Al límite: ¿Asoma un momento constituyente?, por Luis García Mora
PRODAVINCI
Publicado en Mayo 26, 2013
Luis García Mora
Los hechos lo dictaminan.
Y las confesiones del caballero (Mario) Silva lo confirman. El país dejado por Chávez está deshecho.
Dice Goldsmith citado por Tony Judt que “Mal le va al país, presa de inminentes males, cuando la riqueza se acumula y los hombres decaen”.
Chávez era el que manejaba la cosa ideológica y sentimental del compromiso con la gente que confiaba en las “grandes transformaciones revolucionarias” ofrecidas por él.
Pero en la realidad fáctica, dura y tiesa, el chavismo tenía tres ejes que le daban sostén a la “Revolución”, con el mismo peso: las empresas guisadoras, los militares y el estamento político. Todo engranado.
A partir de la “rebelión de los testaferros” que él detectó y desmanteló mandando a la cárcel a los que no pudieron escapar prestos a Miami, sofocó (con la sempiterna larga mano cubana que ha formado y forma parte del gobierno nacional) la embestida. Dicen.
Ya no se calaban a Giordani y sus maneras estatizantes y sovietizantes de desmantelar la economía, condenándolo todo y a todos a la ruina. Sin embargo, esas fuerzas productivas (que en su certeza de que lograrían triunfar se adelantaron a comprar bancos, industrias, servicios, y todo lo a lo que se podía echar mano, inclusive a una empresa de telecomunicaciones), ese eje económico del chavismo aportaba a un país devastado cierta actividad económica que desaparece cuando ese estamento se desploma, el juego colapsa y el Jefe muere.
Colapsa pero no desaparece. Y aquí está el juego, como dicen: unos buenos miles de millones de dólares como reparto de la torta. “Estar en el poder significa direccionar esos miles de millones de dólares para éste o el otro lado”. Es lo que toca.
Así que el juego se repliega, se rearma.
¿Es aquí en este contexto donde hay que ubicar las confesiones del caballero Silva al gobierno de Cuba?
Con la argucia política de una guerra ficticia contra el imperialismo (con Estados Unidos tenemos hoy el mayor intercambio comercial de todos los tiempos: 8 mil millones de dólares), que ocupaba todos los pensamientos, fue posible convertir a un país entero en una máquina de guerra ficticia al servicio de una economía de guerra no ficticia.
Pero que permitió el mayor enriquecimiento conocido de los estamentos de esta “Revolución”.
Todo protegido por la cerrazón institucional y el blindaje.
Y eso es lo que denuncia Mario Silva, o lo que trasciende de esa fuerza escatológica desbocada, de ese chorro de mierda nacional proyectado con el impacto de un verdadero puñetazo.
Contundente, por dos razones. Una, porque se trata de quien se trata, un hombre con innegable vocación de matón que junto y con el aval del propio Presidente de la República y el canal del Estado, pudo convertirse en la referencia mediática central, fundamental, de lo que se sigue llamando (no tanto) “Revolución”. Incluso más que Cabello y Maduro, postergados por Chávez y Fidel a la hora de encumbrar esa voz: La voz (como el Frank Sinatra de aquella mafia), a la que jamás se podrá olvidar cuando interrumpía sus nocturnos asesinatos morales para levantar el teléfono y decir ¡quietos, señores!, que está llamando el Presidente de la República, para continuar luego destripando el cadáver.
Y la otra razón, por las formas y el contenido disolvente del Informe.
Cualquiera que sea el esquema del actual juego político, Diosdado y no sólo él: Maduro, están tocados.
Por la forma delincuencial del envoltorio, fiel a la “cultura” del “pran” de penal, que con su inflexión policíaco militar de sótanos de contrainteligencia de seguridad del Estado, despide el insoportable tufo de una atmósfera criminal.
Y, luego, por la bomba en racimo que suelta. Muy elaborada y calculada en dosis exactas. Subrayándose algo: victimiza a Maduro y prácticamente lo coloca ante un golpe de Estado.
(Cosa no extraña hoy cuando la FAN se la ha dedicado plenamente a la política)
Pero quizás, por encima de todo, lo más grave de esta bomba en racimo, sea su efecto de disolución institucional.
No hay (o no luce que haya) institucionalidad o Poderes Públicos autónomos e independientes del personalismo hegemónico fallecido, que se soporte en unas mayorías con consenso. Flotan sobre una masa desencantada.
