El Infierno
Y la Opinión Pública
Por Víctor José López
Roger Clemens y Barry Bonds, sin condena alguna por parte de algún tribunal, han sido condenados por la opinión pública a quemarse en vida en la muy peculiar versión que tiene el beisbol del Infierno.
Shoeless Jackson, aquel magnífico bateador que en la Serie Mundial de 1919 se negó denunciar a sus tramposos compañeros de equipo en Chicago, fue un condenado en vida a padecer en este peculiar Infierno. Jackson era un analfabeto, lo único que era capaz de leer eran los enrevesados lanzamientos de los lanzadores oponentes. Entendió la fidelidad en su forma más primitiva y no fue capaz de sapear a nadie. Pete Rose vive entre estas llamas, aunque su cuerpo fue perdonado su alma vive la pena de jamás reposar en Cooperstown. Rose confesó, pero la opinión pública no le perdona.
Clemens, siete veces ganador del Cy Young, no ha confesado, no se le ha podido probar nada, sin embargo una acusación de su entrenador de haberle inyectado esteroides ha sido suficiente para la opinión pública para enviar al Infierno al más grande lanzador desde Walter Johnson. Como Barry Bonds no existe otro tan grande desde que Babe Ruth salvó al beisbol tras la catástrofe de Chicago, construyera el Yankee Stadium y creara el Olimpo para los dioses del beisbol. Desde la cima de la montaña de este Olimpo rodó Barry Bonds, a quien nada se le ha comprobado, quien nada ha confesado, pero que ha sido condenado por la opinión pública.
Hoy Bonds y Clemens son dos símbolos de la Era de los Esteroides.
No hay comentarios:
Publicar un comentario