MÁS FÁCIL TODAVÍA Oswaldo Páez-Pumar
Creo que lo expuesto en mi previo artículo “Fácil de entender”, no necesita ninguna explicación adicional, que voluntariamente omití por respeto al lector y al uso de su tiempo. Seguramente habrá voces que tratarán de explicar por qué no es así; y por qué la ilegítima asamblea puede decidir lo que le dé la gana y hacerlo obligatorio, lo que quiere decir que tenga el valor de la ley, que es obligatoria, regla que se aplica a la constitución que es la ley de las leyes.
Lo primero que todo ciudadano, sea lector o no de este artículo, debe saber es que no necesita de mí ni de ningún jurista (no lo soy sino apenas abogado) y menos constitucionalista (como esa bola de carne apellidada Escarrá) para entender lo que dice la constitución y también lo que quiere decir. La razón es muy sencilla. Está en el Código Civil y bien merecería estar también en la Constitución: “A la Ley debe atribuírsele el sentido que aparece evidente del significado propio de las palabras, según la conexión de ellas entre sí y la intención del legislador”. La razón está en que si la ley es de obligatorio cumplimiento, lo que ella ordena debe ser fácil de comprender, sin la ayuda de nosotros los abogados porque si se requiriera de esa ayuda, estaríamos sometiendo al pueblo que es el soberano a nuestro arbitrio y a la necesidad de recurrir a nosotros para su diario manejo. No, el pueblo sabe lo que dice la ley, lo saben incluso aquellos que no saben leer.
Cuestión distinta son los objetivos políticos que se pueden perseguir con la manipulación de las leyes. En eso son duchos la bola de carne ya mencionada, el afro descendiente Aristóbulo, el vituperador Cabello, la tabula rasa del usurpador y por supuesto la camarilla de la sala constitucional del tsj, que con sus ponencias conjuntas han llegado a la pretensión de decir que lo que la constitución dice no es "lo que aparece evidente del significado propio de las palabras sino lo que ellos ‘dicen que dice’ porque son‘supremos’ están por encima de todo, por encima de la constitución y de las leyes".
La conclusión es evidente sin necesidad de abogados: Si la nueva constitución no entra en vigencia sino cuando sea aprobada por el pueblo en referendo, nada de lo que decida la tal asamblea que altere en una coma lo que establece la actual constitución puede cobrar vigencia, sino por referendo. Es una burla al pueblo soberano que los diputados a la asamblea se autoproclamen capaces de cambiar las reglas de la constitución y las instituciones por ella creadas, una por una, sin referendo. El salchichón en rebanadas.
Caracas, 18 de agosto de 2017
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