LO PEOR QUE PUEDE PASAR
Lo peor que puede pasar es que no pase nada, posibilidad cierta de
mantener los sectores democráticos la rutina actual cuando el país se desploma.
Esta bien lo que se hace. La solicitud de auditoría integral, las impugnaciones
ante el Tribunal Supremo de Justicia y las actuaciones más recientes de
Capriles, pero no es suficiente. Esto no se arregla con el tiempo, ni dándole
larga a episodios inaceptables. Todos sabemos los resultados formales de estas
acciones indispensables para desenmascarar al régimen ante la comunidad
internacional. Nadie confía en el CNE y, aunque parezca una barbaridad, en el
respeto al Derecho por parte del TSJ. Las decisiones están cantadas de
antemano. No habrá sorpresas. Lo cierto es que Capriles ganó y Maduro perdió.
Todo lo demás es mentira, forma parte de esta farsa grotesca.
La semana pasada fue de las más decepcionantes de los últimos años.
Venezuela y buena parte del Continente, comprobaron las limitaciones del señor Maduro para desempeñarse como
Presidente. No nos referimos a los vicios de legalidad de origen, ni a la
legitimidad de ejercicio en el cargo. Se trata de incompetencia manifiesta,
ignorancia enciclopédica y hasta falta de sindéresis en la conducta. Luego de
su primer viaje a La Habana, encuentro con el poder real, emprendió un
calculado recorrido por algunos países del Sur con la intención de comprar
legitimidad a cambio de petrodólares y leoninos acuerdos comerciales contrarios
al interés nacional. Nada nuevo, salvo la desesperación por obtener el
reconocimiento que no ha logrado en Venezuela, salvo el recibido de los restos
del menguado chavismo atrincherado en lo que queda de algunas instituciones.
De acuerdo a cifras oficiales de la semana, la situación económica y
social del país es muy mala. No se sabe de políticas, ni de acciones para
revertir hacia lo positivo las negativas tendencias del presente. Todo se
desmorona. No hay tiempo para paños calientes. El militarismo irracional
desarrollado por el régimen pudiera desembocar en otro que no apoyamos, ni
estimulamos. Pero la posibilidad de un “pinochetazo” a la chilena, una acción
tipo Velasco Alvarado en Perú, o alguna modalidad del siglo XXI, no pueden
descartarse.
Reflexionando sobre estos temas, nos replanteamos la posibilidad de ir a
una Asamblea Nacional Constituyente. El tema es polémico. Lo venimos planteando
desde el año 1989 y cuando fui candidato presidencial en el 93.
Sufrí hasta la oposición de compañeros de partido. Con su calculada ingenuidad,
despejaron el campo para que Chávez levantara la bandera y manipulara el
proceso con las consecuencias conocidas. Las opciones serían, que todo siga
como está, golpe militar o constituyente. Para lo demás no hay tiempo.
oalvarezpaz@gmail.com Sábado, 11 de mayo de 2013
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