VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ
COMO EN las tardes
de toros, la noticia del decreto de la Gobernación de Carabobo saltando a la
torera la Autonomía Municipal del Distrito Valencia, ha dividido las
opiniones. La Gobernación, “manu militari” – es decir, por
la fuerza del poder – se ha apropiado de la Plaza de Toros Monumental de
Valencia, del Paseo Ferial y del Teatro Municipal de la ciudad. La noticia
llegó al seno de la reunión del bienvenidismo, en la misma Valencia, y poco
faltó para celebrar el acontecimiento con una “traca” de pólvora como la mejor
falla valenciana.
No se trata de un acto inconstitucional, porque en la
Constitución Bolivariana, y sin pestañear ,nos quitaron a los venezolanos la
autonomía municipal. A los municipios les pusieron los límites de una
talanquera, estableciéndose una limitación inusitada que hace materialmente
engañosa, que burla la esperanza de la autonomía político-territorial, que sólo
debería encontrar límites en la Constitución, pero no en la ley. Conforme a
esta norma, que no tiene antecedentes en el constitucionalismo del país, la ley
puede limitar la autonomía municipal, la cual por tanto, perdió su garantía
constitucional.
Esto lo ha reafirmado, además, la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia. En sentencia Nº 2257 del 13 de
noviembre de 2001. Todo esto determina que se trata de un acto de fuerza
política, de poseer un buen con propósitos políticos y de ninguna manera con la
intención de defender la fiesta, la plaza de toros Monumental.
Así ocurrió con el Nuevo Circo de Caracas.
Primero fue el
Instituto de Patrimonio Nacional, luego el Alcalde Juan Barreto y cuando el
Alcalde Mayor, elegido por el pueblo de Caracas, Antonio Ledezma, se lo
arrebataron a la ciudad y desde entonces está en manos de Jorge Rodríguez,
Jacqueline Farías y quien sabe de cuantos “dedos” más
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