Blog de Víctor José López /Periodista

domingo, 11 de septiembre de 2011

SIMÓN ALBERTO CONSALVI: Las revoluciones terribles (2)

La revolución hispanoamericana es una de las revoluciones terribles, y de modo particular lo fue en Venezuela. Para explicar su carácter en comparación con el modelo inmediato, la Revolución Francesa, Ángel Bernardo Viso observa que mientras esta fue producto de varias décadas de preparación, degradándose al final por la influencia de las sociedades de pensamiento, "en Hispanoamérica el torrente revolucionario irrumpe en forma más repentina, y en unas sociedades no consolidadas; así, al poco tiempo de adoptarse de manera oficial las ideas de autonomía e independencia estas se convierten de inmediato en violencia: la resistencia armada, las represiones y combates sangrientos empiezan en Venezuela a los seis días de haberse proclamado la independencia; es decir, el 11 de julio de 1811".

Doce años después de la revolución bolivariana del presidente Hugo Chávez Frías, la relectura del prefacio de Viso escrito en el año 2000 me persuade de que debo escribir un prólogo al prólogo y no a Las revoluciones terribles. Sin concesiones ingenuas a la tentación de los pleonasmos, hace más de trece años, en 1997, dije que era uno de los libros más importantes escritos en Venezuela.

Una afirmación de esta naturaleza no se hace en vano.

Al asumirla,
me mueve la certidumbre de que simplemente expreso lo que es denominador común entre historiadores y ensayistas políticos. No de los políticos, y lamento escribirlo.

No son los nuestros, ni ahora ni antes, aficionados a la exploración del pensamiento ni a las especulaciones intelectuales que si lo fueran, Las revoluciones terribles estarían inscritas en sus agendas de discusión o de reflexión como una visión crítica de la historia venezolana capaz de hacernos mirar hacia nosotros mismos, muchas veces sin piedad. No lo están, y de ahí tantos equívocos, tantos desmanes de la impostura y tan desmesurada alteración de nuestro proceso histórico.

Dije al inicio que la lectura del prefacio de Las revoluciones terribles repasado doce años después invita a la reflexión e, incluso, al estupor. La razón no es otra que comprobar cómo lo advertido se convirtió en realidad. Viso no se llamó a engaño y percibió con claridad lo que habría de venir. Quiero llamar la atención del lector acerca de lo que encontrará a vuelta de página. Lo invito a que nos detengámonos en los ocho puntos señalados en el prefacio que explican cómo Hugo Chávez Frías ha dominado la sociedad y ha confiscado el Estado venezolano. El primero es definitivo: se trata de un presidente de facto que desconoció la Constitución ante la cual prestaba juramento, y a partir de entonces, 1999, no ha hecho algo diferente a los dictadores de todas las épocas, pelajes y colores: socavar el orden jurídico y vulnerar el Estado de Derecho para eternizarse en el poder, en nombre de la soberanía popular.

Los ocho puntos observados por Viso en 1999 sobre las anormalidades de la política venezolana vale la pena retenerlos y comprobar tantos años después cómo se han convertido en realidad. Entre las cuestiones percibidas entonces fue el sometimiento de todos los poderes a la persona del jefe del Estado. Así se rompió con el equilibrio y la independencia consagrados por la Constitución de 1961, y se despejó el camino de la autocracia. Un tercer elemento, los ascensos militares sin autorización del Senado. La utilización de oficiales activos en misiones políticas. Paso a paso, podría comprobarse ahora, la politización castrense avanzó hasta extremos no previstos.

Lo que entonces se percibió como extralimitación, el uso y abuso de los medios estatales, y la guerra declarada contra los medios privados, devino en sistema y control político de una red todopoderosa, unipersonalmente controlada, y en un conflicto permanente contra los independientes. Tal como Viso lo percibió una década atrás.

De una política exterior de Estado se fue derivando a una política internacional apuntalada en ciertas coincidencias ideológicas, como la relación con Cuba, o posiciones antiimperialistas, como la que propicia los vínculos con Irán. O grandes rivales de Estados Unidos, como Rusia y China, que más que rivales son socios, pero aquí se ven con los anticuados ojos de la Guerra Fría. Y, en el entorno, el abandono de los intereses permanentes del país por lo circunstancial dictado por el propósito de influencia.

De esa manera, Viso sostiene que la praxis del ejercicio del poder ha tratado de colmar la brecha exis tente entre Revolución y Constitución, concentrando todo el poder en manos del caudillo. Reitero, Las revoluciones terribles es uno de los grandes libros escritos en Venezuela. Un texto polémico, cuyo propósito es develar mitos y mirar críticamente el proceso histórico venezolano sin concesiones a las "verdades" establecidas o a los convencionalismos. Una obra que invita a una doble lectura: la histórica y la contemporánea, la teórica y la que se refleja en la realidad que nos concierne.

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