A continuación un extracto del libro "Pensando en ti Venezuela. Una Biografía de Dámaso Blanco.
Saludos
El día de su debut “tenía el corazón en la boca, porque me tocó jugar en
tercera base, delante de un campocorto de nombre Alfonso Chico Carrasquel, mi
ídolo de toda la vida en el beisbol. Cada vez que volteaba el Chico estaba
detrás de tercera, en el hueco, sobre la grama interior, a dos pasos de segunda
base. Era increíble cómo se movía por toda esa zona entre segunda y tercera. A
veces llegaba hasta detrás de la segunda base, agarraba la pelota y lanzaba a
primera como si nada”.
La emoción de Dámaso llegaba a
niveles insospechados: en una ocasión estaba en el ambiente el toque de pelota
por la antesala, y Dámaso veía tanto los movimientos del bateador como hacia el
campocorto. El Chico le indicaba con la barbilla que se enfocara en jugar adentro.
Dámaso se adentraba en la grama interior pero instintivamente miraba hacia
donde cubría Alfonso Carrasquel.
Cada vez que regresaban al dugout, Dámaso buscaba sentarse lo más
cercano a Carrasquel. En una ocasión le preguntó qué tan adelantado debía jugar
un campocorto con el cuadro adentro. El Chico se lo quedó mirando. “Pero tú
eres tercera base”. “A veces también juego short stop y tengo la duda de si el
bateador va a dragar la pelota o va a batear duro”. El Chico se pasó la mano
entre los labios y la barbilla, y se quedó mirando a Dámaso. “Si quieres,
cuando se presente esa situación mira hacia el segunda base y después hacia el
shortstop, y de acuerdo a donde estén ellos tienes que encontrar la ubicación
que más te convenga, porque el tercera base es uno de los que tiene que estar
más atentos a cualquier jugada de toque y a la vez tener los reflejos para
regresar si cambian la seña”.
Dámaso seguía segundo a segundo
cada movimiento del Chico. Cuando éste casi se daba cuenta, Dámaso se volteaba
y empezaba a silbar. “¿Qué te pasa, novato? ¿Es que nunca has visto a un
pelotero hacer su rutina?” “Sí, pero nunca lo había hecho con el pelotero que
ha sido mi ídolo de toda la vida”. El Chico se sonrió y dio dos palmadas en el
hombro de Dámaso. “No es para tanto”.
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