Blog de Víctor José López /Periodista

sábado, 21 de noviembre de 2020

RAFAEL DE NOGALES MÉNDEZ Por Eduardo Casanova

 


Hace algunos años se puso de moda, en lo periodístico, no en lo literario, un personaje extrañísimo e interesantísimo, tachirense de pura cepa, que peleó en la Primera Guerra Mundial como oficial turco y fue protagonista de varias aventuras muy interesante, pero, como suele ocurrir con demasiada frecuencia, su faceta más importante fue prácticamente ignorada.

Porque lo más importante de Rafael de Nogales Méndez no fue su condición de aventurero, sino el hecho de que fue un buen escritor, autor de genuinas autobiografías. Como apunta con mucho acierto Violeta Rojo en su trabajo titulado “Memorias de un aventurero venezolano: Rafael de Nogales Méndez”, publicado en la revista “Contexto”, Segunda etapa, Volumen 6 – Nº 8 – Año 2002, pp. 65-80, “En Venezuela no abunda la autobiografía, mas sí el memorialismo”, lo que convierte a Nogales Méndez en un autor excepcional, que no centra su narración en los hechos sino en su participación directa en esos hechos, cuidadosamente seleccionados por él mismo antes de llevarlos al papel.

También señala la investigadora que Nogales Méndez “De la misma manera que Julio César, usa la tercera persona para hablar de él mismo”, etcétera. Su bibliografía incluye: “Causa del progreso: folletos de historia y letras”, Caracas: s.n., 1910; “Cuatro años bajo la Media Luna”, 2ª ed. Caracas: Comisión Editora de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, 1991; “Memorias”, Caracas, Fundación Ayacucho, 1991; “Saqueo a Nicaragua”. 2ª ed. Caracas: Ediciones Centauro, 1981; “Silk and spurs”, Londres: Wright and Brown, 1994. Nació en San Cristóbal, la capital del estado Táchira, el 14 de octubre de 1877, y fue bautizado en la iglesia parroquial de San Sebastián el 19 de marzo de 1878. Su familia paterna era de Seboruco y la materna de San Cristóbal. Su padre fue Felipe Inchauspe, y su madre fue Josefa Méndez Brito (hermana de Magdalena Méndez Brito, casada con mi tío Francisco Casanova Mendoza, hermano de mi bisabuelo). El apellido Inchauspe, vasco, en castellano significa “De Nogales”, que el joven José Rafael adoptó como apellido, además de eliminar el José de su nombre de pila. Felipe Inchauspe, su padre, tenía grandes propiedades y una mina de oro en plena producción, y contrató los mejores maestros para educar al niño, que aprendió en sus primeros años alemán, francés e italiano (ya adulto también aprendió ruso, japonés, chino y coreano). En su adolescencia (1886) fue enviado a Alemania, Bélgica y España, en donde estudió en una academia militar. De España pasó a Cuba con las tropas españolas que se enfrentaron a las de los Estados Unidos en 1898. Tras la derrota de las fuerzas españolas se fue al África del Norte y Pakistán, y en 1901 regresó a Venezuela.

Se entrevistó con su paisano Cipriano Castro, en Caracas, y le hizo fuertes críticas que le ganaron su enemistad, por lo que al estallar la Revolución Libertadora, organizada por el General Manuel Antonio Matos con apoyo de varias empresas extranjeras, Castro ordenó arbitrariamente el arresto del joven De Nogales Méndez, que logró escapar a sus presuntos captores e integrarse efectivamente a las fuerzas de Matos. Tras el fracaso de la Libertadora, Nogales viajó a Centroamérica, en Managua fue recibido por el presidente Zelaya, que le facilitó varios elementos para una expedición militar destinada a invadir a Venezuela.

