Lo que ha demostrado Feijóo es que su PP no está
pertrechado para la guerra a muerte contra Sánchez,
que no entiende otra clase de guerra
No hay más que ver la desolación en las huras y minaretes sanchistas para comprobar que el pacto sobre la Justicia beneficiaba al desaprensivo de la Moncloa y perjudicaba a Feijóo. Lo asombroso es que, siendo tan evidente, Feijóo se deslizase poco a poco en una trampa letal para el PP y para su liderazgo en la derecha, que, simplemente, desaparecía. Sin duda, la soberbia de Sánchez relinchando en Pretoria y la calculada torpeza de Montero en las Cortes allanándose al chantaje de la Esquerra han facilitado la espantá de Feijóo, al que consideraban incapaz de dar marcha atrás, ni siquiera pasándole por las narices la sedición, porque Bolaños se había convertido en cómitre del galeote González Pons, encantado de servir.
Aún así, il gran rifiuto del que habla Dante, refiriéndose a un Papa que no quiso serlo, queda por explicar, oculto en una bruma psicológica y etológica. Pero lo que, tras salvar su vida política, que tan grave era el peligro, ha demostrado Feijóo, es que su PP no está pertrechado para la guerra a muerte contra Sánchez, que no entiende otra clase de guerra. La molicie de tantos años de poder galaico y el reflejo sorayil de bailar al son de los medios zurdos, retrata a un PP perdido en lo ideológico, torpe en lo mediático y lelo en lo político. Que Felipe engañara a Fraga en 1982 es aceptable. Que Bolaños te engañe una y otra vez, pese a que los hechos lo dejan por embustero, es de catetos. Y el peor catetismo es el eurocatetismo, que suele venir acompañado de un «sentido del Estado» sólo aplicable al PP.
El error ideológico esencial de Feijóo no es haber caído en la trampa de Sánchez, que es el timo del tocomocho para catetos de ferrocarril, sino decir que el PP es «un partido de Estado». No hay partidos de Estado. Lo son sólo de Gobierno, salvo que busquen apropiarse del Estado. Que es lo que siempre ha buscado el PSOE, asociando al PP a su latrocinio, como el Partido Comunista Polaco al Partido Campesino, su coartada electoral. Y hacerse con la Justicia es expropiar el Estado.
El segundo error ideológico de Feijóo es el «con este PSOE, no». No existe otro PSOE, como González demostró el sábado. El supuesto PSOE «constitucional» no ha existido jamás. ¿Quién entierra a Montesquieu en 1985? Pues eso.
Y el tercer error de Feijóo, mortal de necesidad, sería caer en los celos inducidos, como Casado. «¡Está en manos de Ayuso!», aúllan los frustrados sanchistas; «¡Y de la derecha mediática!», esputa la izquierda audiovisual. ¿Cundirá el pánico en Villatembleque, calle Génova, 13? A saber. Aunque sólo un necio pensaría que el votante de derechas, que ha estado a punto, pero a punto, de desahuciar a Feijóo, lo prefiere en manos de Sánchez.
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