28/05/2013 | Actualizado: 06:49 a
A Antonio Cova, Maestro
Cuando ocurre un delito o se
sospecha su ocurrencia, los detectives comienzan su trabajo analizando la
escena del crimen, identificando la víctima, investigando el motivo y la
oportunidad, descubriendo el arma del delito, buscando pistas, interrogando testigos,
atando cabos sueltos para consolidar las pruebas y evidencias firmes que los
lleven a imputar a los culpables.
Dadas las sospechas surgidas
en relación a los resultados de las elecciones presidenciales anunciados por el
CNE el 14-A-13, un equipo técnico-político-forense se dedicó a analizar este
sonado caso. El detective jefe fue el Inspector Grison Rincón, maracucho
experto en descubrir triquiñuelas, acompañado por el Agente Secreto alias
Lupita, quien con su lupa chiquita consigue hasta la pista más pequeñita. La
investigación se centró en los hechos ocurridos el mismo día de las elecciones
y en las cifras oficiales suministradas por el CNE, sin desconocer la
importancia e impacto de los eventos ocurridos antes y después de esa fecha.
Delitos y Víctimas
Se sospecha del delito de
Estafa Electoral con Falsificación de Votos a favor de un candidato, mediante
la Usurpación de identidades y del
Voto de personas presentes en el Registro Electoral (vivas y muertas) y
ausentes el día de las elecciones. Además hay evidencias de otras
irregularidades, tipificadas como delitos electorales, como el Voto Asistido
Obligado, que afectaron los resultados.
La víctima principal de estos
delitos es la Democracia; fue vulnerada la Voluntad del Electorado y robado el
triunfo del candidato Henrique Capriles, la MUD y sus electores. Otras víctimas
colaterales son la Confianza en el CNE que quedó severamente afectada, la
Legitimidad del “presidente” anunciado que lleva plomo muy pesado en el ala, y el
Legado del difunto ex-presidente que quedó maltrecho. Se puede decir que los
autores de estos delitos “mataron varios pájaros de un golpe”.
Pistas e indicios
Parte de la pesquisa acerca
de los resultados anunciados requiere de análisis numéricos comparativos de los
resultados electorales del 7-O y del 14-A, los cuales se facilitan porque el
Registro Electoral fue el mismo (con 427 nuevos electores que estaban en
revisión y fueron habilitados). Esto permite identificar las variaciones de la
distribución de los votos y hacer comparaciones válidas entre los dos procesos.
Vayamos al grano, analicemos
varios indicios hallados en la escena del crimen:
Una pista importante es la mínima variación de la abstención el 14-A. En números redondos se abstuvieron apenas unos 120.000 electores más que en las elecciones del 7-O cuando compitió por última vez el entonces presidente Chávez. Para efectos de estos análisis, asumamos que esta pequeña abstención adicional se distribuyó 50/50 para cada candidato.
Este bajo índice de
Abstención es sospechoso ya que en todos los procesos electorales de los
últimos 14 años, en ausencia de Chávez la participación electoral bajaba
significativamente. Todos los expertos esperaban una abstención mayor; incluso
todas las encuestadoras que suelen pronosticar porcentajes bajos de abstención,
que luego la realidad desmiente. Una pista importante es la mínima variación de la abstención el 14-A. En números redondos se abstuvieron apenas unos 120.000 electores más que en las elecciones del 7-O cuando compitió por última vez el entonces presidente Chávez. Para efectos de estos análisis, asumamos que esta pequeña abstención adicional se distribuyó 50/50 para cada candidato.
Esta pista podría indicar que hubo usurpación de votos de aquellos que no fueron a votar, por parte de quienes se sospecha sean los autores de esta estafa. Es decir, los detectives suponen que la abstención apareció falsamente baja porque a las personas que no fueron a votar, les robaron la identidad y votaron por ellas.
Este elemento llevó a los
investigadores a otro indicio muy relevante: el análisis estadístico de los
resultados permitió identificar y cuantificar los Centros electorales con
índices anormalmente bajos de Abstención, generados muy probablemente por el
Voto Usurpado descrito antes. Veremos los datos numéricos en la segunda
entrega.
