CHAVEZ, EL CHE Y EL GOLF
OIDO EN LA CHATA
“Ernestito llegó a ser un excelente jugador de golf”
Ernesto Guevara Lynch
Y cuando el teniente Rafael Isea escuchó la pregunta que le hizo el presidente Hugo Chávez, reaccionó igual cuando San Pedro oyó contar los gallos; negó lo evidente. Imagino que aquella noche, después de su penosa actitud, el Gobernador de Aragua no tendría cara para mirar a su esposa y menos a sus hijos, ya que al negar ante el mundo que no jugaba golf, su muy conocida pasión y distracción, no hizo más que demostrar lo ya demostrado: sumisión absoluta ante su jefe supremo. Isea, lo mismo el Gerente del Hotel Maracay que estaba a su lado, y otras personas en ese Aló Presidente, son jugadores de golf consuetudinarios, lo que, por cierto, no es ningún delito. Todo lo contrario, una muy grata y sana afición deportiva…
¿Por qué negarlo? ¡Ah! Es que a Chávez se le ha metido en la cabeza que es pecado disfrutar en un hermoso prado jugando al golf, dice que no es revolucionario, a pesar que en la China Popular crecen los campos de golf como el arroz, por todas partes, y todo porque el supremo en su galimatías intelectual confunde la gimnasia con la magnesia.
¿Qué más se podía esperar de oficiales formados al calor de la lectura del Oráculo del Guerrero y las tapas de los libros de otras monsergas?
Chávez -no sé si también Isea -, en su profunda ignorancia no sabe que, por ejemplo, que El Ché Guevara fue un entusiasta y muy buen jugador de golf. Ustedes saben, mis amables lectores, que el guerrillero argentino sufría serios ataques de asma, lo que le impedía un desarrollo normal para la práctica de los deportes. Su familia, los Guevara Lynch, se mudó a Córdoba donde el clima era mucho más benigno que en Buenos Aires. Cuenta William Gálvez (1995): Che deportista, que “Además de la natación se interesó por el golf. Vivía muy cerca del campo de la ciudad y hasta fue caddie” … Ernestito llegó a ser un excelente jugador de golf ", escribió alguna vez su padre, textual que se puede leer en el libro La Patria Deportista, del periodista Ariel Scher. Las historias del Chancho, ya conocido como el Pelado en sus primeros años de la escuela primaria, con el deporte se suceden una a otra.
Hay testimonios de que Guevara, al contrario de nuestros fracasados guerreros, quien pasó por el fragor de la Sierra Maestra con un fusil entre los dedos y un tablero de ajedrez a mano. Maldijo hacia adentro cada vez que los trinos gruesos del asma partían el silencio que exigía una emboscada. Se frustró en los reposos de batalla cuando buscó contrincantes para el ajedrez y halló ignorancia sobre el juego. "Es que, cuando Capablanca murió, el ajedrez se olvidó mucho", expresaba. Entre combate y combate, le explicaron cómo se jugaba al béisbol y practicó junto a Camilo Cienfuegos, uno de los líderes míticos del proceso revolucionario cubano. Tras la victoria de la Revolución, Guevara reanudó como pudo su antiguo nexo con el deporte. Sufría una especie de nostalgia deportiva. A su madre le contó: "Al rugby y al fútbol aquí no juega nadie y al béisbol no me gusta. Salvo alguna que otra partidita de ajedrez (cada tanto porque insume demasiado tiempo) o ir a pescar, no tengo evasiones". ¿Sin evasiones? Aquello era fastidiosísimo como pretenden que sea esto con la revolución.
“Al beisbol no me gusta”, es decir apasionado por el fútbol, el ajedrez y el golf y nada con la pelota. Nada que le asemeje al teniente coronel que, convertido en Cicerón, lanza catilinarias contra lo que no conoce. Es decir contra todo, y hasta reinventa su propia historia.
