"Entre países beligerantes es una práctica de vieja data"
7 de octubre de 2022
Anuncios
Opinión.- En estos días se ha hablado bastante del intercambio de prisioneros. El intercambio de prisioneros o rehenes entre países beligerantes es una práctica de vieja data. Es más conveniente recuperar a uno valeroso de los propios, que estar manteniendo encerrado a un enemigo sin sacarle provecho alguno. A veces los canjes no son parejos; un militar de honor puede ser canjeado por un vulgar criminal, porque lo que importan son los intereses que le convengan a cada parte.
En 1813, a principios de la guerra de independencia, Antonio Zuazola, lugarteniente del comandante realista Domingo Monteverde llevaba a cabo una cruel guerra sin cuartel ni respeto de ninguna clase. Al tomar Aragua de Barcelona cometió las barbaridades más terribles contra prisioneros y la población civil: mutilaciones, torturas y ejecuciones sumarias que preferimos no detallar aquí. Baste decir acá como refiere Baralt en su “Resumen de la Historia de Venezuela”, que envió a Maturín cajones cargados de las orejas de sus víctimas para que sus partidarios las usaran como adornos. También en las mazmorras de La Guaira se ensañó terriblemente con los prisioneros.
El propio Bolívar dice que Zuazola es uno de los causantes del Decreto de Guerra a Muerte:
“…el atroz Zuazola, cuyo nombre puede apenas pronunciarse sin horror. Este hombre o monstruo degolló innumerables personas de ambos sexos en el pacífico pueblo de Aragua…sus hechos forman una parte de los motivos que hemos tenido para declarar la guerra a muerte…” (comunicación de Bolívar a Monteverde 3 de septiembre de 1813).
Para fines de agosto, Zuazola era el comandante del Fortín Solano, en Puerto Cabello, mientras los republicanos tenían asediado el Puerto amurallado, lo que llamaban Pueblo Adentro. Luego de un intenso tiroteo, los del Fortín creen que la ciudad ha caído en manos de los republicanos y abandonan la pequeña fortaleza. A los dos días Zuazola es capturado tratando de huir por los matorrales aledaños.
Pese a que se encontraba en vigencia el Decreto de Guerra a Muerte, Bolívar propuso a Monteverde canjear al terrible Zuazola por Diego Jalón, preso en Puerto Cabello.
¿Pero quién era Diego Jalón?
Uno de los aspectos que han venido obviado u olvidando muchos de los historiadores de los siglos XIX y XX es tanto la presencia cantidad americanos partidarios del rey en las filas monárquicas como la presencia de españoles peninsulares participando activamente en las fuerzas independentistas.
Paradójicamente sobresalen especialmente en los tiempos de la guerra a muerte españoles como Vicente Campo Elías, Manuel Villapol y el coronel Diego Jalón, fervientes partidarios de Bolívar. Jalón participa en la guerra desde los primeros momentos, a favor de la independencia y bajo las órdenes del Marqués del Toro, en la campaña de Coro. Fue comandante de la artillería republicana, y está junto a Bolívar en Puerto Cabello cuando en 1812 se pierde la plaza. Al poco tiempo es capturado, y encarcelado en Puerto Cabello. Bolívar consideraba al coronel Jalón una importante ficha entre sus hombres, por lo que insistió vehementemente con Monteverde en el cambio de prisioneros.
Pero Monteverde no acepta canjear a un coronel como Jalón por un oficial menor como Zuazola. Así le responde el comandante realista a Bolívar:
“…por ningún caso accede a dar a Jalón por Zuazola, y si cangear (sic) persona por persona de igual carácter”.
Ante la negativa del comandante realista, Zuazola fue ejecutado en la plaza, no fusilado como corresponde a un militar de honor, sino colgado como son ajusticiados los criminales. El odio que se le tenía era tanto que mientras colgaba le cayeron a tiros.
Pero más tarde, en diciembre de 1813, por fin, el coronel Jalón obtuvo la libertad al ser canjeado por el coronel realista Emeterio Ureña.
Luego, ya en libertad, el 28 de mayo de 1814 Jalón tomó parte en la primera batalla de Carabobo. También luchó en la segunda batalla de La Puerta en junio de 1814, en la cual los republicanos, mandados por Bolívar, fueron derrotados por José Tomás Boves. El coronel Jalón fue apresado nuevamente por los realistas y ejecutado días más tarde, por orden de Boves, en Villa de Cura.
