Blog de Víctor José López /Periodista

lunes, 2 de septiembre de 2013

JOSÉ MANUEL PALLÍ (*) Nueva novela latinoamericana

Nuestros “expertos” miamenses no dan abasto en su labor de “explicar” la realidad latinoamericana a través de su óptica, particular y sesgada, que apunta a simplificar, a través de ficciones, una realidad que no se amolda a su ideario neo-liberal.

Por ejemplo, un artículo recientemente publicado en otro periódico de Miami, asimila a la “revolución bolivariana” con la francesa (¡si, esa!, la original, la del reino del terror y la guillotina), y lo hace de una forma que, además de desvirtuar la realidad a través de esa comparación absurda y efectista, desvirtúa y pretende ensuciar también varios conceptos, entre ellos uno que pudiera ser crucial para el futuro pacifico de muchos de nuestros países: la Democracia Participativa.

El artículo de marras está bien escrito y argumentado, a favor, claro está, de las ideas que defiende su autor –que, por lo demás, está en todo su derecho de defenderlas. Pero aun reconociendo ese derecho, resulta cada vez más penoso, aunque ya, por repetido, no sorprende, el empeño de este y otros articulistas en desvirtuar conceptos y la realidad misma, con tal de llevar agua a su propio molino (o molienda) de ideas que componen su propia “narrativa arbitraria” o de fábula. 

El articulista aparenta reconocer que “hay algo de validez” en las críticas de quienes ven a las instituciones democráticas planteadas por nuestro “modelo” de democracia representativa (el originado en los Estados Unidos) como “secuestradas por las élites para subyugar al resto de la población..., en particular cuando se analizan las estrechas vinculaciones entre el dinero y el ejercicio de la política...”

Pero lejos de condenar un sistema o “modelo” cada vez más concentrado en defender tradiciones o privilegios aunque los mismos sean causa importante de desigualdad, y que acepta esas desigualdades como inevitables, e incluso naturales a la condición humana, todo el artículo no es sino una oda a ese propio “modelo”. No aporta solución alguna, como no sea -y lo sugiere entre líneas- “controlar” a las mayorías que, A TRAVES DEL VOTO, se dedican a buscar los ajustes a esa democracia representativa por la cual se sienten cada vez menos “representados”... La misma receta que lleva a nuestro gobernador de la Florida, y a tantos otros politiquillos de otros estados, a intentar “limpiar” nuestros padrones electorales de gente que no piensa como ellos. 

Y, curiosamente, sus “fuentes” a la hora de bautizar aquellos sistemas o “modelos” que el articulista critica -y su crítica abarca a todo sistema que no se ajuste a su visión neo-liberal-, son las mismas que, en otras circunstancias, él mismo calificaría como idiotas o gente con un basurero en la cabeza, como Hugo Chávez, el “inventor” del mal llamado “socialismo del siglo veintiuno”, jerarquizando así a quien considera idiota (o a ciertos profesores de una universidad cualquiera en España) y pretendiendo cambiar el verdadero sentido de las palabras solamente porque le conviene a su propia línea de pensamiento y a los objetivos que persigue. 

Ni es socialismo -ni del siglo veintiuno, ni del diecinueve- lo que ocurre en Venezuela (y aquí cabe reconocer que el artículo no cae en la bobería de sugerir que son “socialistas” las políticas que quiere implantar el presidente Obama entre nosotros, como sostienen algunos de los seguidores de la línea de pensamiento que defiende el escrito) NI MUCHO MENOS ES DEMOCRACIA PARTICIPATIVA, como sostiene de arranque este muchacho. Sistemas de democracia participativa son aquellos que se basan en la participación, efectiva y concreta, de todos los ciudadanos, sin exclusiones, en el diseño y la adopción consensuada de los programas políticos que se aplican en una nación. Afortunadamente, y por lo menos hasta ahora, ninguno de los jóvenes valientes que encabezan la oposición en Venezuela, rechazan, que yo sepa, esa forma de gobierno: entienden que no se puede seguir gobernando para beneficio de una minoría. 

Pero le viene bien al “experto” que describe a esa Venezuela surrealista aceptar los dichos del lucero del ALBA porque su propósito no es otro que convencer a los desprevenidos de una “verdad” que dista mucho de serlo: que no hay opciones entre un sistema político como el que se sustenta en el neo-liberalismo, y el desorden, el descalabro y la falta de papel higiénico que aqueja a otras sociedades menos lúcidas... Y para cumplir con su propósito necesita descalificar a toda otra alternativa o “modelo” que el propio: O yo con mis ideas decadentes, o el diluvio (que el pudor, supongo, previno al articulista de llamar “el comunismo”, como lo haría un “experto” miamense de ley...).

Y es que cada quien apela a su particular colección de dogmas, mitos y mantras, que dan forma a su propia “narrativa arbitraria” o fábula, narrativas que no son más que aquello que en algún momento llamábamos “cuentos chinos”... La idea es confundir, por aquello de “a rio revuelto, ganancia de pescadores”. Pero ni así consiguen pescar LOS VOTOS que necesitan para gobernar en alguna de esas naciones latinoamericanas. 

(*) El autor es abogado en Argentina y la Florida. Presidente de World Wide Tittle.

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