Otro tachirense, el general Carlos Rangel Garbiras, le hizo saber que la insurrección sería por La Guajira, por lo que Nogales intentó ingresar al país por Carazúa usando una goleta llamada “Libertad”. Enfrentó al General Antonio Dávila, fue derrotado y debió salir, herido en una pierna y un hombro en la misma goleta. Poco después se dio cuenta de que había contraído malaria y consiguió llegar a México, en donde fue auxiliado y protegido por el dictador Porfirio Díaz. Poco después se incorporó a una fuerza mexicana y dedicó algún tiempo a luchar contra los contrabandistas.

De México viajó a China y se convirtió en oficial de Inteligencia de un extraño aventurero conocido como Mister Evans, que participaba en la Guerra Ruso-Japonesa, allí actuó como espía doble para obtener información de marinos rusos. Según aparece narrado en sus memorias, en 1904 estaba en Alaska dedicado a la minería y la caza, en 1905 viajó a California también como minero y volvió a Alaska, donde se compró un potro y un equipo de explorador apara buscar una mina que le permitió conseguir algo de oro. De allí fue a tener a San Francisco, se arruinó, pasó a Nevada y se dedicó a la cacería de osos. En California se relacionó con Ricardo Flores Magón, un revolucionario mexicano que lo invitó a sumarse a sus filas. Así lo hizo hasta que volvió a Venezuela a raíz del derrocamiento de Cipriano Castro y el encumbramiento de otro tachirense, el General Juan Vicente Gómez (1908). Por mes y medio fue gobernador de Apure, hasta que se alzó en armas contra Gómez. Su alzamiento fracasó y debió huir nuevamente, esta vez hacia Europa. Al comienzo de la Primera Guerra Mundial se ofreció como voluntario para luchar contra Alemania, pero los franceses le exigieron que renunciara a su nacionalidad venezolana y se negó.

Luego de muchos vaivenes decidió cambiar de bando y se alistó en las fuerzas turcas. Participó en en la masacre de Van, contra los armenios, en Anatolia, por lo que le fue otorgado el título de “Bey”. En 1915, en Estambul, combatió como oficial en el ejército regular otomano. Ganó la Cruz de Hierro alemana y la Estrella del Mechedieh y recibió el grado de teniente coronel de Estado Mayor de la tercera división de la caballería imperial otomana. Actuó como gobernador Militar de parte de la costa de Palestina. En 1917, dirigió una expedición que pasó la frontera egipcia e incendió varios pueblos.

En 1919 regresó a América; estuvo año y medio en Alaska y en las costas del Océano Ártico; fue vaquero en Arizona y participó en la revolución mexicana, primero junto a Emiliano Zapata y después con Pancho Villa. En Nicaragua, conoció se relacionó con Augusto César Sandino, que lo interesó en la lucha antiimperialista. A raíz de esa experiencia escribió “Saqueo a Nicaragua”, publicado en 1928 en donde denuncia los abusos de los “marines” estadounidenses. En 1930 participó en otra invasión fracasada a Venezuela por la Guajira colombiana. En 1936, tras la muerte de Gómez, regresa al país. El presidente Eleazar López Contreras, desconfiado por su fama de aventurero, lo confinó a Las Piedras (Edo. Falcón), como administrador de aduana. En 1937, renunció y se fue a Panamá donde murió después de una operación en la garganta, olvidado y desilusionado de la vida, que en su caso no llegó ni a los 70 años.

A fines de 1975, durante la presidencia del también tachirense Carlos Andrés Pérez, sus restos fueron repatriados y sepultados en el Cementerio General del Sur en Caracas (29 de noviembre de 1975). En realidad, ningún otro venezolano ha tenido una vida tan llena de aventuras, y mucho menos las ha narrado en libros tan importantes. Quizás la vida de Francisco de Miranda es la única que puede habérsele aproximado, aunque Miranda no fue escritor. Pero hasta ahora los libros de Rafael de Rafael de Nogales Méndez solo han merecido la atención de especialistas, como Violeta Rojo. Ojalá algún día, cuando Venezuela recupere la conciencia, también obtengan la atención de muchos lectores interesados en la vida y la historia de sus connacionales, como ocurre en otros países no tan dañados por el petróleo.

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