Durante un viaje a Moscú, Guevara sacó a la luz un recurso argentino que consiste en explicar lo que sucede apelando al lenguaje del deporte. Un cronista soviético le preguntó si se pronunciaba a favor de los republicanos o de los demócratas para las siguientes elecciones norteamericanas. Respondió brevemente: "Estados Unidos es enemigo de Cuba desde hace más de un siglo. No creo que cambie ahora porque se vaya un presidente que juega al golf (Dwight Eisenhower) y venga otro que practica yachting (John Kennedy, quien sucedió a Eisenhower). En todo caso, en vez de querer pegarnos con un palo, es probable que nos ataquen desde un barco".
La metáfora resonó más de una vez. En una oportunidad, Guevara introdujo en el golf a Fidel Castro, con quien también compartió ratos de béisbol, excursiones de pesca y visitas a espectáculos deportivos. Tras los ensayos, hubo alguna consulta de la prensa. Allí Castro dejó sus primeras impresiones sobre el golf que le había enseñado el Che: "Nosotros le podemos ganar a Kennedy y Eisenhower".
Estamos seguros que a esa partida no habrían invitado al teniente coronel, pues era cuestión de solo comandantes
Aunque un médico cordobés le extendió un certificado para que se lo eximiese de hacer educación física, la vida en Alta Gracia propició el desarrollo deportivo del pequeño Guevara. Según contó su padre, llegó a ser "un excelente jugador de golf", fruto de que su casa quedaba pegada al campo de golf de la ciudad y de su amistad con los caddies del lugar. "Todos venían a mi casa, desde los hijos del encargado del hotel de Alta Gracia hasta los caddies del campo de golf", narró Ernesto Guevara Lynch para describir el contexto social en el que su hijo modelo otra de las vertientes de su nexo con el deporte. Unos años más tarde, Guevara también fue caddie y compitió con resultados aceptables en el Golf Club de Villa Allende, uno de los espacios más renombrados para la práctica de ese juego.
Cuenta el ya referidoAriel Scher, Director de Deportes del diario Clarín de Buenos Aires, en el libro de su autoría "La Patria Deportista", Planeta, Buenos Aires, 1996, bajo el título Ernesto Guevara, La aventura del deporte que los años de Alta Gracia contribuyeron para que el cuerpo de Guevara mejorara su capacidad aeróbica, aunque no lograron sofocar el asma, que le duró toda la vida. En esa época inauguró su entusiasmo por las caminatas y también un ejercicio que le sería particularmente útil mucho después: el montañismo. El joven Ernesto aprovechó los cerros cordobeses para conseguir dos piernas firmes, a las que fortaleció subiendo y bajando las alturas que circundaban su casa. En la agitada conclusión de la década del 50' y en una isla localizada muy al norte de Alta Gracia, Ernesto Guevara volvería a la montaña.
Otra de las muchas cosas que ignora este régimen, a pesar de su contacto con China, es la siembra de Campos de Golf alrededor de las grandes ciudades del Imperio Amarillo. Hay terrenos que albergan hasta ¡30 canchas de golf! Unas para niños, otra para damas, algunas con serias dificultades, en fin es el atractivo que exigen las grandes operadoras turísticas del mundo; que los hoteles, para llegar a la categoría de 5 Estrellas, deben tener entre otras cosas ¡canchas de golf!
Fidel no se aficionó al golf luego de practicarlo, como una simple curiosidad, en el campo de Colina Real en La Habana. El desprecio por el golf en Cuba duró hasta hace poco. Es decir que Chávez está fuera de moda, por que cuando los cubanos se enteraron de los beneficios que representa para el desarrollo del turismo los campos de golf cambiaron de política. En 1999 el régimen de Cuba por voz del ministro de Turismo, Manuel Marrero, anunció la construcción de diez campos de golf, así como de algunos puertos deportivos, parques temáticos y nuevos hoteles. Raúl Castro respondía así a la preocupante caída del turismo en el 2006, en el que el número de visitantes bajó casi un 4% mientras en otros destinos del Caribe y Centroamérica seguía subiendo. El éxito del golf en la República Dominicana, que tiene 24 canchas y recibe cuatro millones de visitantes al año frente a los poco más de dos millones de Cuba.
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