Blog de Víctor José López /Periodista

domingo, 12 de agosto de 2012

MARLENE CASTILLO y su Olla de grillos



¿Alfombra roja o guillotina?

La alfombra roja se ha convertido en un elemento protagónico en cualquier ceremonia que se precie de importante.
Por: Marlene Castillo



¿Alfombra roja o guillotina?
La alfombra roja no les cuesta mucho a los artistas Foto:Archivo

Aunque la cosa se ha “popularizado” demasiado y no siempre vemos cruzar esa moqueta a los más relevantes, sino a los más audaces; léase: los más ávidos de pantalla. Desde los Oscar y los Emmy, la fiebre se ha extendido y ahora hasta las premieres de telenovelas muestran ese privilegiado camino. Es tal la importancia de la “red carpet”, que hasta el mismo premio y los nominados suelen pasar, si no a un segundo plano, sí a competir con este espectáculo paralelo que no pocas veces brilla más que el que se supone es el principal. Lo que realmente importa es ver qué “percha” van a lucir las figuras y hay especialistas que ensalzan o vuelven trizas los atuendos y accesorios, como Joan Rivers y su hija Melissa. Pero para quienes queremos ver el espectáculo en sí, este desfile, donde la abanderaba es la fatuidad, se hace tedioso. Se ha banalizado tanto que obligan a los famosos a montarse en una plataforma giratoria para verlos desde todos los ángulos, después de que dan detalles de lo que llevan puesto, como las medias Dolce&Gabanna, las joyas Cartier y Harry Winston, los accesorios Van Cleff and Arpels, o zapatos LouisVuitton.
Los artistas que asisten a las alfombras rojas no se gastan tanto dinero como la gente cree; el caso de los grandes premios, las casas de moda se pelean por confeccionar trajes exclusivos, joyas, zapatos y accesorios -prestados, por supuesto- para utilizar a estas luminarias como si de modelos de pasarela se tratara. Pero caminar sobre la alfombra es casi tan peligroso como hacerlo sobre la cuerda floja. Son pocos los desfilan con sobrada personalidad y un desparpajo que desconciertan. Así ocurrió con Sharon Stone, nominada al Oscar como Mejor Actriz por la película “Casino”, cuando Joan Rivers le preguntó de quién era ese espectacular diseño; con actitud descarada y burlona, la actriz respondió, palabras más, palabras menos: “Esta falda larga estaba en mi armario hace años y no recuerdo ni dónde la compré, y la franela que llevo la compré en Banana Republic ayer por 24 dólares”. De más está decir que al día siguiente, la cadena de ropa informal Banana Republic ya había vendido todos los modelos de la franela que lució la rubia. Hay que tener personalidad para evadir la fatuidad y, lo que es más importante, dar de qué hablar sin caer en lo “políticamente correcto” de estos shows previos a las entrega de premios.
Hace poco, Globovisión transmitió una alfombra roja con motivo del lanzamiento de una revista. Fue extrañó ver a analistas serios y periodistas de trayectoria caer en el juego, al permitir que la banalidad ganara terreno, cuando aludían o daban detalles de lo que llevaban puesto: desde la marca de los zapatos hasta la gomina del pelo. Viéndolos, me imaginaba lo que pasaría si alguien soltara: “Llevo zapatos de Manacho, la corbata es de Tu Corbata, el flux es de Montecristo, la camisa Van Heusen, las medias son cha cha cha y el perfume que llevo es la versión factory de Dolce&Gabanna... ¡ah! y mi esposa está vestida por la boutique de "El gancho”. Por cierto, allí estuvo Luis Chataing, quien, más o menos en esa onda, dijo. “Llevó un auténtico Televen, es mi uniforme para hacer el programa”. El Miss Venezuela no podía escapar de esa tendencia y por primera vez en 60 años estrenará su alfombra roja, cuya anfitriona será Eglantina Zingg. Veremos cuántos salen ilesos de la crítica ácida, que no siempre es la más acertada. ¡TAPADA LA OLLA!

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