Por Luis Zambrano (*)
Los periodistas debemos reaccionar y no quedarnos inermes frente a este ultimo zarpazo que la dictadura acaba dar a la Constitución con el ataque artero a cuatro medios de comunicación al ser consideraros enemigos del gobierno por su postura crítica y de denuncia ante la galopante corrupción que ha venido devorando al país.
Han sido años de ultraje a la noticia, a la información y a la opinión por parte del aparato represor del gobierno en su afán por imponer su hegemonía comunicacional, el partido y el pensamiento único.
De nada le vale a la estructura que ilegalmente dirige a la nación ofrecer una apertura económica abriendo empresas, trayendo un poco de capital extranjero, si no existe plena libertad de expresión, que configure una ayuda moral para que no haya desvíos de los dineros públicos como ha ocurrido en estos 20 años de gobierno comunista.
Por ello, podemos avizorar el momento de meternos presos cuando algún periodista denuncie que el aceite de oliva que vende el supermercado iraní es de mala calidad. El ritmo de intolerancia es tan grande que vamos directos a ser juzgados no por denunciar corrupción sino porque no saludaste al vecino chavista o por comentar que la gasolina no es de buena calidad.
El ritmo de intolerancia es tan grande que vamos directos a ser juzgados no por denunciar corrupción sino porque no saludaste al vecino chavista o por comentar que la gasolina no es de buena calidad.
Los periodistas no podemos aceptar que cualquier policía obstinado porque su sueldo no le alcanza para mantener a la familia, vea un colega, le quiete los implementos de trabajo, le borre fotos, lo despoje de su teléfono porque ya para el sistema te configuran como un elemento sospechoso y agresor de la mal llamada revolución.
El presidente del Colegio Nacional de Periodistas acaba de informar tomando datos de la ONG Espacio Público, que el año pasado se cometieron 944 ataques a la libertad de expresión. También reveló el cierre de 165 emisoras de radio, 18 canales de televisión y 42 periódicos entre 2004 y 2019. Estas cifras son devastadoras para un país que además le han destruido su industria petrolera, el sistema de salud, pero sobre todo se ha inyectado en la población una sobredosis de facilismo, la viveza, corrupción, alimentar la delincuencia facilitándole espacios para perpetrar sus fechorías sin ser castigado de acuerdo a las leyes.
Los periodistas no podemos renunciar los postulados del Código de Ética como lo reza el Artículo 43 donde se señala: “El periodista tiene el deber de combatir sin tregua a todo régimen que adultere o viole los principios de la democracia, la libertad, la igualdad y la justicia”.
En los años 60 y 70 este era el escudo que los comunicadores, especialmente quienes creen en el socialismo, les mostraban a los gobiernos democráticos, a pesar que en esa época no se cometían los abusos y persecución que como política de Estado se cometen en estos momentos. Los 50 artículos del Código de ética son un compendio de normas que moldean el comportamiento de cómo debe ser la libertad de expresión en un país democrático.
Cuando un gobierno le quita fuerza a la libertad de expresión, como está ocurriendo, le está dando carta aval al narcotráfico, al crimen organizado, a la corrupción, al abuso de los organismos de seguridad contra la población que de alguna manera manifieste algún descontento.
No desmayemos, hagamos uso de las herramientas que tenemos a la mano, sigamos denunciando la corrupción, el crimen, los abusos, la precariedad de los servicios públicos, pero también tratemos de moldear conductas que le vayan dando luz a la nueva Venezuela que todos aspiramos.
(*) Miembro de Expresión Libre
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