Blog de Víctor José López /Periodista

miércoles, 18 de mayo de 2011

Como los monos de Gibraltar



© Carlos M. Montenegro
carlosmmontenegro@gmail.com


Cuando una noticia es muy importante suele catalogarse como noticia “bomba”. Es como cuando una piedra cae en aguas mansas, que sus ondas se expanden en todas las direcciones; sucede que a medida que se van alejando pierden fuerza hasta perder relevancia. Este es o será el caso de la muerte de Osama Bin Laden dentro de poco, y a pesar que las redes sociales se han convulsionado, como era de esperar, al caer otro pedrusco atraerá con sus olas la atención del personal.
Mientras dure la noticia del terrorista abatido, sorprende cómo en todas las latitudes se ha establecido la polémica madre, sobre si la operación militar Bin Laden ha sido legal o no. Es probable que como siempre todos tengan un punto de razón, pero no deja de extrañar que los ortodoxos de los derechos humanos sean “tan ortodoxos”, que pierdan las perspectivas de la realidad, en su afán por remarcar la incorrección política de los hechos.
Los norteamericanos han llevado la peor parte, como no podía ser de otra forma, por su forma de proceder. Pero vamos a ser claros: la mayor parte de quienes vociferan, no se recuerda que se les haya visto u oído rasgarse las vestiduras de tamaña manera, por los millones de víctimas inocentes de tanto asesino que a base de bombas, o con policías y ejércitos se esmeran en acallar con verdaderas masacres, a los que ponen en cuestión sus formas de sostenerse en el poder, para dictar a su criterio lo que debe ser, o no, , mientras malversan inmensa riquezas, que no son propias, sino de los estados y pueblos que controlan, a su absoluta discreción, haciéndose de paso ricos, pero muy ricos, junto a sus acólitos, en connivencia a su vez con quienes reparten la “cochina”. Mientras por el mundo andan regadas el hambre y la sed, los responsables, con demasiada frecuencia se comportan como los monos de Gibraltar, la vieja leyenda que en traducción al viejo refrán es: “no ver, no oír y callar”.
No vendría mal podérles decir que por un momento se pongan, si pueden, en el lugar de los padres e hijos de tantos muertos (sin contar a las decenas de miles de heridos) norteamericanos y de otros países, ejecutados a control remoto desde la guarida del terrorista, por sus fervorosos sicarios a lo largo y ancho del mundo, con el subsiguiente regodeo enviando videos y comunicados, ufanándose de los atentados, y prometiéndonos, además, que lo que vendría pronto sería candanga, con lo que durante una década ha tenido a medio mundo como se suele decir, en un “sin vivir”.
Entiendo que lo hubiera sido ideal, cumplir con las reglas democráticas y poner al personaje a las ordenes de los tribunales competentes, y aunque no se cansan de mencionar los juicios de Núremberg, se olvidan que los jefes nazis se habían rendido en una guerra convencional al enemigo que la ganó. Cuesta imaginar a la patrulla de “navy seals”, tocando la puerta en la residencia del criminal más buscado del siglo, diciéndole que son la autoridad y conminarlo a salir con las manos en alto para esposarlo y leerle acto seguido sus derechos. Yo en lo personal, a veces me pregunto si es que en esta especie de mutación que estamos sufriendo los humanos, no nos estamos volviendo en el mejor de los casos un poco tontos.
No sería demasiado impropio reconocer, que a la mayoría de los mortales nos han dado una estupenda noticia o al menos nos ha entrado un fresquito con la muerte de este “pobre hombre”, merecedor de un juicio justo, y a ser posible hasta que se demostrara su culpabilidad en sentencia firme y tras las oportunas apelaciones que le asisten en derecho, se le hubiera condenado con el máximo rigor, y tras un tiempo portándose muy bien y dando muestras de arrepentimiento, concederle la libertad condicional, según los grados que hubiera lugar, ajustándose eso sí, estrictamente a derecho.
Al día de hoy, Bin Laden según el profeta Lavoe, va en camino de ser periódico de ayer. Y respecto al Sr. Obama, esperemos que hable con su gente y les diga que en la próxima operación militar sean un poco más cuidadosos.
De cualquier manera tranquilos, que nos ha caído otra piedra en las aguas mansas: acaba de llegar al país nada menos que Walid Makled, el que ha cantado en Colombia más que los tres tenores juntos; nuestras autoridades, con una diligencia ejemplar, que no habitual, en cosa de horas ya lo han puesto a disposición del tribunal competente, el cual se encargará de forma “exhaustiva” de investigar hasta las “últimas consecuencias” todo lo concerniente al caso. Como casi todo lo que ha dicho, presuntamente, se refiere a gente del alto gobierno, FFAA y revolucionarios de pro, estén ustedes tranquilos que el pueblo lo sabrá todo, nos dicen, pero seguro será después de las elecciones, porque prisa, lo que se dice prisa no deben tener mucha, y hay que hacer las cosas bien. Mientras tanto y sin haber comenzado, ya han pasado tres jueces por el estrado y movido el tribunal al menos un par de veces de sitio, o algo así. Pasen y vean, que la función va a comenzar. Probablemente debutarán también los Monos de Gibraltar. Será como la “Historia sin fin” 2, ¿o tal vez la 3?

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