Blog de Víctor José López /Periodista

miércoles, 17 de agosto de 2011

Querer es poder, así lo demuestra Endy Chávez

Manolo Hernández Douen
http://www.beisbolporgotas.blogspot.com/


Endy Chávez retorna a lo grande para sobresalir
de nuevo en el Béisbol de Lujo.
(Foto: Cortesía de Texas Rangers)

Endy Chávez, un catalizador, es ahora la prueba viviente de que querer es poder en el béisbol.

Chávez, quien disfruta de una temporada envidiable con los Rangers de Texas, sufrió hace un par de campañas una de esas lesiones que pueden desaparecer del mapa a cualquier atleta.
Al chocar con el paracorto cubano Yuniesky Betancourt en el territorio corto de los jardines, Chávez, que en ese entonces defendía la franela de los Marineros de Seattle, sufrió el desgarre del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha.

Por el hecho de que depende de veloces desplazamientos tanto a la defensiva como a la ofensiva, sus posibilidades de volver exitosamente lucían bien remotas.
Las tinieblas de la incertidumbre llenaron su mente, pero el nativo de Valencia, Venezuela, se empeñó en disiparlas porque en su corazón estaba convencido de que tenía mucho que aportar a la pelota.
“De verdad que tuve muchas dudas”, reconoció Chávez a Béisbol por Gotas. “Sí, definitivamente, no sentía mejoría. Siempre me molestaba la rodilla. No sabía si iba a poder correr normalmente otra vez.
“Pero seguí trabajando duro”, enfatizó Chávez, cuya atrapada sobre la cerca de ocho pies (2.4 metros) del entonces hogar de los Mets de Nueva York Shea Stadium para robarle un jonrón a Scott Rolen, de los Cardenales de San Luis, en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional del 2006 es exhibida a cada rato como uno de los mejores engarces jamás visto.
“Como decía, salga sapo, salga rana, no pierdo nada con intentarlo y tratar de volver otra vez a donde yo estaba”, recalcó el experimentado pelotero de la tierra de Simón Bolívar.
Para el momento de lesionarse, Chávez se había desempeñado con cinco equipos de Grandes Ligas, incluyendo dos temporadas jugando a diario con los entonces Expos de Montreal en el 2003 y 2004, y aquel sobresaliente 2006 en el que promedió .306 con los Mets.
Su habilidad para embasarse, acentuada por su capacidad de tocar muy bien la bola, su excelente defensa y su dominio para batear hacia la pradera contraria, ha sido siempre respetada por tirios y troyanos.
Sin embargo, iba a ser arduo recuperarse por completo. Así lo sabía Chávez, quien tiene 33 años de edad.
Los pasos fueron lentos, pero seguros. Había que gatear antes de caminar, caminar antes de correr. Era necesario tener fe, tener paciencia, esas virtudes que a veces se le escapan a un ser humano que no tenga mucha confianza en sus propias habilidades.
Desde el comienzo de su terapia con los Marineros hasta la enorme ayuda que recibió de especialistas en recuperación física en su propia patria, Endy se encaminó hacia lo que parecía imposible.
Era vital, por ejemplo, fortalecer el cuádriceps para que la rodilla no sufriera mucho.
Con su paulatina recuperación, quedaba de esa manera allanado el camino, siempre y cuando alguna organización tuviera confianza en que sí podía volver con todos los hierros.
Los campeones reinantes de la Liga Americana fueron ese equipo, pero Chávez necesitaba probar que todavía disponía de lo que hace falta para rendir en la meca de la pelota.
“Yo entendía la preocupación de ellos [los Rangers] de que tenía casi dos años sin jugar”, comentó Chávez al rememorar su firma con Texas. “Les dije que yo estaba bien, que aceptaba ir para allá [las Ligas Menores]. De hecho, yo firmé con esa condición. Les dije que no importaba, que yo les iba a demostrar que estaba bien para jugar”.
De lo demás se encargó el fervoroso deseo competitivo de Chávez, quien jugó en apenas ocho partidos a tres niveles diferentes de la organización de los Rangers en el 2010 antes de incorporarse a los Navegantes del Magallanes, uno de los equipos más populares de la pelota latinoamericana, para la temporada invernal venezolana 2010-11.
De regreso a los diamantes norteamericanos en el 2011, promedió .305 en la Liga de la Costa del Pacífico en 128 turnos con el Round Rock Express en Triple “A”, robándose seis bases en seis intentos.
El alto mando de los Rangers estaba pendiente de todo esto. Y cuando se produjo la lesión del guardabosque central dominicano Julio Borbón a mediados de mayo, Chávez recibió la llamada de la tropa de Ron Washington.
“Endy se convirtió en un valioso recurso justo cuando lo necesitábamos”, precisó Washington a una pregunta de nuestro hogar beisbolero. “Borbón se lesionó un tendón de la corva, pero teníamos a Chávez listo en la Triple “A”, lo subimos y desde entonces nadie lo ha podido sacar de la alineación ni del equipo”.
No fue un plan maestro. Fue una combinación de cosas la que derivó en el retorno de Chávez, quien en sus primeras 45 apariciones al bate con Texas promedió .415, incluyendo seis extrabases. Eso motivó a que Borbón fuera reasignado a Triple “A” una vez recuperado de su percance.
“No vislumbramos el futuro con tanta anticipación”, admitió Washington. “No sabíamos si [la firma de Chávez] funcionaría o no. Cuando él estaba lesionado, lo único en que pensábamos era en su rehabilitación.
“Le agradezco a Jon Daniels [gerente general] y a todos los que están allá arriba en la oficina por conservarlo en la organización y el propio Endy merece mucho crédito por tener la paciencia de quedarse esperando por una oportunidad”, subrayó el piloto de los Vigilantes.
“Con nosotros ha hecho un excelente trabajo”, elogió Washington. “Es un veterano que sabe jugar a la pelota. Domina todos los fundamentos del béisbol de una manera sólida. Ha sido una bujía”.
No hay la menor duda de que Chávez ha sido una de las razones del porqué los Rangers, que en cierto momento también sufrieron las bajas de Josh Hamilton y el dominicano Nelson Cruz, jardineros cruciales tanto a la defensiva como a la ofensiva, marchan a paso firme en el Oeste de la Liga Americana.
En sus primeros 53 partidos con los Rangers, el venezolano promedió .320 y hasta ha desplegado tanto o más poder que en temporadas previas al punto de que igualó su tope personal en jonrones (5) en una campaña cuando aún falta bastante camino por recorrer.
La motivación es firme, el esfuerzo por retornar ha coronado sus frutos. La meta es clara.
“Enfocarme en seguir saludable y la ausencia de casi dos años de verdad que me han mantenido con la mente fuerte”, definió Chávez.
En su caso, la moraleja es simple, llana y contundente.
Querer es poder.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.

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