Y la Nación ya resiente ese enorme vacío.
Tanto, que en alguna reciente medición de opinión lo de una Constituyente se despierta. Cobra vida. Por lo que ya no solamente se trataría políticamente (como pide Capriles) de la relegitimación de la Presidencia de la República. De la reformulación de la elección indefinida. De la reformulación de la duración de la Presidencia. De la forma de seleccionar a los miembros de los Poderes.
Sino de la total relegitimación de los Poderes.
Pacífica.
Democráticamente.
- La ola sube. Las concentraciones de
Capriles así lo dicen. Crecientemente. Y su discurso. En Barquisimeto
junto con Henry Falcón exhortó a todos sus seguidores a “darle una
ayudadita a los que están abriendo los ojos, de modo que cuando se repita el proceso electoral presidencial,
el apoyo que se recabe sea de 10 millones de votos y así no puedan
escamotearnos la victoria”.
Cuando se repita el proceso electoral presidencial, no porque se camine el sendero del golpe o a lo CAP se pronuncie el Tribunal Supremo de Justicia, sino, democrática y pacíficamente cuando desde abajo se despliegue la ola. Y montada sobre la cruda realidad, y con el lema “tenemos Patria” Capriles fustiga: “¿Usted sabe qué es tener patria? Tener gas, que no se vaya la luz, que abra el grifo y tenga agua, que sus hijos tengan un empleo y usted camine tranquila por la calle”. No, esta historia aun no termina…
- Los comentarios se suceden crispados dentro del Gobierno y la oposición. “Coño, tienen que entender, tenemos un gobierno distinto. Un nuevo gobierno. Si hubo temor a que Chávez podía estatizar todo y eliminar el sufragio universal, no lo hizo.
¿Conviene desalojarlo? No. Aunque debe cambiar su conducta, con el sector empresarial y llegar a ciertos acuerdos con el sector político y la oposición. Planear su acción para el 2015 y el 2019. Y la oposición debe desactivar esta locura sin desconocer a Nicolás Maduro, porque esto es una oposición que sólo la aguantaba Chávez, y que CAP supuso que él la aguantaría y no pudo”…
- Se repite como un mantra: “El régimen tiene que respetar la representación legítima de la oposición. Sin respeto a la representación legítima de la oposición no hay en rigor sistema democrático en condiciones de sobrevivir con un mínimo de estabilidad”…
Y las confesiones del caballero (Mario) Silva lo confirman. El país dejado por Chávez está deshecho.
Dice Goldsmith citado por Tony Judt que “Mal le va al país, presa de inminentes males, cuando la riqueza se acumula y los hombres decaen”.
Chávez era el que manejaba la cosa ideológica y sentimental del compromiso con la gente que confiaba en las “grandes transformaciones revolucionarias” ofrecidas por él.
Pero en la realidad fáctica, dura y tiesa, el chavismo tenía tres ejes que le daban sostén a la “Revolución”, con el mismo peso: las empresas guisadoras, los militares y el estamento político. Todo engranado.
A partir de la “rebelión de los testaferros” que él detectó y desmanteló mandando a la cárcel a los que no pudieron escapar prestos a Miami, sofocó (con la sempiterna larga mano cubana que ha formado y forma parte del gobierno nacional) la embestida. Dicen.
Ya no se calaban a Giordani y sus maneras estatizantes y sovietizantes de desmantelar la economía, condenándolo todo y a todos a la ruina. Sin embargo, esas fuerzas productivas (que en su certeza de que lograrían triunfar se adelantaron a comprar bancos, industrias, servicios, y todo lo a lo que se podía echar mano, inclusive a una empresa de telecomunicaciones), ese eje económico del chavismo aportaba a un país devastado cierta actividad económica que desaparece cuando ese estamento se desploma, el juego colapsa y el Jefe muere.
Colapsa pero no desaparece. Y aquí está el juego, como dicen: unos buenos miles de millones de dólares como reparto de la torta. “Estar en el poder significa direccionar esos miles de millones de dólares para éste o el otro lado”. Es lo que toca.
Así que el juego se repliega, se rearma.
¿Es aquí en este contexto donde hay que ubicar las confesiones del caballero Silva al gobierno de Cuba?
