La Maquinaria Roja, de la que David Concepción fue engranaje decisivo para su cronométrico funcionamiento
Alfonso L. Tusa C.
El joven campocorto jugaba un poco cargado hacia su izquierda, el roletazo salió incandescente con todas las características de un imparable. Los reflejos lanzaron el guante y toda la humanidad del muchacho hacia las profundidades del hueco, allá donde las telarañas se mezclan con la arena que limita con los primeros matices verdes de la grama. Los dos primeros pasos lo pusieron en paralelo con la esférica. Cuando el joven de profuso afro notó que la pelota amenazaba con peinar la grama se lanzó sobre el pecho y con el guante estirado por encima de la cabeza alcanzó la pelota en la malla. Mientras veía que el corredor se aproximaba a la primera base se incorporó y lanzó desde las rodillas. Su disparo impactó el mascotín del inicialista cuando el pie del corredor flotaba sobre la base. El narrador de la televisión describió la jugada como si transmitiera por radio. “¡Que bárbara jugada de David Concepción! Así se motiva a un equipo”. Se jugaba un partido de play off de la temporada 1971-72.
En 1970 apareció por primera vez en una serie de campeonato y una Serie Mundial con los Rojos de Cincinnati. Todas las intervenciones que hizo a la defensiva obligaron a Sparky Anderson a alternarlo con Woody Woodward en la posición. Que aún su bate debería adaptarse a las Grandes Ligas no fue obstáculo para que el manager lo tuviera presente cada vez que escribía la alineación. El gran alcance de Concepción tanto hacia el hueco como hacia la segunda base empezó a modificar las bases de la línea central de la Gran Maquinaria Roja. Su poderoso brazo le permitía llegar casi hasta la grama y desde allá manufacturar destelleantes outs que levantaban de sus asientos al manager y a los aficionados. En 1972 Cincinnati regresó al Clásico de Octubre y también Concepción, esta vez alternado con Darrell Chaney en la paradas cortas y en la segunda base estaba Joe Morgan.
En una página de internet denominada Rankopedia, en la cual aparece una puntuación, aparentemente basada en votos de los miembros del sitio, el tandem de Concepción y Joe Morgan aparece como la combinación más efectiva de dobleplays solo segunda de Nellie Fox y Luis Aparicio 49.26 puntos por 54.17. Luego están Marty Marion y Red Schoendienst (36.25), Ozzie Smith y Tom Herr (34.58), Cal Ripken y Roberto Alomar (30.45).
A partir de 1973 empezó a mejorar su profundidad como pelotero a raiz de sus conversaciones con Tany Pérez su compañero de habitación en los Rojos de Cincinnati. Escuchar las sugerencias de Pérez le permitió a David asentarse como pelotero al evitar presionarse cuando se iba en blanco en uno o más juegos. Entendió que eso era parte del juego. Que siempre había un mañana y allí era donde había que trabajar para mejorar su actuación. Entonces llegaron los guantes de oro y los reconocimientos de los periodistas y de los peloteros establecidos. Cuando le consultaron a Pérez que significaba Concepción para la Gran Maquinaria Roja, respiró profundo: “La forma como nos ayudaba a cada uno, la forma como jugaba, con el bate y con el guante. Le llegaba a todos los batazos desde el hueco hasta detrás de segunda base; y corría muy bien. Vi muchos shortstops en mi carrera. David fue uno de los mejores. Está clasificado en el mismo nivel de los mejores. No se puede separar a David Concepción de Pete Rose, Johnny Bench, Tany Perez, Joe Morgan o George Foster. David significaba tanto como cualquiera de nosotros”.
La cima de su actuación llegó en 1975 y 1976 cuando formó parte de aquellos Rojos de Cincinnati ganadores de las Series Mundiales. En 1975 bateó para .274, 62 carreras anotadas, 49 empujadas, 139 hits, 33 bases robadas, .326 de porcentaje de embasado. A la defensiva hizo 238 outs, 445 asistencias, 102 dobleplays, .977 promedio defensivo. En 1976 bateó para .281, 74 carreras anotadas, 69 empujadas, 162 hits, 21 bases robadas, .335 porcentaje de embasado. A la defensiva: 304 outs (lider), 506 asistencias (lider), 93 dobleplays, .968 promedio defensivo.
En la Serie del Caribe de 1983 David Concepción reforzó a los Tiburones de La Guaira. Durante un juego ante República Dominicana batearon un roletazo invisible sobre la almohadilla de segunda. Pedro Guerrero corría en tercera y empezó a caminar hacia el plato. Concepción voló hasta el límite del abanico con la grama del jardín central y alcanzó la pelota con la punta del guante luego giró sobre su cuerpo y lanzó al plato. Guerrero intentó correr con todo pero la pelota lo esperaba incrustada en la mascota de Baudilio Díaz. El rostro de Guerrero mostraba unos ojos más grandes que los de un ladrón sorprendido con las joyas en la mano.
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