Por amor a la camiseta
Víctor José López
Hoy dice adiós la selección nacional a la ilusión Sudáfrica 2010. Ya algunos de los muchachos lo dijeron en Puerto Ordaz, al caer ante Paraguay. Compungidos, alguna que otra lágrima tras haber cubierto con dignidad el trayecto. Insistimos que fue aquel juego ante Chile en Puerto La Cruz cuando ellos mismos decidieron no hacer las maletas para Johannesburgo. Ahora lo que queda es este partido de trámite ante Brasil, quien luchará con sus mejores hombres para afianzarse en el primer lugar de la eliminatoria. Cuestión de orgullo, Brasil no puede sentirse bien al concluir la eliminatoria suramericana detrás del cogote de Paraguay. Es insolente, según el amor propio de los amazónicos.
Así debiera ser cada vez que se visten los colores de la selección nacional, así lo sienten los grandes y así con fervor, calor, pasión debió de haberla sentido Juan Arango, quien en Puerto Ordaz, al momento de cobrar el tiro penal, y en su condición de capitán de la vinotinto se escondió entre sus compañeros de equipo en el cuadrilátero guayanés para evitar la responsabilidad.
No todos son tan esquivos como Arango, basta ver vistiendo la casaca que fuera a un José Manuel Rey cómo deja el pellejo en el terreno. Son muchos los muchachos que a través del capítulo vinotinto lo han hecho, y es por ello que el lapso que debemos cubrir hasta la próxima eliminatoria para Brasil 2014 deberíamos preparar a quienes han de tomar la posta del relevo a ir a la contienda con el fervor nacional que exigen las circunstancias cuando juega el buen nombre nacional.
Hoy ante Brasil debe salir el conjunto con un ánimo distinto a cómo pisó la grama del Cachamay. Cada paso que den ante la camiseta brasileña será en defensa del buen nombre de Venezuela. Hoy mismo podríamos comenzar el período de recuperación por sentir orgullo y entusiasmo por vestir la vinotinto, la insignia futbolística de la nación venezolana.
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