Blog de Víctor José López /Periodista

sábado, 3 de septiembre de 2011

ÁNGELES MASTRETTA: Palabras mágicas




Ayer y antier fui a Guadalajara a ser madrina en el inicio de un programa llamado “Palabras mágicas”, que tendrá dos destinos principales: uno iniciar a los niños de primero y segundo de primaria en la comprensión de la lectura, y otro el de poner al alcance de los trabajadores de la empresa Cuauhtémoc Moctezuma, una biblioteca por planta. Estuvo emocionante. Pero de ahí que yo no hubiera podido escribirles. Cuando viajo se me atraviesan los imposibles cibernéticos y en el Ipad no puedo escribir sino las primeras frases. Por eso ayer sólo eso les mandé: títulos. En uno de ellos avisaba que escribió don José María. Lo hice porque a veces sus cartas emocionan tanto que uno quiere salir a contarlas. Don José María tiene noventa y dos años, por eso tras su firma siempre aclara, “nonagenario activo”. Juan Cruz lo ha nombrado “corresponsal emérito. Menudo y fuerte”. Es todo eso y más. Es muy inteligente, escribe con una frescura de joven y tiene una mirada risueña y melancólica como debiera ser toda mirada que se quiera sabia. La suya lo es.

La carta de ayer está dirigida a mí y a Juan al mismo tiempo, porque con los dos tenía una misma cosa que comentar. Pero eso importa menos que este su modo de escribir como al paso todo tipo de historias. Dice que nosotros somos dos amigos de esos que uno tiene no ya sin merecerlos, sino como de regalo. “Es una pena que me hayan llegado cuando ya mi sol se está poniendo, pero eso hace que el crepúsculo sea más largo y hermoso. Nosotros los canarios creo que debemos tener un cariño especial por el crepúsculo. En nuestra tierra no lo hay prácticamente, al menos en los pueblos del litoral. Allí el sol llega al horizonte y en menos de lo que canta un gallo, desaparece. Aquí en la península y al menos en tierra firme, no en la costa, los atardeceres, cuando el sol se está poniendo y está uno en un sitio montañoso, es una delicia ver como el cielo se va vistiendo de distintos colores, como las nubes se tiñen de rojo, de azul, de amarillo, de negro y nos brindan un espectáculo gratuito sin parecido alguno con lo que uno está acostumbrado a ver”. Y más adelante: “Mis dos amigos son los dos a su vez amigos de los perros y tienen uno en casa. En la mía nunca los ha habido, aunque mi padre era cazador y amigo de ellos, pero decía que ya tenía bastantes animalitos en casa (seis hijos) para encima traer alguno más. Pero comprendo que se les quiera pues la verdad es que acompañan mucho. Mi hermano Rafael sí que siempre los ha tenido, de esos grandes, de hocico largo, muy señoriales. “…” “Ahora que estoy solo en casa, aunque por la noche tengo una muchacha que me han impuesto mis hijos “por si acaso”, creo que me vendría bien tener un perro aquí, echado a mis pies en el despacho. Lo dejaremos para la próxima encarnación siempre que lo haga en un ser humano y no en un gallo de Madagascar como el padre de mi profesor de Geofísica de la Escuela de Minas, según contaba su hijo”

Punto y aparte: Hoy vino a mi casa Eric Nepomuceno, querido escritor y periodista brasileño. Vino con su hijo porque están haciendo unos programas para la tele, en los que él pregunta como de soslayo, y aprovecha para hacer que uno diga, al menos eso pasó conmigo, una confesión tras otra. Hablamos de la emoción, del deseo, de la amistad, de las palabras, de los amores de Emilia Sauri, de Sor Juana, de la muerte, del miedo. Y quedamos felices como si sólo hubiéramos hablado del mar y las montañas.

Punto final: Ya salió Nexos.com Mi Puerto Libre de ahí se llama “El lujo del candor”. A ver qué les parece.

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