CONSPIRACIÓN FATAL EN MARCHA
El pasado 5 de enero se dio un paso más en la conspiración que se
ejecuta contra el constitucionalismo democrático y sus instituciones. Se trata
de un nuevo golpe de estado, de ejecución progresiva, para garantizar el
continuismo del régimen, con o sin Hugo Chávez. La integración de la nueva
directiva de la Asamblea
y el tono de los discursos oficialistas, se ubican dentro de la estrategia
golpista. La conspiración está en marcha. No nos sorprende. De manera abierta
los principales voceros del proceso preparan a la opinión pública nacional e
internacional para el zarpazo. La fecha fijada por la Constitución para la
juramentación del presidente electo no admite interpretaciones extensivas. Debe
hacerlo ante la Asamblea
o el Tribunal Supremo ese día. Si no quiere o no puede, se encargará de la Presidencia el
presidente de la Asamblea Nacional.
La Carta Magna
también define las circunstancias relativas a la ausencia temporal o definitiva
del Presidente electo. Los demócratas verdaderos no pueden salirse de esas
normas, a menos que estén dispuestos a asumir las consecuencias que ella misma
establece al señalar la obligación de los ciudadanos, investidos o no de
autoridad, de desconocer cualquier régimen, legislación o autoridad que
contradiga sus disposiciones fundamentales.
En estos temas no valen interpretaciones acomodaticias, contrarias a
Derecho, así provengan del TSJ. Todos sabemos que está al servicio de la
“revolución” chavista, como las ramas del poder público. Por fuera queda la Nación. Es decir, la gente, el
ciudadano común que no vive de la política, ni de los partidos, ni de los
gobiernos. Esa persona humana que sufre y espera un destino mejor, que quiere
alcanzar la seguridad de su familia.
Maduro y Cabello califican de “formalismos” las normas constitucionales.
Ellos saben que en derecho público, las formas son parte del fondo. Lo
condicionan. No son tan ignorantes, aunque parecieran. Sus asesores pregonan la
idea de la revolución permanente. No puede estar sometida a la camisa de fuerza
de un orden jurídico estable. Perdería su condición revolucionaria. En
consecuencia, primero van los hechos y después el Derecho. La base jurídica
será siempre flexible, relativa, sujeta a interpretación de órganos bajo
control. Así se pretende prolongar indefinidamente la revolución, con Chávez
vivo, enfermo, incompetente para gobernar e incluso, muerto. Olvidemos eso de
elecciones o separación de poderes. La oposición debe sacudir ese estado de
ánimo, de cierta resignación conformista o pesimista.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 7 de enero de 2013
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