Elba Escobar, muchas tablas para exportar |
Marlene Castillo
marlencas28@hotmail.es
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No es secreto que tras el cierre de Rctv y ante la escasa producción de dramáticos nacionales, el teatro tomó un auge comercial, con diversas propuestas que atraen la atención del público: para muchos actores, las tablas se han convertido en un salvavidas para subsistir en un medio deprimido por la crisis.
Incursionan en esta expresión del arte histriónico, no solamente como intérpretes, sino también como productores, con mayor o menor fortuna. Lo bueno es que esta movida teatral local ha traspasado las fronteras de nuestro país, convirtiéndose, para decirlo de alguna manera, en un “producto” de exportación. Así, vemos cómo el teatro venezolano agarra fuerza en Estados Unidos, específicamente en la ciudad de Miami, donde la colonia de compatriotas es muy extensa. Este movimiento, impulsado entusiastamente por nuestros artistas, se ha acrecentado por la cantidad de venezolanos que, mudados al sur de la Florida, constituyen una audiencia cautiva, una apetecible carnada que se lanza a ver las obras nacionales y a sus figuras más populares, pero también, y por encima de todo, por sentir la cercanía de la patria que dejaron atrás, en buena parte de los casos, por no decir la mayoría, en contra de su voluntad.
En esto del auge teatral hay que ser objetivo pues no toda la oferta cumple con los mínimos requerimientos en lo que a calidad se refiere. Al contrario, una parte sustancial de ese amplio catálogo deja bastante que desear en términos de excelencia, y se vislumbra que en su deficiente estructura y concepción, y hasta en la elección de las obras, prevalece más la necesidad de ganarse un dinero lo más fácilmente posible, que ofrecer calidad a un público tan generoso como entusiasta, compuesto por los venezolanos que van a ver esas piezas. Ojo porque esto podría terminar matando la gallina de los huevos de oro. Pero eso será tema para aliñar otra Olla. Entre el amplio abanico de opciones teatrales exportado a tierras del Norte, tenemos versiones de “Toc Toc”, en cuyo elenco se vio a Carlos Mata y Marjorie De Sousa; los “Monólogos de la vagina”, con Alba Roversi, Gledys Ibarra y Liliana Rodríguez, que con casi un año en cartelera inició otra temporada en el Trail Trail Theater, de Coral Gables, precedido por luminarias criollas como María Conchita Alonso y Sonya Smith.
También por la capital del sol pasaron “Las Invisibles”, bajo la dirección de César Sierra, con Amanda Gutiérrez, Alicia Plaza, Miriam Ochoa y Mena Napolitano, y “Al pie del Támesis”, obra de Mario Vargas Llosa, protagonizada por Fabiola Colmenares e Iván Tamayo. Han surgido otras iniciativas, como la de Luis José Santander, quien, radicado en Miami, le compró al argentino Ricardo Talesnik los derechos de su comedia “La quiero a las dos”. Allí se desempeña como productor ejecutivo y actor. La pieza la estrenó este mes en el teatro del James L. Knight Center y el objetivo es llevarla a otras ciudades de los Estados Unidos. Se hace acompañar por la mexicana Gaby Rivero y por Scarlet Ortiz, quien hace su debut formal en las tablas. Por si fuera poco, el 4 y 5 de mayo, en el Teatro Trail, se presentó la comedia “Relatos borrachos”, escrita por Enrique Salas y dirigida por Elba Escobar, que en Caracas se presentó en dos temporadas, a sala llena, en el Centro Cultural Corp Group, con las muy notables actuaciones de Daniela Alvarado, Caridad Canelón, Eduardo Orozco y Nacho Huett. Como vemos, las piezas mencionadas, entre otras, nos dan pie para sentenciar que tenemos mucha “tabla” para exportar¡TAPADA LA OLLA!
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