viernes, 18 de noviembre de 2011
Timochenko, más de lo mismo
En los últimos seis años no ha habido ni una sola prueba de inteligencia militar o policial que demuestre que está o ha estado en el país. Dirigir la guerra desde el exterior, muy cerca de nuestras fronteras patrias, le dará a él cierta tranquilidad, pero seguramente no tendrá mayor injerencia sobre sus diferentes frentes guerrilleros, dispersos en la geografía nacional y cada vez más fragmentados y aislados
EL COLOMBIANO
Medellín 18 de noviembre de 2011
Con la designación, con tanta urgencia o prontitud de alias "Timochenko", como nuevo comandante de las Farc, el grupo pretende hacerle creer al país que tiene capacidad de cohesión e interacción, al menos en el Secretariado. También que no está derrotado, como lo dice la institucionalidad, y que habrá guerra para rato, pues lo suyo no es el diálogo.
En los últimos seis años no ha habido ni una sola prueba de inteligencia militar o policial que demuestre que está o ha estado en el país. Dirigir la guerra desde el exterior, muy cerca de nuestras fronteras patrias, le dará a él cierta tranquilidad, pero seguramente no tendrá mayor injerencia sobre sus diferentes frentes guerrilleros, dispersos en la geografía nacional y cada vez más fragmentados y aislados.
"Timochenko" no es un intelectual, como erróneamente se calificó a "Cano", quien tampoco lo fue. De él no se conoce ningún documento, ensayo o una idea grande, que es lo mínimo que se le pide a un intelectual. Ambos hicieron unas lecturas de un mundo bipolar, escrito en blanco o negro, que desapareció con la caída del Muro de Berlín, hecho que tampoco supieron leer, lo que dejó a la insurgencia colombiana en las catacumbas ideológicas.
Las Farc no pueden olvidar que el río de la historia escoge sus orillas y que en el mismo solo se puede navegar con sentido lógico. Las Brigadas Rojas italianas desaparecieron al verse deslegitimadas políticamente; igual suerte corrieron el Ira, en Irlanda, y Eta en España, repudiados por la sociedad. Y, prácticamente, todos los grupos terroristas del mundo que, tras comprender el cambio de los tiempos, se desmovilizaron e integraron a las sociedades que combatían, para hacer parte de las nuevas realidades y dinámicas sociales.
¿Por qué, entonces, las Farc insisten en su autismo político?, ¿por qué no parecen tener la capacidad de comprender la realidad histórica, de leer las nuevas dinámicas mundiales para jugársela por la búsqueda de acuerdos? La respuesta está en el narcotráfico, que no sirve a la tropa rasa, pero sí a los comandantes y capos, porque en la guerrilla de hoy también hay capos. En este contexto, la divisa política que las Farc lanzaron o perdieron en su cuarto de trastos viejos, solo la esgrimen como estandarte de reivindicaciones "sociales" para conservar el jugosísimo negocio.
Estratégica y militarmente, a las Farc les quedará imposible retornar a los niveles de combatividad que tuvieron cuando acudieron envalentonadas a su diálogo de sordos en el Caguán. La soledad e incomunicación en que murió "Cano" así lo prueba. En consecuencia, su desafío está en la profundización de su estrategia de guerra jurídica y política, en la que parece tener muy buenos comandantes, esos sí insistiendo en la solución negociada del conflicto armado. Ahí las Farc ganan terreno, mientras más y más militares se paralizan o van a las cárceles.
La tarea que le queda al Estado es tan grande como compleja: atacar a "Timochenko" posiblemente en la tierra de nuestro nuevo "mejor amigo", descubrir y derrotar a sus cabezas en distintas ONG y hacerles entender a algunos altos magistrados que lo suyo no es altruismo, sino una guerra oxigenada por el narcotráfico que irrespeta los mínimos del Derecho Internacional Humanitario.
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