miércoles, 29 de junio de 2011
A SANGRE FRÍA por Rafael Poleo: Adan Vs Diosdado
RAFAEL POLEO
VENEZUELA EN LA ENCRUCIJADA
*** Si Chávez no aparece antes del 5 de Julio y en capacidad de asumir sus funciones, el país está frente a una crisis vecina al caos, la cual exigirá a políticos y militares lo mejor de su criterio y de su responsabilidad.
Esta crónica se escribe cuando todavía no se ha emitido una prometida versión oficial sobre la enfermedad del presidente Chávez. Nos basamos en la versión, extraoficial pero nunca desmentida, de elevadas fuentes médicas en Venezuela, España, Francia y Estados Unidos, todas coincidentes en que el Presidente está siendo tratado de un cáncer prostático, un mal no necesaria o al menos no rápidamente mortal, que permite al enfermo un cierto grado de actividad, aunque cabe dudar si tanto como para someterse a los rigores de una campaña electoral, sobre todo en simultaneidad con la responsabilidad presidencial.
La crítica salud y sobre todo la ausencia del Presidente ha desatado la confrontación que dentro del oficialismo ha venido creciendo entre los políticos que aparecen liderizados por Adán Chávez, hermano del Presidente, y los militares que ven en Diosdado Cabello la mejor representación de sus intereses e ideas. Los políticos plantean una radicalización del proceso revolucionario mientras los militares asumen un proceso concertado con el resto de la sociedad, el mismo que plantearon el 11 de abril del 2002, con un gobierno que busque solución a los problemas sociales sin quebrantar la norma democrática ni la alineación no dependiente con las potencias occidentales.
ES CHÁVEZ CONTRA DIOSDADO
Por supuesto, la confrontación sobre cómo gobernar supone un enfrentamiento que no es de Adán y Jaua contra Diosdado Cabello, sino entre Chávez y Diosdado. En los primeros años del gobierno revolucionario Diosdado apareció como el eficaz tecnócrata del equipo gubernamental. Luego se erigió en el protector político de una nueva clase empresarial. Hace tres años Chávez reaccionó ante ese nuevo poder que se formaba fuera de su control, abriendo la persecución contra los nuevos banqueros y los empresarios agrícolas que se habían apertrechado con los despojos de Fogade. Al propio Diosdado el Presidente lo abandonó a perder las elecciones de Miranda, negándole todo apoyo para defenderse de la poderosa maquinaria de Enrique Mendoza, la cual convirtió al novato Capriles Radonsky en gobernador de ese estado.
Desalojado de la Gobernación de Miranda, Diosdado anunció que se iría a trabajar en el partido. Esta posibilidad de erosión no fue tolerada por Chávez, quien sólo ha consentido en el PSUV dirigentes incapaces de crear su propia base de poder. Así, le hizo a Diosdado la proposición que no se puede rechazar, obligándolo a asumir el ministerio de Infraestructura, jugoso en contratos pero erizado de peligros políticos como el de cargar la la responsabilidad por la ineficacia general del régimen. Luego Chávez se complació en humillar a Diosdado por televisión, mofándose en su presencia de su presumida eficacia como administrador, señalándolo en su cara como responsable en el atraso de planes sociales y desmoralizando a sus parciales con la demostración de que en teniente-tecnócrata no era ningún caudillo sino otro subalterno sumiso, capaz de aguantarle hasta agua caliente.
LAS CONDICIONES CAMBIAN
Con la enfermedad de Chávez esta situación ha cambiado. El teniente Cabello ha salido de las catacumbas y se ha instalado en Fuerte Tiuna bajo la evidente protección de sus compañeros de estudios militares, quienes ahora son los generales al mando de un Ejército consciente de que Chávez tiene que eliminarlo como factor de poder, a fin de realizar su plan de poder total a la cubana.
