Es lamentable e indignante lo sucedido hoy en nuestra
escuela, no hay calificativo para aquellos que abusando de su poder, el poder
que les da la violencia, las armas, y lo peor, la impunidad que por parte de
aquellos que están llamados a garantizar la seguridad ciudadana avalan estos hechos
vandálicos, y peor aún los promueven. La violencia de por sí es repudiable,
pero más repudiable es el hecho de ser promovida por aquellos que están
llamados a garantizar la paz ciudadana. La
agresión que sufrimos los que hoy nos encontrábamos en nuestra escuela, me
obliga a suspender las actividades académicas, que como muchos saben fui contrario
al llamado de paro indefinido, por considerar que esa acción no resuelve los
problemas planteados en nuestras universidades, que no son únicamente salariales,
van mucho más allá, pero lamentablemente el riesgo que corren los estudiante
frente a individuos que se hacen llamar estudiantes, que por cierto pongo en
duda que lo sean, y si están inscritos en la universidad, ello no le da el
derecho de llamarse estudiantes, porque aquellos que se confabulan y son
capaces de golpear a alguien, que le es imposible defenderse contra el ataque
de por lo menos 20 salvajes, hasta dejarlo inconsciente en el piso, solo pueden
ser llamados delincuentes. La posición política no da el derecho de algunos,
que en la actualidad gozan de posiciones de poder, apoyados por la impunidad, y
que argumentan en favor de sus actos una supuesta defensa de una revolución que
nadie entiende, aplicando el agavillamiento, ya que no son lo suficientemente
hombres para enfrentarse en igualdad de condiciones, golpeando entre varios a
estudiantes que no deben pasar de 20 años, indefensos ante la barbarie a la que
son sometidos.
El aguante de quienes no creen en la violencia como método de
lucha, también tienen sus límites, la indignación va acumulando resentimiento,
y esto ha llevado a pueblos enteros a enfrentamientos fratricidas, guerras que
sabemos cuándo empiezan, pero no cuándo terminan. No me queda más que pedir a
aquellos que pueden hacer algo para que esto no siga ocurriendo que lo hagan, que
aún hay tiempo, no sea que luego les toque arrepentirse de no haber actuado, y en
un momento dado se encuentren llorando al lado de un ser amado que fue
asesinado por el cultivo de odio que por tiempo él mismo promovió.
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