Blog de Víctor José López /Periodista

martes, 14 de febrero de 2023

Triunviros romanos y venezolanos, por Eddie A. Ramírez S.


Triunviros romanos y venezolanos, por Eddie A. Ramírez S.
Agradecemos a los triunviros de ese G3, Henry Ramos, Rosales y Borges-Capriles, sus aportes, pero no han entendido que el momento no es el de sus partidos, sino el de Venezuela

 

La historia narra sobre dos triunviratos famosos en la Roma anterior a Cristo. La petite histoire local de nuestra época cita también dos, el de la Junta militar de 1948 y el G3 integrado por los dirigentes de los partidos Acción Democrática, Primero Justicia y de Un Nuevo Tiempo, que no tiene poder real. Todos se constituyeron por intereses personales. Los triunviros romanos tenían prestigio, aunque no fuesen ciudadanos ejemplares. Los nuestros, no tienen prestigio y como ciudadanos dejan mucho que desear.

El primer triunvirato romano unió circunstancialmente a Julio César, Pompeyo y a Craso. Los tres fueron valientes guerreros. Craso era quien tenía el dinero para comprar votos. Pompeyo tenía cierto arraigo popular y César el que tenía más prestigio militar. César y Pompeyo murieron asesinados. Craso en el campo de batalla. El segundo triunvirato lo integraron Octavio, Marco Antonio y Lépido. El primero derrotó al segundo, que se suicidó. Lépido tuvo fama de ladrón y de pusilánime. De los seis triunviros dos sucumbieron ante una mujer extranjera. Quizá los otros cuatro no tuvieron oportunidad de conocer a Cleopatra. Todos fracasaron en lograr paz y prosperidad para sus súbditos.

En Venezuela tuvimos el triunvirato de la Junta Militar de Gobierno que derrocó a Rómulo Gallegos en 1948. Carlos Delgado Chalbaud era el indeciso y honesto del grupo; de no haber sido asesinado, seguramente habría hecho elecciones limpias en 1952. Marcos Pérez Jiménez era el ambicioso del triunvirato. Llovera Páez era más amigo del bonche que del poder. Se ha dicho que Delgado fue asesinado por órdenes de Pérez Jiménez, pero lo cierto es que lo baleó un secuaz de Rafael Simón Urbina, aunque la intención era obligarlo a renunciar. Los tragos condujeron al magnicidio. Tarugo, como le decían al dictador de Michelena, tiene en su haber otros asesinatos, por ser el eslabón final de la cadena de mando. Estuvo preso por ladrón y murió en el exterior. Germán Suárez Flamerich sustituyó a Delgado y se comportó como un pelele. Al triunvirato le decían el 101. Suárez era el cero.  

El otro triunvirato local, el G3, es muy sui generis. No tiene legiones, ni batallones que lo apoyen. Tampoco pueblo. Por lo tanto, solo tiene algo de poder mediático. Decide, pero tiene pocos que acaten y menos que cumplan. Sin embargo, por esas circunstancias de nuestro realismo mágico, entorpece el cese de la usurpación. Es injusto acusarlo de colaboracionista del régimen, solo lo es indirectamente al tomar decisiones que lo favorecen. En aras de la unidad, siempre habíamos defendido a estos triunviros de papel.

La decisión de eliminar el gobierno interino, sin escuchar las recomendaciones de destacados juristas que advirtieron sobre las nefastas consecuencias, obligan a dejarlos a un lado. No son adecuados para seguir dirigiendo la oposición. Deben apartarse o los electores los castigarán en las primarias, que ojalá se realicen. Está dando pancadas de ahogado, aunque se dice que en política las resurrecciones son frecuentes.

Agradecemos a los triunviros de ese G3, Henry Ramos, Manuel Rosales y Borges-Capriles, sus aportes en el pasado a la lucha por la democracia, pero no han entendido que el momento no es el de sus partidos, sino el de Venezuela. La última pifia fue haber designado a tres triunviras, sin ningún poder, para presidir la Asamblea Nacional desde el exterior, seguramente para echarles la culpa de lo que inevitablemente está sucediendo por la defenestración del gobierno interino.

Una de ellas, Dinorah Figuera, seguramente siguiendo instrucciones, ha tenido el descaro de endosarle la pérdida de nuestras sedes diplomáticas a Gustavo Tarre Briceño y a Carlos Vecchio, embajadores en la OEA y Washington, respectivamente. Los acusó de haber abandonado sus cargos, cuando fue ese triunvirato del G3 quien los cesó en sus funciones.

Los citados y otros embajadores, como María Teresa Belandria y Orlando Viera Blanco, cumplieron una excelente labor y corrieron riesgos al aceptar esos cargos. Antes, perdimos a nuestro embajador en Colombia, el distinguido Humberto Calderón Berti, aunque en este caso fue un error inexcusable de Guaidó y de Leopoldo López, no del triunvirato.

Ante la crisis existente en la oposición, no queda otra opción que apostar a las primarias. Los candidatos que pareciera que tienen menos rechazo son María Corina, Andrés Velásquez y César Pérez Vivas, citados sin orden de preferencia. Guaidó debería esperar otros tiempos.

Como (había) en botica

  • Complace cuando se reciben noticias del éxito de venezolanos en el exterior. Angélica Marcano es una joven ingeniera residenciada en España y en estos momentos trabajando en un proyecto en Arabia Saudita. Angélica es hija de mi colega Luis Marcano González y nieta de ese gran constructor de instituciones sin fines de lucro del sector agrícola, que fue el doctor Luis Marcano Coello.
  • Continúa el éxito de la violinista Daniela Padrón, hija de Paciano. El 23 de este mes dará un concierto en Miami.
  • El gorila Diosdado Cabello arremetió contra la chocolatera Savoy porque la valiente periodista Carla Angola le hace propaganda.
  • Lamentamos el fallecimiento de José Gregorio Matheus, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol.
  • ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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