Otra pista indica que los votos que perdió
Maduro en relación a Chávez en su gran mayoría migraron a Capriles, sin pasar
por la abstención. Maduro perdió unos 605.000 votos respecto a la última
votación de Chávez, de estos apenas el 10% fue por causa de abstención (unos
60.000 chavistas, como se indicó en el punto 1) y el resto, ¡el 90%!, los
perdió porque 545.000 chavistas votaron por Capriles.
En otras palabras ¡por cada
chavista que se abstuvo, 9 votaron por Capriles!
¿Alta traición o deslave rojo? Esto es
extraordinariamente y extremadamente extraño, en la jerga de los
investigadores.
La conducta política normal
es la contraria: los chavistas descontentos con el “sucesor” nombrado por
Chávez, tienden en primer lugar a votar por él “tapándose la nariz” por
disciplina y lealtad al Comandante, en segundo lugar pueden decidir abstenerse,
y sólo en última instancia, algunos deciden votar por el “enemigo”.
Así lo confirma incluso
Eleazar Díaz Rangel, Director del Ultimas Noticias, cuya tendencia política es
conocida, en su artículo del domingo 12 de Mayo: “Se entiende que chavistas se
abstengan por triunfalismo, y hasta por descontento, pero que voten en contra,
son palabras mayores”
En efecto son palabras
mayores y despiertan sospechas mayúsculas acerca de la reducción artificial del
índice de abstención. Los detectives suponen que en realidad un número
significativo de electores chavistas se abstuvo de ir a votar el 14-A y que los
estafadores electorales votaron a nombre de ellos y a nombre de muchos de los
muertos aún inscritos en el Registro Electoral, en ausencia de testigos y
observadores desalojados previamente con violencia, según lo confirma el informe
de la Red de Observación Electoral que se presentará en la siguiente entrega de
esta serie de intrigas.
Entre los indicios más impactantes está el
descubrimiento que en 3.224 mesas Maduro sacó más o igual cantidad de votos que
Chávez el 7-O. Según los resultados anunciados, Maduro le ganó a Chávez en más
del 8% de las mesas a nivel nacional, con una ventaja de 5,7%, casi 4 veces
mayor que la supuesta ventaja sobre Capriles: Maduro: 52,85% – Chávez: 47,15%.
¿¡Existen Maduristas no Chavistas!? ¡Qué molleja! exclama el detective Gríson
Rincón. Eso no se lo creen ni ellos mismos.
Este “misterio” podría
indicar que en el afán de “usurpar votos” a favor de Maduro, se les fue la mano
y ultrajaron la memoria de su líder invencible haciéndole perder frente a
Maduro en estas mesas, cuando a nivel nacional este dilapidó la ventaja con la
que había ganado Chávez (unos 1.600.000 votos) y la redujo a apenas unos
225.000 votos (supuestos), es decir la brecha disminuyó en aprox.1.375.000
votos (¡86%!).
Otro indicio
investigado tiene que ver con los Votos Nulos, no sólo por su bajo índice en
relación a elecciones presidenciales pasadas (0,44% el 14-A-13; 1,89% el
7-O-12; 1,35% el 3-D-06), sino por la alarmante pista descubierta en el
análisis de los resultados electorales por Parroquia: en poblados pequeños y
zonas rurales el índice de Votos Nulos es anormalmente bajo (0,24%); mucho
menor que el promedio nacional (0,44%).
Los Votos Nulos son producto
de errores del votante, cuando por ejemplo, presiona el botón de Votar antes de
que se active la selección de su candidato en el tarjetón.
Por alguna extraña razón los
votantes del resto del país se equivocaron en promedio casi el doble que los
habitantes de estos lugares apartados.
Esto sugiere que se aplicó de
forma muy extendida el Voto Asistido Obligado, o “Voto a Juro”, como lo reseña
el informe de la Red de Observación Electoral mencionado.
La acumulación de estos
indicios, tanto por anormalidades numéricas como por inconsistencias políticas,
arrojan oscuras sombras de dudas más que razonables sobre el resultado
electoral, dado el estrecho margen diferencial entre Maduro y Capriles anunciado
por el CNE.
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