Blog de Víctor José López /Periodista

miércoles, 4 de marzo de 2009

¿Y EL CUADRO DE FERNANDO DOMINGUEZ?

¿Y el cuadro de Fernando Domínguez?

Por EL VITO



Cuando el vallisoletano Fernando Domínguez tuvo que regresar a España, luego de honrar los contratos del empresario del Nuevo Circo de Caracas, don Modesto de Ayza, tuvo que hacerlo de manera inesperada.
Causa del imponderable que provoca el regreso, fue la infausta noticia de la muerte de uno de sus hijos en Valladolid.
Estando en el Puerto de La Guaira, a la espera de la partida del vapor surto en sus muelles, se le acercaron dos sacerdotes franciscanos para consolarle en su pena y acompañarle con sus oraciones. Uno de ellos le obsequió un medallón de plata, perteneciente a la Cofradía del Descendimiento y Santísimo Cristo de la Buena Muerte.
Ese medallón pende del cuello del maestro Roberto Domínguez sobrino del “Gitano de Castilla”, como pudimos constatar cuando en el Hotel Tibisay de Mérida conversamos con quien ahora es el apoderado de Julián López “El Juli”.
Nos contaba esto Roberto, porque su tío Fernando fue inmortalizado por un pintor español que vivía en Caracas, de nombre Sánchez Felipe. Cuadro que vistió por años el gran salón de la Plaza de Toros de Caracas, el Nuevo Circo. Y Roberto Domínguez quiere saber dónde se encuentra actualmente, tras tantos sucesos que han tenido como protagonista a la plaza de Caracas.
Cofradía del Descendimiento y Santísimo Cristo de la Buena Muerte es una de las 19 cofradías que existen en la actualidad en la Semana Santa de Valladolid.
La del Cristo de la Buena Muerte fue fundada por don Herminio Sanz Pedrosa en 1939 por encargo del arzobispo Gandásegui, y que en la actualidad es propiedad de la Santa Vera Cruz en cuya iglesia recibe culto.
Sin embargo los hechos que tienen que ver con el Medallón de la Virgen Dolorosa y la Cofradía de Cristo de la Buena Muerte ocurrieron en enero de 1937, luego de la última corrida de toros que Fernando Domínguez toreó en Caracas.

AQUEL GITANO Y EL NEGRO POETA

Supe de Fernando Domínguez por Ángel Escobar, “Bola de Nieve”, Mozo de Espadas de los hermanos Girón. Estaba César en la cumbre y en tertulias gustaba de interrogar a “Bolita de Nieve” sobre los grandes toreros a quien él les había servido las espadas. “Bola de Nieve”, conocedor del celo del maestro, remolón casi no soltaba prendas cuando se refería a “El Calesero”, por ejemplo, a quien distinguía por sus fandangos, gracia torera y calidad humana …”Pero vino uno de Valladolid – contaba Bola de Nieve- que no era gracioso.¡Era un figurón del toreo!” A pesar de que Girón se engrinchaba por los celos, insistía en que era “¡el mejor que han visto estos ojos torear con el capote!”
Bola de Nieve llegó a hablar en verso, sus sentencias eran fabulosos fandangos que improvisaba y que rociaban de ingenua sabiduría las más enredadas situaciones, por eso a lo que César de engallaba él respondía, dirigiéndose a un tercero y refiriéndose a la torería que rivalizaba con el maestro caraqueño que “cuando los otros se ahogan, a este el agua le llega a los tobillos”.

FORJADOR DE SU SOBRINO ROBERTO

Roberto Domínguez llegó a la alternativa con apenas 20 novilladas, pero apuntando detalles de torero excepcional. ¿Por qué? Pues por haber bebido de la sabiduría de un genio que como autodidacta bebió del cáliz que guarda los secretos de las conclusiones técnicas del toreo de Juan Belmonte y de Francisco Vega de los Reyes “Curro Puya”, que como recuerda don José Alameda, “pero con las manos más debajo de las de Belmonte”.
Teruel en Palma de Mallorca y Manzanares en Madrid le dieron y confirmaron los pergaminos de matador de toros a este Arquitecto vallisoletano, que como nos cuenta Manolo Lozano, en sus referencias durante deliciosas charlas, “es un torero largo, sabio y castellano… y muy orteguiano”. Refiriéndose Manolo al Ortega de Borox, no a Ortega y Gasset que debe también haber influido en la racionalidad de los conceptos de este torero que colocó cuatro faros de maravillosa intensidad, como hitos de su paso artístico por la fiesta. El de su reaparición en Valladolid, 1987, luego de cuatro años de ausencia; la tarde del Miura en Bilbao, los toros de Ordóñez en Las Ventas y el remate –lo bien “arrematao” es lo bien toreado- en Sevilla con los toros de don Álvaro.



EL GITANO DE CASTILLA EN CARACAS

Don Modesto Ayza organizó la temporada “invernal” de 1936 – 197 en Caracas. Aciagos días en España que prendía fuegos por sus cuatro esquinas. Contrató Ayza a Fernando Domínguez, junto a Joaquín Rodríguez “Cagancho”, Curro Caro, Alfredo Corrochano, Pepe Gallardo, Chiquito de la Audiencia, el caraqueño Julio Mendoza, Carnicerito de Málaga y la gran torera Juanita Cruz.
Estos toreros vinieron en su mayoría con sus cuadrillas, tuvieron los aficionados de la capital la oportunidad de admirar picadores de la talla de Aldeano Chico, Chicharro, Anguila y Pontonero y estupendos banderilleros como los históricos Antonio Labrador, “Pinturas, Bartolomé Parra “Parrita”, Emilio Mendez y José Parada.
Los toros fueron de acreditadas divisas españolas, Conde de la Corte, Galache, Manuel Alonso, Manuel Arranz y Bernaldo de Quiroz.
Los festejos se iniciaron a finales de octubre y se prolongaron más allá de enero.
Era Caracas una plaza de mucha importancia en Sur América, como Lima y Bogotá.





TRAS EL CUADRO DE SANCHEZ FELIPE

Pues reunidos en Mérida conversamos de toros, de nuestros comunes amigos, de la fulgurante carrera de apoderado que ha hecho junto a El Juli, y del Nuevo Circo de Caracas…
Tras escuchar las buenas nuevas de su restauración, Roberto quiere saber del cuadro, de aquel óleo gigantesco que por años estuvo en un costado del paso a las escaleras del Palco de la Autoridad. No supimos qué responder, pues desde que cerraron la plaza en 1997 cuando Rafael Branger creyó que enterraría la Fiesta de los Toros si se desplomaba el edificio del Nuevo Circo, no piso el coso caraqueño.
Supe que el bronce de César Girón y las placas alusivas a los triunfos de los espadas están a buen resguardo, pero… ¿Y el cuadro de Fernando Domínguez?

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