Por Luis Heraclio Medina Canelón
M.C. de la Academia de Historia del Estado Carabobo
En 1813, a principios de la guerra de independencia, Antonio Zuazola, lugarteniente del comandante realista Domingo Monteverde llevaba a cabo una cruel guerra sin cuartel ni respeto de ninguna clase. Al tomar Aragua de Barcelona cometió las barbaridades más terribles contra prisioneros y la población civil: mutilaciones, torturas y ejecuciones sumarias que preferimos no detallar aquí. Baste decir acá como refiere Baralt en su “Resumen de la Historia de Venezuela”, que envió a Maturín cajones cargados de las orejas de sus víctimas para que sus partidarios las usaran como adornos. También en las mazmorras de La Guaira se ensañó terriblemente con los prisioneros.
El propio Bolívar dice que Zuazola es uno de los causantes del Decreto de Guerra a Muerte:
“…el atroz Zuazola, cuyo nombre puede apenas pronunciarse sin horror. Este hombre o monstruo degolló innumerables personas de ambos sexos en el pacífico pueblo de Aragua…sus hechos forman una parte de los motivos que hemos tenido para declarar la guerra a muerte…” (comunicación de Bolívar a Monteverde 3 de septiembre de 1813).
Para fines de agosto, Zuazola era el comandante del Fortín Solano, en Puerto Cabello, mientras los republicanos tenían asediado el Puerto amurallado, lo que llamaban Pueblo Adentro. Luego de un intenso tiroteo, los del Fortín creen que la ciudad ha caído en manos de los republicanos y abandonan la pequeña fortaleza. A los dos días Zuazola es capturado tratando de huir por los matorrales aledaños.
Pese a que se encontraba en vigencia el Decreto de Guerra a Muerte, Bolívar propuso a Monteverde canjear al terrible Zuazola por Diego Jalón, preso en Puerto Cabello.
¿Pero quién era Diego Jalón?
Uno de los aspectos que han venido obviado u olvidando muchos de los historiadores de los siglos XIX y XX es tanto la presencia cantidad americanos partidarios del rey en las filas monárquicas como la presencia de españoles peninsulares participando activamente en las fuerzas independentistas.
Paradójicamente sobresalen especialmente en los tiempos de la guerra a muerte españoles como Vicente Campo Elías, Manuel Villapol y el coronel Diego Jalón, fervientes partidarios de Bolívar. Jalón participa en la guerra desde los primeros momentos, a favor de la independencia y bajo las órdenes del Marqués del Toro, en la campaña de Coro. Fue comandante de la artillería republicana, y está junto a Bolívar en Puerto Cabello cuando en 1812 se pierde la plaza. Al poco tiempo es capturado, y encarcelado en Puerto Cabello. Bolívar consideraba al coronel Jalón una importante ficha entre sus hombres, por lo que insistió vehementemente con Monteverde en el cambio de prisioneros.
Pero Monteverde no acepta canjear a un coronel como Jalón por un oficial menor como Zuazola. Así le responde el comandante realista a Bolívar:
“…por ningún caso accede a dar a Jalón por Zuazola, y si cangear (sic) persona por persona de igual carácter”.
Ante la negativa del comandante realista, Zuazola fue ejecutado en la plaza, no fusilado como corresponde a un militar de honor, sino colgado como son ajusticiados los criminales. El odio que se le tenía era tanto que mientras colgaba le cayeron a tiros.
Pero más tarde, en diciembre de 1813, por fin, el coronel Jalón obtuvo la libertad al ser canjeado por el coronel realista Emeterio Ureña.
Luego, ya en libertad, el 28 de mayo de 1814 Jalón tomó parte en la primera batalla de Carabobo. También luchó en la segunda batalla de La Puerta en junio de 1814, en la cual los republicanos, mandados por Bolívar, fueron derrotados por José Tomás Boves. El coronel Jalón fue apresado nuevamente por los realistas y ejecutado días más tarde, por orden de Boves, en Villa de Cura.
Por Luis Heraclio Medina Canelón
M.C. de la Academia de Historia del Estado Carabobo
No hay comentarios:
Publicar un comentario