El final de la “Revolución Libertadora” afianzó la presencia exclusiva de los tachirenses en el poder y alejó a muchos no tachirenses de la política. El presidente era Cipriano Castro, y su segundo, Juan Vicente Gómez, que en la batalla de Ciudad Bolívar acabó casi de un plumazo con el brutal caudillismo que había sido lo dominante en el siglo XIX. Gómez había llegado a la antigua Angostura, al frente de 2.000 soldados en los vapores “Restaurador”, “Bolívar” y “Zamora”. Iba a conquistar la plaza. La pequeña flota atracó en Güiria, desde donde Gómez fue reclutando otros soldados para atacar a al caudillo que todavía luchaba, Nicolás Rolando. El 2 de julio (de 1903) hubo un primer enfrentamiento en Campo Claro, en el que los “Libertadores” salieron derrotados. Once días después la pequeña flota gubernamental inició el bloqueo de Ciudad Bolívar. Personajes importantes de Ciudad Bolívar, como el obispo Antonio María Durán, Luis Brockman, cónsul de Alemania; Jesús Henderson, agente consular de los Estados Unidos y otros, parlamentaron con el general Gómez para evitar el derramamiento de sangre. Y el 15 de julio el general Rolando envió un telegrama al presidente Castro planteando la posibilidad de una resolución pacífica. Pero Castro le ordenó a Gómez que obligara al enemigo a rendirse a discreción a cambio de las garantías a jefes, oficiales y soldados, a excepción del General Ramón Cecilio Farreras, que quedaría sometido a juicio ordinario por el delito de alta traición, y los “Libertadores” rechazaron la idea. El 16 de julio llegaron al lugar una nave militar de los Estados Unidos y otra francesa para proteger a los ciudadanos de esas nacionalidades, y el 19 de julio, a las cuatro de la mañana, empezó la Batalla de Ciudad Bolívar, destinada a ser la última de las batallas de guerras civiles venezolanas. Los revolucionarios rompieron un dique para que las aguas crecidas del Orinoco rodearan la ciudad, desde la cual dispararían durante tres días. El combate fue recio y sangriento en los frentes de Santa Lucía, El Dique, Ojo de Agua, Mango Asao, Cerro La Esperanza, El Obelisco, San Isidro, Cerro El Zamuro, El Cementerio, El Convento, Santa Ana y Los Morichales. 3.500 soldados del gobierno, a los que se sumó la artillería, fueron minando calle por calle hasta enervar la resistencia de los 2 mil revolucionarios comandados por el General Rolando, que finalmente fue capturado junto a su Estado Mayor, el 21 de julio de 1903. El caudillismo de Venezuela había sido liquidado por el general Juan Vicente Gómez. De ese proceso quedaron dos claros vencedores: Castro, que por la intervención imperialista que siguió al triunfo de Gómez (el bloqueo de Venezuela) se afianzó como presidente de la República, y Gómez, que al combatir la Revolución Libertadora se estableció como el liquidador del caudillismo en el país e inició su avance incontenible a la presidencia de la República. De ella salieron los andinos divididos en castristas y gomistas, lo cual convirtió, curiosamente, a Gómez, en el verdadero jefe de la oposición, aun cuando fuera desde el poder. El poder también se había dividido. Pero lo más importante fue la derrota definitiva de los viejos caudillos y, sobre todo, del caudillismo, que tanto daño le ha hecho al pueblo venezolano a lo largo y ancho de la historia. Y de los primeros en darse cuenta de esa realidad fue el joven doctor José de Jesús Arocha, hijo, ya decididamente encaminado a convertirse en formador de auténticos líderes civiles para una patria que apenas entonces estaba naciendo. José de Jesús Arocha, el “Tigre” Arocha, en su juventud se había sentido llamado por la política. Se hizo seguidor del “Mocho” Hernández y fue activo participante en el alzamiento mochista de fines del siglo XIX, y solo la llegada de los andinos al poder (1899) lo apartó de aquella tendencia y permitió que se dedicara por completo a la educación. Pero hacia el final del régimen de Cipriano Castro tuvo una especie de recaída. En noviembre de 1907 se vio envuelto en una situación que pudo haberle salido muy cara. Ocurrió que el periódico valenciano “Caín”, cuyos principales redactores eran el gran escritor valenciano José Rafael Pocaterra, Salvador Carvallo Arvelo y R.R. Tovar García, a raíz de las elecciones de Presidentes de Estado, propuso que el doctor Samuel Niño, médico tachirense y candidato castrista para el estado Carabobo, de quien todo el mundo sabía que sería impuesto por Cipriano Castro sin importar la voluntad del electorado, fuera candidato a Presidente (gobernador) del estado Táchira, y que el doctor Arocha fuera el candidato a gobernador de Carabobo. La reacción del gobierno fue inmediata: Pocaterra y Arvelo fueron encerrados inicialmente en el Castillo de Puerto Cabello y luego en el de San Carlos, en la barra de Maracaibo, y estuvieron privados de libertad por más de un año. Aunque ya muchos lo habían pensado, es de presumir que como resultado de aquella broma de “Caín”, a pesar de su evidente desencanto de la política como actividad, el nombre del doctor José de Jesús Arocha hijo fue propuesto en abierto desafío a Castro por los notables de Valencia como candidato a presidente del estado Carabobo, y como era de esperarse el castrismo impuso por la fuerza al doctor Niño. Cinco o seis años después, Pocaterra “inmortalizó” a Niño en su primera novela: “Política Feminista”, que después fue reeditada con el título “Política feminista o El doctor Bebé”, y el gobernador, muy a su pesar, se vio convertido en protagonista más o menos grotesco de esa, la primera novela de Pocaterra. De allí en adelante, el doctor José de Jesús Arocha sería, por fortuna para el país, únicamente educador. Su nieto y biógrafo, Luis Enrique Otero Arocha, supone que por aquella candidatura su abuelo fue llevado a Caracas, en donde le habrían dado la ciudad por cárcel, pero de eso no hay pruebas. También que recibió alguna ayuda del doctor José Rafael Revenga, que se había convertido en su amigo y era el médico de Castro. Pero lo único que da por seguro es “ya en los albores del siglo su pasión política estaba extinguida. De hecho conservó gran independencia de criterio frente a los gobiernos posteriores. No desempeñó cargo público alguno. Ni asistió a festividades o actos oficiales. En sus colegios estudiaban hijos del Gral. Gómez y de personeros importantes del régimen. Pero también los de los que no lo eran. No hubo más combativos artículos en la prensa. Pero si fue político lo fue porque quería una patria mejor. Se convenció de que el simple cambio de gobierno no mejoraría el país. Lo que se requería era mejores ciudadanos. Con sólida estructura espiritual y moral. Con conocimiento de las artes y de las ciencias. Y todo ello sólo podría lograrse con la educación. Entendiendo por tal la formación integral del hombre y del ciudadano. Y a ello se dedicaría con todas sus fuerzas”. (Otero, Luis Enrique, “El Tigre Arocha”, p. 67) Para fortuna de los venezolanos.
NOTA: Hoy, domingo 6 de diciembre, hay que quedarse encerrado en su casa para demostrar que el fraude electoral chavista fue un fracaso. Y desde mañana, 7 de diciembre, hasta el 12, hay que participar en la Consulta Popular, para honrar la memoria de nuestros grandes hombres del pasado, como el doctor José de Jesús Arocha, el “Tigre”.
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