
VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ
“… se trata de un problema cultural muy grave. Los peloteros con muchas contradicciones culturales, trasladan su manera de ser a una sociedad organizada, provocándose un estruendoso choque caótico” Javier González / Historiador
Aunque ha trascendido, no ha repercutido con la misma sonoridad en Venezuela, el escándalo de Francisco Rodríguez en la ciudad de Nueva York. Los hechos indican que nunca una acción tan violenta, de parte del Kid, tuvo un escenario más inadecuado y equivocado que el ocurrido en el Salón de Familias, en el Citi Field.
Es el lugar donde las esposas del los peloteros se reúnen con sus hijos, y El Kid estaba reunido con su pareja, los hijos de su compañera y el abuelito de los muchachitos, cuando formó el zipi zape que todos conocemos.
¡Vaya escenario!
Las circunstancias han provocado que el común de la gente lo condene, aunque Omar Minaya, gerente General de la Organización Mets de Nueva York insista que se trata de una reacción equivocada, “algo que le puede pasar a cualquiera. Ha sido un error y Francisco así lo ha reconocido públicamente”.
Muchos observadores consideran que no habrá sentencia condenatoria, ya que la fortaleza del del Sindicato de Peloteros se impondrá e impedirá que se cree jurisprudencia, con un caso que es mucho más común entre los peloteros de lo que conocemos quienes vivimos del lado acá de la línea de cal.
Antecedentes gloriosos
Javier González, el Historiador del Beisbol den Venezuela, nos recuerda el caso de Cocaina García en 1933, cuando se entró a puños con un umpire de nombre Pierre. Eran los días cuando en el beisbol imperaba la voluntad de Gonzalo Gómez.
Los umpires casi siempre han sido las víctimas en la falta de control de los jugadores, por lo menos en Venezuela. El Mono Zuluaga hizo historia periodística con sus combates contra los “zules”. La pela con Luis Chaparro dio pie para el titular “El Mono tumbó el Chaparro”; y sus pleitos con Roberto Olivo fueron célebres y algunos provocaron la intervención de la policía y hasta la reyerta generalizada entre las dos novenas.
Sin embargo la trompada que le propinó Alejandro “El Patón” Carrasquel al periodista Rafael Moncada es un capítulo aparte en la historia de la pelota criolla, tal y como la refieren Javier González, Alarico Gómez y Carlitos Figueroa en su estupendo libro “El Patón”. La consecuenca del directo al mentón de Moncada, fue la fractura de la mandíbula del periodista y la suspensión de toda actividad beisbolera a Carrasquel.
Otros capítulos del ayer
Los antecendentes de Cocaina y del Mono, en su irrespeto a la autoridad, dieron pie para que las calenteras de Víctor García. “El hombre de goma” no aguataba un “quítame esta paja” para entrarse a golpes “con el más pintao”, sin importarle jerarquía o rango de autoridad.
Por un cuento que le echaron a Adolfredo González, unos amigos que escucharon la transmisión del juego de pelota narrado por Abelardo Raidi, el segunda base del Magallanes agredió al famoso periodista. En una acción del juego comentada por Raidi se basó el reclamo.
Adolfredo esperó a la salida del juego a Abelardo, increpándolo y agrediéndolo.
El irreductible temperamento
Buscándole la razón al motivo con Javier González, concluye el investigador que “… se trata de un problema cultural muy grave. Los peloteros, gran mayoría de extracción marginal, sin estudios y con muchas contradicciones culturales, trasladan su manera de ser a una sociedad organizada provocándose un choque caótico”.
Esta definición hace que comprendamos, más no que justifiquemos, los escándalos protagonizados por Ugueth Urbina en los Estados Unidos, con Montreal y Detroit, o sus peleas contra Álvaro Espinoza y Robert Pérez, previa a lo ocurrido más tarde en sus predios en contra de un grupo de sus propios trabajadores y que le mantiene hoy en una penitenciaría.
Los casos de agresión verbal y física del “Café” Martínez a muchos periodistas, a quienes esperaba a la entrada del estadio con un bate “para arreglar” lo que habían escrito de sus actuaciones en el terreno de juego.
Como Café y Ugueth los eventos protagonizados por Liu Rodríguez contra los umpires, cayéndole a batazos a la puerta del Cuarto de Árbitros, o lo hecho por Tomas Pérez, en contra de un umpire, pero amenazándole con un arma de fuego.
La guinda de todas estas tortas la puso Eduardo Pérez, que siendo manager agredió físicamente a un umpire. La causa, una decisión no aceptada por el piloto de Águilas del Zulia quien aspira ser manager en Grandes Ligas con Bravos de Atlanta.
Los casos recientes
Además del incidente, muy penoso, del Kid Rodríguez no deja de asombranos cómo se ha ido desmoronando la imagen de Carlos Zambrano, por sus calenteras en el dogout de Cachorros de Chicago. No una, sino muchas veces. Al extremo de copar la paciendia del manager Lou Piniella, quien al principio quiso apoyar al Toro,y justificar su temperamento. Al final, le ha recomendado un siquiatra.
Tambiénb la ciudad de Detroit vivió momentos desagradables el año pasado, cuando Miguelito Cabrera se vió envuelto en un escándado de violencia doméstica, con intervención de la policía atendiendo una llamada de la esposa del pelotero. Hecho gravísimo que ha sido parcialmente superado al someter al aragüeño a una vigilancia siquiátrica, trabajo comunitario.
Otro siquiatra para el Kid Rodríguez y un tercero para la sorprendente conducta de Armando Galarraga que se quería entrar a piña con los dos catchers de Tigres de Detroit.
Lo que sorprende es que Galarraga vivió sus cinco minutos de gloria como ser humano el día que le respondió con nobleza, decencia, inteligencia y civilidad a la equivocación de un hombre, un umpire que le estropeó un juego perfecto con una decisión equivocada.
Lo que recientemente ocurrió con Galarrada fue la antípodas de lo que provocó la admiración del mundo del beisbol hacia él, su berborrea vulgar y ofensiva para adornar una agresión violenta lo ubica en en el grupo de acciones injustificables que provocan los choques culturales en la actividad deportiva.
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