
Jóvito Villalba. Fue tal movilización un innegable triunfo de la llamada
“Generación del 28”, la cual ocho años antes había insurgido contra la
autocracia gomecista.
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