El líder de la oposición que encabeza la preferencia del electorado venezolano para la contienda del 2012 está convencido de que el hermetismo sobre la salud del primer mandatario venezolano es una estrategia política
IGNACIO GIL
MIRELIS MORALES TOVAR / MADRID
«No le temo a Hugo Chávez ni a lo que él representa». Y, a decir verdad, Henrique Capriles Radonski es uno de los pocos políticos en Venezuela que puede decir eso con propiedad. El actual gobernador del estado Miranda y precandidato presidencial conoce muy bien a su adversario, pues sufrió en carne propia su poder cuando estuvo preso en 2002. Ahora, va dispuesto a enfrentarlo en las próximas elecciones presidenciales prevista para 2012, que buscan ponerle fin a un ciclo de 12 años.
Sería la cuarta elección que Capriles, a sus 38 años de edad, enfrenta a lo largo de su carrera política. En 1998 fue elegido presidente de la Cámara de Diputados, siendo el aspirante más joven en ocupar ese cargo. Para las elecciones regionales de 2000 se postuló por el partido Primero Justicia al cargo de alcalde de Baruta y repitió para un segundo período cuatro años después. En 2008, se lanzó a la Gobernación del Estado Miranda contra uno de los obras más fuertes del Chávez, Diosdado Cabello, a quien venció. Hoy, se enfrenta a lo que él califica la elección más importante, encabezando la preferencia del electoral con 39,5% de confianza.
—¿Qué lectura se le puede dar a la ausencia de Chávez y al hermetismo sobre su estado de salud?
—Esto no es más que una estrategia política, un relanzamiento. Yo no dudo que haya tenido una dolencia en una rodilla, pero se hizo con toda la intención, por la cantidad de problemas que existe en Venezuela. En los próximos días aparecerá triunfante, como el hombre que derrotó a la muerte y diciendo que los medios lo estaban matando.
—¿Y ante esta reaparición Chávez, la oposición no tiene pensando cambiar su estrategia?
—Los problemas del país siguen allí. El gobierno es incompetente. Por tanto, no creo que esto suponga ninguna variación en términos de popularidad. Así que no tienen por qué haber cambios de estrategias.
—Adán Chávez no parece pensar igual, pues justificó ahora el uso de las armas para mantener el poder.
—Esas declaraciones fueron desafortunadas. Aquí no hay espacio para otro tipo de salida que no sea electoral. Yo sólo espero que regrese sano y salvo, porque quiero un proceso electoral que cierre el ciclo.
—¿Cree que la polémica que ha generado su ausencia de Chávez revela que no existe chavismo sin él?
—No creo que se esté generando una pelea interna dentro del Psuv (partido de Gobierno). Te reitero, esto es una estrategia política. Ahora lo que hay es una expectativa por su regreso. Se quiere crear la imagen de que tiene dotes especiales de Dios, pero aún así no creo que suba en las encuestas. Lo más importante no lo tiene: una buena gestión de gobierno y eso le afecta su reelección.
— Usted encabeza la preferencia del electorado desde hace varios meses. ¿Llegar a ese nivel con tanta antelación no supone un problema para sus aspiraciones?
—Estamos en la primera opción y por varios cuerpos del resto de los precandidatos. Tenemos espacios para seguir creciendo y consolidarnos. No nos preocupamos de estar tan adelante. No está en un librito que el primero se desinfla. Estoy donde estoy por el trabajo que he hecho, no es una barajita que saqué de un sobre, es un esfuerzo de muchos años, desde el Congreso. Veo el tiempo como una oportunidad para recorrer Venezuela. Es una oportunidad de una campaña cuerpo a cuerpo. Para ganarle al ministro más poderoso de Chávez (Diosdado Cabello) pasé ocho meses recorriendo Miranda. No había un espacio más complejo para ganar que Miranda, por lo que simbolizaba el anterior gobernador. De cuatro elecciones he ganado cuatro, ahora vamos por la más importante. .
—¿No teme que reabran su juicio, que lo inahibiliten o que lo acusen de corrupción?
—Sé en carne propia que la justicia en Venezuela responde a los intereses políticos, pero no le tengo miedo ni a Chávez ni a lo que él representa. No lo digo para darme de valiente. Estuve en la cárcel. Y eso es un símbolo de quien no la debe no la teme. Si quieren sacarme del camino, el gobierno se sentencia su derrota. El costo político de no jugar democráticamente es muy alto. El gran perjudicado de inhabilitar o abrir juicios va a ser el gobierno.
—¿Cree que Chávez estaría dispuesto a entregar el poder si pierde la elección?
—Lo va a tener que hacer, porque en Venezuela es presidente quien tenga votos. Es un escenario que puede estar en el imaginario de algunos.
—¿Confía en el Consejo Nacional Electoral (CNE)?
—El CNE es un órgano rector, el proceso está en las mesas. Con testigos de mesas, los comicios tienen la fuerza de ser transparentes. Yo siempre he cuidado mis votos, para enfrentar a quien quiera hacer trampa. Va a ser difícil que alguien pretenda desconocer el proceso electoral.
—Más allá de la oposición dura, la condición para ganarle a Chávez es tener capacidad para cononectar masas. Y hay quienes piensan que usted no tiene ese conexión con los sectores más populares.
—Si fuera así, nunca hubiese sido gobernador del estado Mirada. 70% de los habitantes de este estado vive en la pobreza. Aparte, si fuese así no hubiésemos obtuvimos en las elecciones parlamentarias de septiembre de 2010 la mayor diferencia en votos con el partido de Gobierno, Psuv.
—¿De resultar vencedor, mantendría algo de la gestión de Chávez?
—Aquello que funciona hay que darle continuidad. Es lo correcto, aunque sabemos que en Venezuela eso no se practica. Los programas sociales no le pertenecen a Chávez sino a los venezolanos. Esos programas deben continuar. Debemos tener un programa de gobierno de profunda equidad, cuyo principal compromiso sea reducir la pobreza. Chávez puso el debate de lo social y eso es positivo. Pero no sólo se vive del debate, sino de lo tangible. Este es un gobierno que la ineficiencia se lo tragó y que en vez de cambiar el modelo ha insistido. Por eso el deterioro. Pero ahora viene un proceso de cambio. Hay que mostrar un modelo que tome en cuenta lo social, que reduzca la pobreza pero con aliados: el sector privado. Un proceso de crecimiento económico, de generación de empleo. Sin olvidar el compromiso de bajar la pobreza, porque de lo contrario el país no avanza.
—¿Llamaría a alguno de los ministros de Chávez a integrar su gabinete en caso de que sea presidente?
—Ministros no. Pero hay mucha gente en posiciones intermedias que sí. No hay ningún ministro del gobierno actual que haya tenido una acción exitosa. Mientras más adulador, más se atornilla en el cargo.
—El también precandidato presidencial Leopoldo López (y ex miembro de partido Primer Justicia) dijo que, de resultar ganador, lo nombraría a usted su vicepresidente. ¿Lo aceptaría?
—No estoy aspirando al cargo de vicepresidente. No estoy en esa carrera. Al final, la decisión la tomarán los electores. Pero ahora no tengo planteado ir en fórmula. Respeto todos los liderazgo. Incluso, no los veo como adversario. Más bien los necesito.
—¿La carrera presidencial, ya comienza a quitarle el sueño?
—Soy un servidor publico. Mientras más poder tengo, más responsabilidad. Me tocó muy joven asumir un cargo y lo hice con humildad. No concibo el poder como algo faraónico. Esto no es Estados Unidos. Trabajo 7 días a la semana y no les un sacrificio.
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