Blog de Víctor José López /Periodista

domingo, 11 de abril de 2010

ALFONSO CARRASQUEL "EL CHICO"

El domingo hizo 60 años abrió el camino para la "invasión" de nuestros Héroes sin Charreteras.

VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ

Hoy es el aniversario del debut de Alfonso Carrasquel en las Grandes Ligas. Hace 60 años, El Chico alineó con Medias Blancas de Chicago en San Luis Missouri, contra los Browns. Lo hizo frente a los lanzamientos del derecho Ned Garver, y se estrenó con un sencillo.

Carrasquelito, junto a su tío El Patón, integra con solidez la piedra angular del béisbol venezolano, la pelota de alta competencia en la categoría en la que hoy se distinguen muchos compatriotas.

El 11 de abril de 1950 en las Grandes Ligas la posición de shortstop tenía nombres y apellidos. Phill Rizzuto de Yankees de Nueva York y Harold "Pee Wee" Rees, de Dodgers de Brooklyn eran los de los medios de la Gran Manzana. Eran dos grandes shortstops, con quienes Carrasquelito tuvo que competir; y, además, brillar obligatoriamente con el uniforme de Medias Blancas que había heredado de Luke Appling, un histórico en la posición.

¡Vaya tarea la del Chico!

Alrededor de estos tres nombres, Carrasquel, Rizzuto y Reese, con todo respeto para nuestros amables lectores pretendemos alzar nuestra voz de protesta ante lo que a todas luces consideramos una injusticia, la no inclusión del ocumareño David Concepción en el Salón de la Fama del Beisbol.

EL SALÓN DE FAMA DEL BEISBOL

Cooperstown se ha convertido en el tiempo, y para el aficionado al beisbol, en La Meca de la pelota. Un templo, como podría ser la Capilla Sixtina, donde se veneran los héroes reconocidos, convertidos en miembros del "Hall Of The Fame", algo muy necesario en una institución, como en una nación. Las sociedades necesitan de héroes, paradigmas, ejemplos que imitar para que ellas mismas puedan identificarse.

El Salón de la Fama del Beisbol en Cooperstown es una larga historia que se entrelaza con la leyenda y lleva en su base el nombre de una empresa privada, que nada tiene que ver con el juego de pelota y sí mucho con la población de Cooperstown en el Estado de Nueva York. Nos referimos a la Fábrica de Máquinas de Coser Singer, que tuvo la idea de crear un museo en homenaje al Beisbol.

Con pies ligeros para llegar a lo que nos proponemos, vale señalar que gracias al Comisionado Ford Frick, el Salón de la Fama de Cooperstown es lo que es hoy para el beisbol de las Grandes Ligas.

Ford Frick nació en una granja de Indiana, miembro de una muy feliz familia campesina que como ocurre en estas sociedades abiertas, libres y con fundamentos religiosos logró estudios de bachillerato, colegio y universitarios donde se acercó, como cualquier otro estudiante, a la práctica y afición por el beisbol. ·En invierno patnábamos, en verano jugábamos beisbol - decía Frick -, tal vez para los parámetros modernos eramos marginales, pero para nosotros éramos muy felices". Fue maestro dee escuela y su habilidad redaccional lo convirtió en cronista deportivo, en un escritor de temas del beisbol, aunque muy mediocre.

En 1936 llegó al cargo como un mandadero de la agrupación de propietarios que impuso el manda más de la época, Philip Wrigley, propietario de Cachorros de Chicago y cabeza de una de las familias más poderosas de los Estados Unidos. Frick no tenía el carácter, mucho menos la preparación del Juez Landis, y su pasado gris como cronista deportivo mediocre, lo colocaban en el cargo como un hombre obediente de sus patronos, en una industria que comenzaba a echar raíces muy profundas.

Landis se había opuesto a la creación del Salón de la Fama del Beisbol, tal vez porque no había sido suya la idea de la creación de esta institución. El autoritario Landis había sanado la imagen de aquel basurero que encontró en 1919, limpiando el negocio beisbolero de apostadores y borrachos; pero lo ató con lazos fuertes a una moral interpretada por sus propias creencias religiosas.

Al paso de los días, sin embargo, se necesitaba vigor para crecer económicamente. Esto lo sabía el grupo de propietarios, la mayoría de ellos hombres de industria, de negocios, que no vivían del juego de pelota sino, más bien, para el beisbol, y para que se ejecutara lo que los propietarios querían se hiciera, se llamó a un mandadero, Ford Frick, un ejecutor a la medida de voluntades que vivió 32 años alrededor de la MLB.

Esa intención, denuncia Bill James en su libro "What Happened To The Hall Of Fame", fue la que "corrompió y politizó a Cooperstown". Para James"politizar" no es que cayera en manos del gobierno o la oposición, sino que fueran los intereses de los propietarios de los equipos los que impusieran nominaciones, intereses que iban mucho más allá de los diamantes, como era el caso de Wrigley, que abarcaban la ciudad de Chicago, fábricas de dulces, diarios, estaciones de radio y de televisión, todo un emporio.

SHORTS CON NOMBRE Y APELLIDO

Se da el caso que aquellos rivales de Carrasquelito, el "Scooter" y "Pee Wee", los dos ahora en Salón de la Fama, pero dejados de lado en primera intención de ingreso y llamados cuando ya nadie les recordaba. Los dos fueron superados en el terreno de juego, en la competencia deportiva por Carrasquelito.

Phil Rizzuto ingresó a Yankees de Nueva York en 1941, es decir que tenía 19 años con el equipo cuando llegó Carrasquel a Chicago. El Scooter permaneció hasta 1956 cuando en plena decadencia el equipo le dejó libre. Hubo protestas de algunos seguidores de los yankees. Nada que hacer, su lugar había sido ocupado por Billy McDougald uno de los utilitys más eficientes en la historia del beisbol. Si entraba Rizzuto, tenía que hacerlo Reese porque tenía que ser un yankee y un dodger.

El referido libro de Bill James es uno de los textos que el cenáculo de Cooperstown ha excecrado. Sí, es un "libro maldito", en el se dibuja el fabuloso negocio en el que la MLB ha convertido a Cooperstown. Uno de los museos más visitados en los Estados Unidos, con respaldo de un monopolio legalizado por la propia Corte Suprema y con base en la industria más nacional de la Unión Americana. En pocas palabras, una herramienta de alta política contundente por su jerarquía.

Ante este monstruo se reconoció la jerarquía, categoría y actitud de Luis Aparicio, nuestro único representante en Cooperstown. James, en las comparaciones que hace de los méritos y deméritos de los miembros del Salón de la Fama, exalta a Luis Aparicio como a pocos. No sólo reconoce los méritos del marabino, sino que considera una verdadera injusticia no haberlo logrado antes y por mayor número de votos.

James exalta a Luis Aparicio por comparación, compara a Luis con cada uno de los shorts que han sido exaltados a Cooperstown y a medida que lo hace vemos cómo crece Aparicio más y más, y como la difuminada imagen de David Concepción, la que James no resalta, es exaltada por los propios méritos del aragüeño.

El libro en cuestión fue editado hace ya 15 años, un lapson en el que han cambiado muchas cosas. Entre los cambios más profundos están los de la integración de la Baseball Writers’ Association of America y la del Comité de Veteranos. Dos grupos que al disectarlos con el bisturí de la objetividad se descubrirán los vasos comunicantes con determinadas organizaciones de las grandes ligas. Los mismos vasos que le dieron vida a Rizzuto y a Reese, cuando en terapia intensiva necesitaban de respiración de boca a boca.

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