Blog de Víctor José López /Periodista

martes, 26 de enero de 2021

BLACK LIVES MATTER, TRES CHAVISTAS Y UNA ASESINA Por Federico Jiménez de los Santos

 


 TRES MARXISTAS CHAVISTAS Y UNA ASESINA EN CUBA





Las fundadoras de Black Lives Matter son Alicia Garza, Patrisse Cullors y Opal Tometi, aunque su referencia política esencial es Assata Shakur, una «pantera negra» condenada por asesinato, que se fugó de la cárcel en 1979 y huyó a Cuba, donde le concedieron asilo político.

Las tres discípulas de Assata se han declarado siempre marxistas militantes[166] y apoyan sin reservas las dictaduras de Cuba y Venezuela, en cuyos actos de promoción en los Estados Unidos, generalmente para encubrir denuncias de torturas, crímenes y encarcelamientos políticos, han acompañado a Chávez, Raúl Castro y Maduro.

Alicia Garza se describe a sí misma como «activista por la justicia, queer y marxista», según su editorial norteamericana. En 2009, cuando Chávez había asegurado su dictadura tras más de una década en el poder, Garza describía la reelección de Chávez como «día histórico para Venezuela». Desgraciadamente, desde que en 1998 llegó Chávez al poder, todos los días han resultado «históricos» para Venezuela, porque nunca, en toda su historia, había estado peor... hasta el año siguiente.

En 2015, en medio de las denuncias internacionales por los crímenes de Maduro, Garza participó en el Left Forum, plataforma de promoción internacional del «socialismo del siglo XXI», la narcodictadura venezolana.

Patrisse Cullors, la segunda jefa de BLM, fue la protegée de Eric Mann, exdirigente de la organización terrorista Weather Underground[167] y su ideología marxista-leninista impregna toda su visión del mundo, según Breitbart News. En 2011 participa también en el Left Forum, como conferenciante, mientras Garza habla sobre la internacionalización del marxismo. En 2015 se describe, junto a

sus compañeras, como «marxistas entrenadas»[168]. En la entrevista con Jared Ball, de The Real News Network, concreta más:

Lo primero, creo, es que realmente tenemos un marco ideológico. Alicia Garza y yo en particular somos organizadores capacitadas. Somos marxistas entrenadas. Estamos muy versadas en una teoría ideológica. Y creo que lo que realmente intentamos hacer es construir un movimiento que pudiera ser utilizado por muchos, muchos negros.

Ni que decir tiene que los negros cubanos o venezolanos no pueden usar las herramientas de estas «marxistas entrenadas», salvo que sirvan al régimen discriminador y asesino de La Habana o de Caracas. La raza, o la acusación de racismo, solo sirve para imponer el comunismo, nunca para la emancipación de negros, blancos o mestizos. El odio y el resentimiento son las herramientas manejadas desde antes de Lenin para reclutar militantes y generalizar un malestar previamente diseñado por la organización subversiva. Nada nuevo desde Willi Münzenberg.

Opal Tometi, tercera fundadora de BLM, se distingue de las otras porque las supera en abierto compromiso con las dictaduras comunistas. Técnicamente es directora ejecutiva de Black Alliance for Just Immigration (BAJI), una organización californiana marxista- leninista. En la práctica, es un peón de La Habana y Caracas para desestabilizar internamente los Estados Unidos.

En 2015, Tometi ofreció una charla junto a Nicolás Maduro y Raúl Castro en la Cumbre de Líderes Afrodescendientes celebrada en Harlem, Nueva York. El carácter afrodescendiente de Raúl Castro no está claro. Que sepamos, Galicia, tierra de su padre, no comparte con los países de África Central la condición de cantera de esclavos vendidos secularmente por los musulmanes. De hecho, los Castro mantienen en el Comité Central del Partido Comunista una neta superioridad blanca, salvo que su sucesor Canel sea afrodescendiente blanco, acaso afrikáner, aunque también parece español. Maduro, sindicalista que apenas trabajó y políticamente criado en Cuba, ni siquiera tiene la santería de raíz africana como religión de referencia. Ha preferido unirse a la secta del hindú Sai Baba, venerado como dios en vida, y al que visitó en la India junto a

su esposa y guía espiritual Cilia Flores. Baba falleció en 2011 y su culto ha venido a menos, pero desde lo alto debe de alentar las masacres de Maduro. Su otro discípulo famoso, como ya comentamos, fue Idi Amín Dada, genocida ugandés cuya política elogió el gurú.

Tometi viajó también en 2015 a las elecciones de Venezuela como observadora internacional. «Cumpliendo con mi deber como ciudadano global y sirviendo como observador electoral para las elecciones nacionales venezolanas», decía en Twitter. Pero internacional no significa neutral. Su organización difundió un manifiesto de apoyo incondicional al régimen de Caracas, al que la ONU declara culpable de crímenes contra la Humanidad: «Black Lives Matter en solidaridad con el pueblo venezolano», que denigra como «contrarrevolucionarios» a los opositores demócratas en Venezuela. No hay que decir, porque se ve en cualquier reportaje gráfico o televisivo, que entre los opositores torturados y asesinados por Chávez y Maduro hay miles de jóvenes negros y mestizos, pero para BLM esas vidas no cuentan.

La idolatría criminal comunista de las tres líderes de BLM queda patente en el cántico que dedican en 2015 a la asesina Assata Shakur, fugada a Cuba. Patrisse Cullors actúa como solista, ensalzando la figura de su diosa: «Ella es una líder poderosa. Nosotras vestimos la camiseta que dice: Assata me enseñó». Para animar, Cullors explica el cántico:

Me gustaría pedirles que se pongan en pie y hagan el canto con nosotras. Esta es la forma en la que nosotras cerramos cada evento, cada encuentro, cada acción, cada calle que cortamos, cada centro comercial que hacemos cerrar... siempre escucharán este canto. Lo escucharán en este país y muy pronto en muchos otros países también. Esto nos lo enseñó nuestra admirada Assata Shakur, ella es una de las más buscadas por el FBI, una líder poderosa que nos ha inspirado...[169]

Luego, como unas Supremes afónicas, susurran hasta acabar gritando: «¡Nuestro deber es luchar, lo único que podemos perder son nuestras cadenas!».

Este es un grito peligroso en Cuba. La frase final de El manifiesto comunista, que el trío se apropia como si fuera un anuncio de la serie Raíces, puede interpretarse por la policía política castrista como llamada a la insurrección de los que pasan hambre o venden su cuerpo a los turistas. De ahí a la cárcel no hay más que un paso. Seguramente grabaron en una de las zonas prohibidas a los cubanos, muchos negros, donde los dólares y los amigos hacen más laxa la vigilancia marxista-leninista. No hay más que ver a Garza, Cullors y, sobre todo, Tometi, para darse cuenta de que no saben lo que es una cartilla de racionamiento, justo castigo para los reaccionarios.

Pero las víctimas mortales y los enormes daños materiales de la ola de violencia desatada por estas «marxistas entrenadas» y respaldadas por las Pelosi de turno prueban hasta qué punto las viejas técnicas comunistas de agit-prop entran en las democracias como el cuchillo en la mantequilla. Sobre todo, si cuentan con una quinta columna formada por la mayoría mediática y buena parte de la clase política, que está aprendiendo a odiar a su país desde dentro tanto como movimientos comunistas como BLM lo odian desde fuera. Y aspiran, en nombre de la raza, la clase, el sexo o lo que sea, a destruirlo.

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