
Edwin Rodríguez disfruta junto a Paola, Mayra y Daniel Alexander
(de izq. a der.) de sus primeras vacaciones de verano en más
de tres décadas, antes de reanudar su placentera carrera beisbolera.
MANOLO HERNÁNDEZ DOUEN
http://www.beisbolporgotas.blogspot.com/
Dicen que no hay mal que por bien no venga.
Edwin Rodríguez será ejemplo viviente de que eso es absolutamente cierto.
No hay duda de que le dolió tener que irse de un extraordinario sueño alcanzado por derecho propio, pero es factible que la capacidad exhibida le abra camino a nuevas y contundentes oportunidades.
Como lo hizo antes y lo hará siempre, el ahora ex dirigente de los Marlins de la Florida se mantiene positivo con miras a lo que pudiera depararle el futuro en el mundo del diamante.
Casi un mes después de haber renunciado al empleo con el que soñó por muchos años, disfruta junto a su familia de sus primeras vacaciones de verano en más de tres décadas.
La pelota siempre va a permanecer en su mente. No le extrañe a usted que esté de nuevo uniformado a comienzos del 2012, ayudando a la juventud a alcanzar sus propios sueños.
“Soy un hombre de béisbol y si tengo que dirigir a una liga de novatos, lo hago”, aseguró Rodríguez desde la Florida, donde descansaba con su esposa Mayra, y sus hijos Paola y Daniel Alexander.
Rodríguez, ascendido de la Triple “A” como dirigente de los Marlins en junio del 2010, informó que ya ha sido contactado por un par de organizaciones, así como para que sea parte de algunos proyectos en Puerto Rico, incluyendo uno con Major League Baseball.
De hecho, un humilde periodista le preguntó si entre esos planes pudiera estar encargarse del timón de una novena en la venidera temporada puertorriqueña.
“Quiero pensar en el próximo paso, sopesar algunas situaciones, pero por ahora quiero darme un buen descanso”, afirmó Rodríguez. “Me voy a tomar el resto del año como vacaciones. No tenía un descanso así desde 1980”.
Ya no piensa en cómo va a elaborar las alineaciones, definir si es hora de sacar o no a un abridor, ni mucho menos pasar por el trago amargo de tener que informarle a un pelotero sobre su envío al banco o, peor, a las ligas menores.
Lo más importante es que ahora puede decir que todo fue positivo entre todas las experiencias que tuvo a su paso por la dirigencia de los peces de la Capital del Sol.
“Aprendí de todas las cosas, tanto de lo bueno como de lo malo”, aseguró el único puertorriqueño que ha dirigido en las Grandes Ligas. “Se produjeron algunas situaciones no tan agradables [como la renuncia], pero aparte de las cosas negativas que son parte de la temporada diría que todas las experiencias vividas fueron positivas”.
Esa renuncia de Rodríguez, que salió a la luz pública el Día de los Padres, fue una de las características más sorprendentes de la primera mitad de la temporada en las Grandes Ligas.
Sin embargo, cada día que pasa el puertorriqueño está más convencido de que fue la decisión que necesitaba adoptar en ese momento.
“No me fui huyendo”, dijo Rodríguez en conversación telefónica con Béisbol por Gotas.
“Esa fue una decisión sopesada”, insistió el amable hombre de béisbol de la Isla del Encanto. “No es que me levanté ese día y dije que iba a renunciar. Lo pensaba desde cuatro, cinco, seis días antes.
“Me daba cuenta de que el equipo no estaba rindiendo y no era por la falta de esfuerzo de los peloteros”, precisó Rodríguez. “Entiendo el juego y sé que en una situación como esa lo que procede es el despido del dirigente.
“Tomé la decisión sin preocuparme de lo que pudiera pensar la gente”, recordó el nativo de Ponce, Puerto Rico, de 50 años de edad.
“Estaba convencido de lo que iban a hacer, pero por respeto a la organización que me dio la oportunidad no lo podía decir”, detalló Rodríguez. “Sé que se sentían incómodos porque sabían de la aceptación que tenían los peloteros, la prensa, la fanaticada para conmigo. Dilataban [la decisión] por miedo a la reacción de los peloteros, pero en ningún momento me habían mencionado nada.
“Decidí irme en mis propios términos”, puntualizó.
Al ver las cosas en retrospectiva, Rodríguez comentó que se daba cuenta de que el futuro no se vislumbraba muy sonriente para él como manager de los Marlins.
“El tiempo estaba en mi contra”, precisó Rodríguez. “Influyó el hecho de que mi contrato era solamente por un año. Era obvio que no me lo iban a renovar”.
Por supuesto, le hubiera encantado que las circunstancias hubieran sido diferentes, que hubiera podido ayudar a su equipo a levantar vuelo como bien se lo merece un plantel joven del que le hubiera gustado ser parte para el momento de inaugurar el nuevo estadio en la aurora del 2012.
Por dos meses fantásticos guió a su novena a ganar consistentemente hasta quedar a un partido de los tremendos líderes de la División Este de la Liga Nacional, los Filis de Filadelfia, antes de que los Marlins se vinieran a menos por una desesperante racha negativa.
Actualmente, ve los resultados en el periódico u otro medio informativo, como lo haría cualquier otro aficionado, pero prefiere no seguir la acción con lujo de detalles.
“De seguir el juego completo no lo hago, estaría sufriendo con ellos si lo hiciera”, reconoció, con la sinceridad que lo caracteriza. “Si me quité, me quité”.
¿Cuál será la próxima organización beisbolera de este caballeroso protagonista del diamante? ¿Recibirá una segunda oportunidad de dirigir en las Grandes Ligas?
La primera pregunta se va a contestar de una manera afirmativa con miras al 2012.
¿Por qué? Eso es bien simple. Los ejecutivos saben que una experiencia como la que tiene Rodríguez no se va a encontrar a la vuelta de la esquina. Enseñar a los jóvenes como se juega correctamente no es una tarea fácil. Y Edwin es todo un experto en ese tipo de encomienda. Lo ha demostrado como gerente general, dirigente o instructor a diferentes niveles.
La respuesta a la segunda interrogante no es tan fácil, porque después de todo son solamente 30 los empleos de ese calibre que tiene el Béisbol de Lujo. Existe cierta tendencia a emplear personal recién subido de las ligas menores, como lo fue el caso de Rodríguez, pero la mayoría busca elementos de renombre.
No obstante, nadie podrá negar que Rodríguez dispone de la capacidad para ser un buen dirigente, porque lo fue en la segunda mitad del 2010 y bajo su tutela los Marlins pusieron a temblar a una División bien difícil en los primeros dos meses del 2011.
Por ahora no es un adiós sino un hasta luego a la profesión a la que le ha dedicado su vida.
Hasta pronto y, por favor, nunca pierdan la esperanza.
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