ISABEL PANTOJA repite el argumento del guión que en España han vivido con varias famosas de la copla que unieron sus vidas a figuras del toreo, convirtiéndose algunas de ellas en “novias de España”. Al morir Paquirri, La Pantoja fue por años en “La viuda de España”, hasta que llegó con sus canciones y rodando de canto a las playas de Marbella, confundiéndose con olas de dinero que la han envuelto en terribles escándalos.
Existen en todo esto antecedentes, los más famosos los “amores” célebres entre Rafael Gómez “El Gallo” con Pastora Imperio. Los dos en la cumbre, ella de la canción y el baile y él del toreo, la boda fue un acontecimiento social. A los pocos meses, súbitamente y sin que mediara ninguna explicación pública, se produjo la separación. Dicen que jamás volvieron a dirigirse la palabra, ella se fue por su lado y el Gallo quedó por los restos maldiciendo a Pastora.
Otro amor, este inconfesable, fue el que vivieron con desenfrenada pasión La Argentinita e Ignacio Sánchez Mejías. Encarnación López, era el nombre de esta bailaora, nacida en Buenos Aires en 1898, mujer que enloqueció a Sánchez Mejías, torero casado en aquella época con Lola Gómez Ortega, hermana de los Gallos. Ignacio vivió en Pino Montano con Dolores, bailaora muy graciosa, gitana, que destacaba por sevillanas. Federico García Lorca rendiría homenaje Sánchez Mejías con su gran poema épico, Muerte en la tarde. Sánchez Mejías y La Argentinita escondidos en Madrid gracias al celestinaje de Fernando Villalón. El autor de Taurofilia racial fue gran amigo de Sánchez Mejías, desde el gran festival de Granada donde el mundo descubrió, gracias a Sánchez Mejías, a Manolo Caracol.
Las otras hermanas de Joselito, Gabriela y Trinidad, también casaron con toreros. Gabriela, destacada bailaora en su época, con Cuco Ortega, un banderillero que fuera gran amigo de don Ramón Martínez El centauro de Aragua, padre de Carlitos Martínez, nuestro más puro artista del toreo, y Trinidad Gómez Ortega, también mujer de tablaos y escenarios, hermana de Rafael y de Joselito, fue madre de tres matadores de toros, Manolo, Rafael y Pepín.
El mexicano Rodolfo Gaona padeció la pena de amor con la famosa actriz Carmen Ruiz Moragas, mujer que provocó la deserción del Califa de su compromiso en el Nuevo Circo de Caracas, cuando Gaona viajó (escapó) a Puerto Rico la noche antes de la corrida para encontrarse con la actriz. Carmen Ruiz, fue amante de Alfonso XIII y cuando nació su hijo, estando ella casada con El Petronio del toreo, Rodolfo Gaona, propagaron las malas lenguas la especie que “el hijo de Gaona tiene cara de peseta”. El “hijo de Gaona” que no era hijo del torero, es Luis Alfonso Ruiz Moragas conocido como “El bastardo real”, quien luego de más de setenta años de su nacimiento aun busca reconocimiento de la Casa Real de España.
Gran rival de Rodolfo fue Juan Silveti, padre del gran torero mexicano Juanito Silveti y abuelo de David y de Alejandro, todos ampliamente conocidos por la afición de Venezuela, vivió una tórrida relación con la cantante de zarzuela María Conesa. Un día, arrebatado por los celos, entró Silveti a caballo en el Teatro María Guerrero donde se presentaba la Conesa. Llegó “El Tigre” hasta el propio escenario, subió al caballo y tomó a la cantante entre sus brazos y salió con ella por el pasillo central de la sala de teatro en un arrebato célebre por su audacia.
Por aquellos días, relata el novelista Antonio García Ponce en su novela La insolencia de un olvido, un escandaloso episodio ocurrido al alba del Siglo XX, cuando el matador de toros Francisco González Faíco, convertido en ídolo de la afición caraqueño, se enamoró de una bellísima muchacha que resultó ser la joven esposa de un famoso editor y poeta. La muchacha abandonó al marido para escapar con el torero, provocando un verdadero terremoto social en la aparente mojigata Caracas del gomesismo.
Acercándonos en el tiempo a Isabel Pantoja, la tonadillera que nos ocupa, tenemos el caso de Lola Flores, quien luego de huracanada pasión torno a Manolo Caracol, vivió amores de grandes titulares con el sevillano Manolo González, torero a quien por su arte llamaron La giralda vestido de luces.
Tuvo Lola en vida una gran amiga y en la canción una estupenda rival, Rocío Jurado. Aunque la de Chipiona desde que pisó las tablas de los escenarios fue amada por España, fue su tránsito por la vida de brazos con Ortega Cano lo que le dio aire a su barca para cruzar los mares de la torería. Hinchadas las velas bálsamo para carnes que antes se habían encendido con las hogueras de nuestro paisano Curro Girón.
Son estos breves recuerdos, algunos de las más famosas reuniones entre tonadilleras, cantaoras, bailaoras y figuras del toreo, como en México copó la escena la famosa cantante azteca Lola Beltrán, casada primero con el matador José Ramón Tirado y luego con Alfredo Leal. Están los casos de Concha Márquez, esposa del matador de toros Antonio Márquez, y madre de Conchita Márquez Piquer, esposa del mito sevillano Curro Romero. En la actualidad la muy famosa Estrella Morente está casado con el también famoso matador Javier Conde, formando la exitosa pareja joven de la España europea, figuras muy queridas del cante y del toreo. Marcó época el romance entre Conchita Martínez, en su época tan famosa como ahora lo es la Pantoja, con Raúl Acha Rovira, un torero de época y de leyenda por la reciedumbre de su personalidad. Conchita es la madre del gran cantante Emmanuel. Ella, Conchita Martínez, enamoró España y también México, con su belleza, dulce personalidad y calidad como cantante.
Son algunos de los romances célebres, que me vienen a la memoria cuando veo por las calles los carteles anunciando a Isabel Pantoja en su vuelta a Venezuela. La veo y escucho Marinero de luces, recuerdo a Paquirri y también a Rafael Alberti con toda la sal de Cádiz y su Puerto de Santa María, y no entiendo porque todo debe ahogarse en la ambición del infierno de Marbella.
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