Blog de Víctor José López /Periodista

viernes, 9 de abril de 2010

El beisbol como carga social

el abandono de las aulas escolares se incrementa ante el epejismo de los millones de las Grandes Ligas

VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ

La situación de los estudios universitarios en Venezuela es de profunda preocupación interna, y de curiosa observación para los medios del extranjero. Está el caso de un reportaje hecho en Venezuela por la periodista Mayé Primera, y que fue publicado en Madrid por El País. Se denuncia abiertamente como “muchos jóvenes dejan de estudiar para dedicarse a jugar. La mayoría se frustra y no hay programas para reinsertarlos”.

La periodista se refiere al juego de pelota, que los muchachos, y los padres de estos ven como única salida de la miserable situación a la que nos conduce el régimen ingresar a una Academia de Beisbol. Dice El País que “en Venezuela funcionan ocho escuelas de formación de jugadores de beisbol para equipos de los Esrados Unidos”.

En el texto de Mayé Primera se da como un hecho que “Son millares los padres que lo apuestan todo a esa fantasía de que su hijo gane un contrato millonario en dólares y se lleve al norte a toda la familia. Y muy pocas las posibilidades, una entre cien, de que realmente lo logren”. Indudablemente una senrtencia lapidaria, que pone de lado una de las banderas del Estado venezolano que pretende hacer creer que se prepara la nación por los caminos de la Educación para cerrarle el paso al increemento de la pobreza, a los caminos miserables que conducen a la ignorancia, los grandes problemas de la salud y a la inseguridad permanente.

Artículos como este de El País de Madrid son frecuentes en República Dominicana, nación a la que el venezolano Arturo Marcano que desde hace varios años se ha dedicado a observar y a asesorar legalmente a cientos de peloteros latinoamericanos que llegan y

se van de Estados Unidos con las manos vacías. Su conclusión, la de Marcano, es que el beisbol está creando una gran carga social, pues al reinegrarse a la sociedad vuelven frustrados y sin ninguna preparación. No hay programa para su reincersión y “los buscones” se quedan con el gran pedazo del queso.

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