Los altos mandos militares pasan por un momento tan crítico como la salud de Chávez. Siempre han estado conscientes de que el proyecto fidelista para Venezuela pasa por un sometimiento de la casta militar hasta convertirla en instrumento personal del presidente, quien a su vez sigue las indicaciones de los hermanos Castro. Chávez les ha permitido acumular fortuna, pero como un arma de doble filo que en determinado momento le permitirá aplicar a cualquiera general venezolano la medida que Fidel aplicó al general Ochoa, héroe militar fusilado por un enriquecimiento que Fidel ha promovido como legítimo, a manera de premio a los más importantes personajes del régimen.
La enfermedad del Presidente es un punto de inflexión en este cuadro de potencial peligro. Chávez ha manejado con prudencia el proceso de debilitamiento del estamento militar, pero los políticos que gobiernan en su ausencia han escalado el conflicto. A la desproporcionada intervención de la Guardia Nacional en la crisis carcelaria, ordenada por el vice presidente Jaua, se la ve como una premeditada exposición de los uniformados al rechazo de la población civil humilde.
Pero lo más comprometedor para la responsabilidad militar es que la inexplicada y prolongada ausencia del Presidente crea un vacío de poder que de manera espontánea o por instigación es proclive al caos social y político. La lucha por el interinato, cuando no por la sucesión, es visible en los movimientos de alguien tan bien informado como el hermano Adán. La lucha por el poder entre los distintos intereses que se mueven dentro del chavismo propicia el caos social y político. En tal situación, no hay que estar en Fuerte Tiuna para saber que los generales están preparándose para cualquier posibilidad, incluida aquella de que las circunstancias pongan en sus manos la responsabilidad del poder, compromiso que preferirían eludir.
Chávez no quiere o no puede -por su estado de salud-, dar los pasos necesarios para normalizar esta situación. Cabe suponer que no lo hará hasta conocer con más exactitud la evolución posible de su enfermedad y la capacidad en que estará de asumir sus funciones de presidente y candidato. Por alguna razón no ha creído conveniente designar un presidente interino, o no ha estado en condiciones para decidir. El vicepresidente Jaua es el señalado por la Constitución, pero tiene mucha resistencia en los pilares del movimiento. El hermano Adán intenta recorrer el camino que Eustoquio Gómez recorrió en las semanas finales de Juan Vicente Gómez. Ninguna de las dos posibilidades resulta confortante para los militares y de hecho ninguno de los dos aspirantes tiene simpatías en los cuarteles. Quien sí las tiene es Diosdado Cabello. El teniente tecnócrata aparece como la proposición lógica que el estamento militar haría a Chávez en el caso de que un interinato sea inevitable.
ESPERANDO A CHÁVEZ
Se ha planteado la tesis de que Chávez ha simulado una enfermedad, para precipitar dentro de su propio movimiento acontecimientos que le permitan hacer una purga. Esta proposición no ha sido fundamentada. Hay información fidedigna suficiente para afirmar que Chávez está gravemente enfermo y en la mejor de las hipótesis estará varios meses fuera de actividad.
Dentro del estado crítico en que se encuentra –así lo ha definido el Ministro de Relaciones Exteriores-, podría reunir fuerzas para un regreso a propósito del bicentenario de la independencia, el 5 de julio. Su ausencia en ese acto sería absolutamente desmoralizadora para el chavismo y entonces sí se precipitarían los acontecimientos. Mejor sería para todos que se dijera la verdad y se convocara a un acuerdo nacional. Hay información de que el vicepresidente Jaua ha hecho contactos con la Oposición, agitando la posibilidad de que todo termine en un régimen militar. Ese entendimiento no sería fácil, pero si Chávez está realmente muy enfermo el Gobierno tendría que intentarlo, porque no estaría en condiciones de sostenerse por sus propios pies. Son especulaciones sobre lo vital desconocido, que es la verdadera salud de Chávez. Pero dan idea de cuan delicada es la situación.
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