Con la argucia política de una guerra ficticia contra el imperialismo (con Estados Unidos tenemos hoy el mayor intercambio comercial de todos los tiempos: 8 mil millones de dólares), que ocupaba todos los pensamientos, fue posible convertir a un país entero en una máquina de guerra ficticia al servicio de una economía de guerra no ficticia.
Pero que permitió el mayor enriquecimiento conocido de los estamentos de esta “Revolución”.
Todo protegido por la cerrazón institucional y el blindaje.
Y eso es lo que denuncia Mario Silva, o lo que trasciende de esa fuerza escatológica desbocada, de ese chorro de mierda nacional proyectado con el impacto de un verdadero puñetazo.
Contundente, por dos razones. Una, porque se trata de quien se trata, un hombre con innegable vocación de matón que junto y con el aval del propio Presidente de la República y el canal del Estado, pudo convertirse en la referencia mediática central, fundamental, de lo que se sigue llamando (no tanto) “Revolución”. Incluso más que Cabello y Maduro, postergados por Chávez y Fidel a la hora de encumbrar esa voz: La voz (como el Frank Sinatra de aquella mafia), a la que jamás se podrá olvidar cuando interrumpía sus nocturnos asesinatos morales para levantar el teléfono y decir ¡quietos, señores!, que está llamando el Presidente de la República, para continuar luego destripando el cadáver.
Y la otra razón, por las formas y el contenido disolvente del Informe.
Cualquiera que sea el esquema del actual juego político, Diosdado y no sólo él: Maduro, están tocados.
Por la forma delincuencial del envoltorio, fiel a la “cultura” del “pran” de penal, que con su inflexión policíaco militar de sótanos de contrainteligencia de seguridad del Estado, despide el insoportable tufo de una atmósfera criminal.
Y, luego, por la bomba en racimo que suelta. Muy elaborada y calculada en dosis exactas. Subrayándose algo: victimiza a Maduro y prácticamente lo coloca ante un golpe de Estado.
(Cosa no extraña hoy cuando la FAN se la ha dedicado plenamente a la política)
Pero quizás, por encima de todo, lo más grave de esta bomba en racimo, sea su efecto de disolución institucional.
No hay (o no luce que haya) institucionalidad o Poderes Públicos autónomos e independientes del personalismo hegemónico fallecido, que se soporte en unas mayorías con consenso. Flotan sobre una masa desencantada.
Y la Nación ya resiente ese enorme vacío.
Tanto, que en alguna reciente medición de opinión lo de una Constituyente se despierta. Cobra vida. Por lo que ya no solamente se trataría políticamente (como pide Capriles) de la relegitimación de la Presidencia de la República. De la reformulación de la elección indefinida. De la reformulación de la duración de la Presidencia. De la forma de seleccionar a los miembros de los Poderes.
Sino de la total relegitimación de los Poderes.
Pacífica.
Democráticamente.
Cráteres
Cuando se repita el proceso electoral presidencial, no porque se camine el sendero del golpe o a lo CAP se pronuncie el Tribunal Supremo de Justicia, sino, democrática y pacíficamente cuando desde abajo se despliegue la ola. Y montada sobre la cruda realidad, y con el lema “tenemos Patria” Capriles fustiga: “¿Usted sabe qué es tener patria? Tener gas, que no se vaya la luz, que abra el grifo y tenga agua, que sus hijos tengan un empleo y usted camine tranquila por la calle”. No, esta historia aun no termina…
- Los comentarios se suceden crispados dentro del Gobierno y la oposición. “Coño, tienen que entender, tenemos un gobierno distinto. Un nuevo gobierno. Si hubo temor a que Chávez podía estatizar todo y eliminar el sufragio universal, no lo hizo.
¿Conviene desalojarlo? No. Aunque debe cambiar su conducta, con el sector empresarial y llegar a ciertos acuerdos con el sector político y la oposición. Planear su acción para el 2015 y el 2019. Y la oposición debe desactivar esta locura sin desconocer a Nicolás Maduro, porque esto es una oposición que sólo la aguantaba Chávez, y que CAP supuso que él la aguantaría y no pudo”…
- Se repite como un mantra: “El régimen tiene que respetar la representación legítima de la oposición. Sin respeto a la representación legítima de la oposición no hay en rigor sistema democrático en condiciones de sobrevivir con un mínimo de estabilidad”…
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