PEDRO CARREÑO, DE INTELIGENCIA NO SE VA A MORIR por Elizabeth Fuentes
Pedro Carreño de inteligencia no se va a morir
La leyenda negra del capitán Pedro Carreño parece escrita de su puño y letra porque no le ha importado en absoluto simular sus bienes de fortuna, exhibir su incompetencia y mucho menos esconder sus metidas de Ferragamo. El llamado “diputado Vuitton” aspira regresar a las lides parlamentarias en la próxima Asamblea Nacional.
Elizabeth Fuentes
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, 05/10/2020
“Toero” de la política y el fashion design, este peso pesado del chavismo antiguo acumula en su corpulenta humanidad más errores y equívocos que grasa rebelde o corbatas Vuitton en el closet. Su ahora presunto regreso a las lides parlamentarias podría servir de excusa perfecta para elaborar una Biografía no Autorizada de este campeón de las equivocaciones, este utility del poder cuya leyenda negra parece escrita de su puño y letra, como si no le importara un comino hacer el ridículo a viva voz.
Su anti currículum debería leerse de mayor a menor metida de pata, el mismo historial que le sirvió a Henry Ramos Allup para aquel bautizo lapidario que desde entonces acompaña a Pedro Carreño como un tatuaje perenne: “De inteligencia no te vas a morir”, le golpeó directo al hígado el entonces Presidente de la Asamblea Nacional. Frase aplastante que sembró carcajadas hasta en la bancada del PSUV y dejó sin respuesta al capitán acusado, entre otras minucias, de estafa agravada a las Fuerzas Armadas (FFAA) años atrás cuando administraba una cantina militar, quizás el primer y único trabajo conocido del integrante de aquel grupo de golpistas que nunca supo cómo era eso de cobrar quince y último con el sudor de la frente y, en su lugar, optaron por los caminos verdes, valga la metáfora.
A su jugoso anecdotario habría que endosar desde el caso Vladimiro Montesinos -“está muerto, está muerto”, aseguraba -hasta el espionaje vía DirecTV-, aunque más nutritivo es el grueso expediente sobre sus presuntos bienes de fortuna y que se inicia durante a su paso fugaz por el Ministerio de Interior y Justicia, donde dejó su primer celaje sospechoso. Se le señaló entonces de haber firmado un contrato multimillonario con una “empresa” cubana que a su vez subcontrató a una empresa holandesa, y para ello su ministerio ¿destinó? 172 millones de dólares (“para actualizar el sistema de cedulación nacional”, fue la excusa), transacción sobre cuya transparencia Carreño jamás pudo responder ni pío. Así como tampoco pudo manejar eficientemente el cargo porque mientras lucía sus corbatas de 300 euros frente a la prensa, las cifras de violencia, delincuencia e inseguridad en Venezuela sumaron 13.156 homicidios en un año, según el Observatorio Venezolano de Violencia, el Cicpc y del Instituto Nacional de Estadísticas, más 353 secuestros, 28.300 atracos y 27.454 robos de autos. Cifras que crecieron el año siguiente cuando Carreño abandonó el cargo con más pena que gloria.
Que si lo examinamos año tras año en cuenta regresiva, las acusaciones en contra de su pulcritud administrativa escandalizan, porque a lo del contrato con los cubanos en 2008 le siguió una acusación en 2011, cuando el ex presidente de Minerven, Luis Herrera Mendoza -“El Zar del Oro”, “El Rey de la Cabilla” le decían- señaló que Carreño, entonces Presidente de la Comisión de Contraloría del Parlamento nacional, le habría pedido un millón de dólares para dar por cerrado el caso en su contra: “Un hombre se apareció a mi habitación donde yo estaba con una persona de mi confianza y me trajo varios documentos de Minerven, muy confidenciales, que sólo podían estar en poder de gente de alto nivel… ahí se me dijo que Carreño pedía un millón de dólares y el caso se cerraba… inclusive me dijeron cómo consignar ese dinero en cuentas bancarias, todo eso me pidieron en nombre de Pedro Carreño”.
Al año siguiente, el periodista Joseph Poliszuk publicó en El Universal las irregularidades que hubo en la entrega de townhouses en la Urbanización Bosque Valle, vecina de Fuerte Tiuna, donde fueron favorecidos Pedro Carreño y su hermano, el coronel Hermes Carreño. “Me mudaré cuando termine de arreglar la casa”, señaló Carreño muy tranquilo. Casa que nunca sabremos si finalmente remodeló o se mudó a una más grande y exquisita en alguna montaña del Este de Caracas, aquella cuyo lujo y riquezas dejó ver en un video que el propio Carreño subió a Instagram donde se le veía entrenando en una terraza magnífica, como para remachar el argumento de Ramos Allup. El aguacero en su contra nunca paró porque en 2013 el diputado Abelardo Díaz solicitó la renuncia de Carreño a la presidencia de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional (AN) no solo porque su performance fue bastante mediocre, sino porque viajó a Europa para asistir a la Fórmula 1 con viáticos otorgados por el Parlamento.
De modo que así, año tras año, con un rabo de paja que huele a corbata cara, el llamado “diputado Vuitton” y sus zapatos Gucci han caminado por áreas empedradas en el difícil terreno de la decencia, incluido el postgrado en Derecho Constitucional que realizó en la Universidad Internacional del Caribe, en Curazao, que le costó 7 mil dólares -nadie sabe de dónde los sacó- donde contó con la palanca de José Vielma Mora, para la época Vicerrector de postgrado. Sin olvidar una de sus más recientes metidas de Ferragamo, cuando de lo más entusiasta exclamó conocer las coordenadas de la Casa de Nariño, en Bogotá, porque la había descubierto vía Google y ya sabía cómo atacarla rapidito. Todo un hallazgo para el diputado eterno, quien develó entonces que para responder a la amenaza colombiana, Venezuela contaba con 24 mil francotiradores -aunque el Gobierno aseguró que había adquirido solo cinco mil fusiles de precisión-; y enumeró cuántas armas, fusiles, francotiradores, milicianos y soldados tenían listos en el Ejército de Venezuela para defenderse del vecino. Una suerte de delación incomprensible en un militar de oficio quien alertaba así al enemigo sobre su poder de fuego. Adversario que, por lo demás, lleva más de 50 años combatiendo a la guerrilla y los paramilitares, cuenta con siete bases militares de Estados Unidos en su territorio y obviamente sabe que ni de broma se debería revelar a cuánto asciende su poder de fuego porque, como diría cualquier general serio, eso no se hace.
“Tú de inteligencia no te vas a morir”, lo condenó Ramos Allup cinco años atrás, mientras desde su mansión Carreño pule su colección de relojes y organiza sus corbatas carísimas para lucirlos en la próxima Asamblea Nacional donde aspira regresar para abogar por la justicia, la igualdad, la soberanía y demás bla-bla-bla tan útiles para inteligentes como él
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