Blog de Víctor José López /Periodista

lunes, 22 de diciembre de 2008

HASTA PRONTO, CÉSAR MIGUEL

CANTAN los malagueños que “Cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”, y se ha ido un amigo que ha dejado “un terreno baldío, que quiere el tiempo llenar con las piedras del hastío. …”
César Miguel Rondón se convirtió en nuestro permanente compañero de las trancas del tránsito caraqueño, o las oscuras mañanas cuando nos dirigimos al parque a nuestra diaria caminata. Deja voluntariamente espacio La Entrevista. Considera César Miguel haber cumplido un ciclo, respetable consideración. No sabe él cuánta desorientación ha creado, porque fueron sus entrevistados guías en este laberinto histórico en el que nos hemos sumergido. Le conocimos siendo él un muchacho, un joven muy talentoso de quien Manuel Alfredo Rodríguez exaltaba su ingenio, piropo que el tribuno acompañaba con la queja “no sé por qué se ha metido a guarachero”. Le conocimos en su casa, la casa de César Rondón Lovera, aquellas noches de reunión de amigos taurinos, cuando escuchábamos de los mayores la evocación de las gloriosas tardes de Garza y Armillita en las tardes de El Toreo y la Plaza Monumental México en días de exilio perezjimenista... César Miguel creció como el más grande de los entrevistadores de la radio venezolana, - o en nuestro entrevistador preferido, entre los muy buenos periodistas de la radio venezolana -, dice él que solo hace las preguntas; y son las preguntas precisas, las necesarias para escribir la verdadera historia contemporánea. Su programa de despedida –esperamos no haya sido el último – fue una selección de breves respuestas en las voces del doctor Arturo Uslar Pietri, el gran escritor Mario Vargas Llosa, la incombustible Sophia Imber, el ocurrente Fernando Savater y el hombre de la noticia vibrante, Oscar Yánes, entre otros personajes que fueron la base de diez años de entrevistas.

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