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Me preguntaba un exaltado aficionado al salir de la plaza, luego de haber sido testigo de la apoteosis de Morante de la Puebla en la arena de la Monumental de Mérida. Lo sentí como un reto, conociendo mi trayectoria como admirador de los miembros de la dinastía. Sentí mucho no haberle visto al salir de la plaza, luego de la gran tarde de César Girón ante los toros de Santa Fe. Habríamos aclarado muchas cosas. César Girón en sus dos toros anduvo con solemne facilidad en el manejo del percal, muy especialmente en sus lances a la verónica. Recordó aquella máxima que pregonaba el maestro Fernando Domínguez, que decía que "para torear a la verónica, hay que enterrarse". Y es que el nieto del caraqueño se enterró hasta el corazón en los lances a sus toros. Más eso en la disposición de Girón habría sido insuficiente y por ello en el tercio con el segundo de la tarde, de hinojos, hizo la ofrenda de su vida al bien armado toro de Santa Fe, con muletazos muy templados que como yesca encendieron los tendidos. El toro, que tuvo calidad, parecía atado a la roja sarga en cada uno de los templados naturales del sevillano. Por cada poro de la humanidad del torero rezumaba la casta de la dinastía que por décadas de apoderó del pendón nacional de la torería. Ha sido un faena bonita, de armónica estructura, pero con sabroso sabor a reto. Cortó César una oreja, pero quería más. Reto que llevó el mensaje de Girón en el quinto que toreó soberbiamente acompañado por la magistral Banda Taurina de Mérida con el pasodoble La Entrada cuando convertido en eje ejecutor de la faena fue capaz de los mejores trazos de la tarde. Escuchó cerradas palmas y una que otra solicitud de oreja tras tres pinchazos y descabello. Toda una respuesta, por parte de César Girón, a quien se preguntaba qué podría hacer cuando en el éter estaba aún el toreo de Morante. Pues, lo que hizo, para poder decir ¡Qué Girón! FERRERA CONTRA RELOJ El español Antonio Ferrera reapareció en Mérida, donde tiene claque en la gradería. Su toreo contra reloj, de emocionantes pares con las banderillas, gusta mucho a la charanga que desanima con charrascas trepidantes la tarde torera. Cortó una oreja Ferrera, tras realizar una faena desaliñada, más por la efectividad de la estocada que por los muletazos enganchados ejecutados en medio de un revoltillo de inquietos pies. No mejoró la escena en el cuarto de la tarde, segundo de Ferrera, ante un toro, de El Prado, al que exageradamente le premiaron con vuelta al ruedo. No superó el rango de mediocridad la labor del español que tuvo su punto y final con una estocada luego de un pinchazo. ORELLANA SIN ACOMODO No ha sido la tarde de Rafael Orellana, de quien esperaba la afición se colocara en un listón más elevado para poder formar con Alexander Guillé una pareja que tanto necesita Mérida y reclama Venezuela. Vestido su proyecto de mediocridad, prefirió satisfacer la galería antes de hacer el esfuerzo, que puede hacerlo, de realizar el toreo que le pide la afición. Prefirió pasar de puntillas por la feria, cuando su deber es el de defender el bastión del lar nativo. FICHA DE LA CORRIDA Domingo 22 de febrero Cuarta de la feria del Sol Plaza Monumental de Mérida ENTRADA: Casi lleno, escasos claros en las gradas. TOROS: Cuatro de Santa Fe, bien armados, nobles, con la fuerza justa. Uno de Dosgutiérrez en tercer lugar, muy bravo con el caballo permitiéndole a El Maraco lucirse con un gran puyazo. Y un toro de El Prado, que sustituyó a otro de Rancho Grande, en cuarto lugar. Toro grande, muy repetidor, con raza pero sin humillar. PESOS: 450, 425, 430, 480, 430, y 445 kilos. ANTONIO FERRERA Rosa mexicano y oro (Una oreja y silencio) CÉSAR GIRÓN Alelí y oro (Una oreja y palmas) RAFAEL ORELLANA Champaña y plata (Pitos y palmas) |
viernes, 27 de febrero de 2009
¿Y Girón qué? ¡Qué Girón!
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