El Inquisdor quiere prohibirlo todo

El Inquisidor quiere prohibirlo todo


EL VITO

-“La Esclavitud es una institución cultural mucho más antigua y sin embargo debe desaparecer”, le dijo Carlos Escarrá Malavé, a quienes osaron defender la Fiesta de los Toros y sus tradiciones en Venezuela.

Frase infeliz esta del Gran Inquisidor del régimen chavista, del hombre que escribe el Catecismo de una Iglesia que pretende dominar la nación venezolana, prohibiéndolo todo.

Lo hace apoyándose en un formidable esqueleto de leyes, ayudado con la habilitación del presidente de la República y con un grupo guiñol convertido en Asamblea Nacional, que apoya con su aprobación ventrílocua todo lo que piensa en consideración de perpetuar en la eternidad el mandato del teniente coronel Chávez Frías.

Esta frase, no por rebuscada acertada, será la insignia del discurso que irracionalmente razonará ante la voluntad omnipotente del hombre que se ha apropiado de la nacionalidad venezolana y le arranca a pedazos su piel de tradiciones e identidad porque, sencillamente, las considera perturbadoras del desbordante egocentrismo y culto personal del autócrata.

No porque el teniente coronel, a manera de venganza por el bochorno de la bronca en la plaza de San Cristóbal a sus diputados, declare la muerte a la Fiesta de los Toros, esta va a morir.

¿Cómo matar a Goya y a Pablo Picasso si son inmortales?

¿Qué hacer con Arturo Michelena, Tito Salas y Armando Reverón, dioses en el olimpo de la pinacoteca taurina nacional? ¿Cómo el Gran Inquisidor ha de llevar a la hoguera de sus vanidades a Federico García Lorca? ¿Qué hacer con los hermanos Antonio y Manuel Machado?

Una legión de nombres de hombres y de mujeres ilustres de Venezuela y del mundo será lanzada al cesto de la basura de la Historia, al más endemoniado estilo del Kremlin, porque fueron aficionados o participaron de alguna manera en la exaltación de los valores culturales, artísticos, estéticos y éticos de la Fiesta de los Toros en Venezuela y en el mundo.